domingo, 12 de junio de 2011

Qué tiene de bueno la Banca Islámica

Santafé de Bogotá,12/06/2011,dinero.com,Por: Andrés Vélez C.

Por: Andrés Vélez, profesor del departamento de Negocios Internacionales de Eafit.Foto: Eafit

La ley islámica abre enormes posibilidades para desarrollar servicios novedosos y además, para acceder al mercado de los consumidores musulmanes que son el 25% de la población mundial. La opinión de Andrés Vélez C., profesor de Negocios Internacionales de la Universidad Eafit.

Hay que ser recursivos para encontrar oportunidades de negocios. Enterarse de que casi un cuarto de la población mundial, los musulmanes, consumidores estrictos de acuerdo a los mandatos del Islam, nos pone a pensar en nuestra capacidad para buscar y proponer otras maneras de manejar las economías y los sistemas financieros.

La crisis más reciente evidenció dificultades en el manejo de las finanzas en occidente. Aunque ahora se intenta reformular la actividad bancaria, el cambio no es sustancial y se pretende que el sistema siga basado, fundamentalmente, en la especulación.

Entre los países y bancos que sufrieron menos estuvieron aquellos que aplicaban otros modelos, como el de la banca islámica, que es un sistema financiero que no especula y que se dice más ético porque se fundamenta en los principios recibidos del Islam y las leyes sharia, reglas sobre transacciones (Fiqh al-Muamalat), dentro de las cuales se prohíben la usura (riba) y la especulación, y se practica el riesgo compartido.

La banca islámica, halal, o sharia se caracteriza porque rechaza el cobro de intereses, lo que entienden como usura, algo impensable para la banca occidental de los últimos siglos; también relaciona cualquier transacción y su rentabilidad con actividades económicas que involucran activos reales, con lo que se elimina la especulación. Y algo muy sugerente: en cuanto a los préstamos, el prestatario y el prestamista se vuelven socios del proyecto en el que se invertirá el dinero, por lo que se comparten las pérdidas o las utilidades. Así pues, esta modalidad de banca cuenta con un componente social que la diferencia notablemente del sistema occidental, aunque usemos los microcréditos -de alguna manera basados en el sistema islámico-, que no crean sociedades ni rompen el paradigma deudor-acreedor.

Esa banca prohíbe también invertir o financiar proyectos relacionados con la industria armamentista, así como la tabacalera, la pornográfica, la de bebidas alcohólicas, los juegos de azar, y lo relacionado con la actividad porcina. También prohíbe inversiones en las que se involucre mano de obra infantil, o que vayan en detrimento del medio ambiente. Es reiterado el carácter social y ético de este tipo de banca, la cual hasta ha llamado la atención del Vaticano, y el Dow Jones ha creado un índice para identificar cuáles empresas cumplen con el Islam y pueden ser consideradas por un inversionista islámico: es el Dow Jones Islamic Markets (DJIB).

Dado el crecimiento de los creyentes musulmanes con los que se pueden hacer negocios, algunos bancos no islámicos han creado productos financieros innovadores y rentables que cumplen con el Fiqh al-Muamalat, como el Lloyds TSB y HSBC, en Londres. Ellos ofrecen, por ejemplo, hipotecas islámicas, en las cuales el banco compra la propiedad y la revende al comprador con una ganancia; se permite pagar por plazos y cuando se cancela la totalidad, se hace el cambio de dueño, algo similar al leasing que conocemos pero evitando el préstamo directo al cliente y el cobro de intereses. Como esos, cada vez más bancos globales están ofreciendo servicios financieros de acuerdo con el Islam, y no solo en países musulmanes, como se practica en Suiza, un centro importante de banca islámica en el mundo, junto con Malasia y la región del golfo pérsico.

Un estudio inteligente de la banca islámica, puede servirnos para crear productos y servicios no solo para musulmanes, sino dirigidos a otros clientes que quieran participar en inversiones más conservadoras, responsables y sostenibles. Como en el caso de los bienes Halal, muchos consumidores usan productos financieros islámicos sin ser musulmanes, simplemente porque los consideran atractivos y se acomodan a sus necesidades. Importantes fondos de inversión occidentales han movilizado capitales hacia el medio oriente para gozar de la estabilidad de la banca islámica. Nuestra falta de inteligencia cultural y el basarnos en estereotipos como ver a los musulmanes como retrógrados o terroristas, nos impide aceptar que muchas de sus prácticas pueden ser utilizadas en nuestro país.

Tal banca, a pesar de ser un sistema que en ocasiones es menos rentable, es más seguro y ético, y permite un desarrollo sostenible. Conocerla y entenderla, no solo permite acceder al mercado musulmán, sino que nos da ideas que posibilitan un cambio de paradigmas y la creación de modelos de negocio y productos financieros innovadores, confiables y responsables; no solo intentos tímidos como el de los famosos microcréditos.

Es difícil explicar en detalle los productos de la banca islámica, y aunque hay críticas fuertes en su contra, tratándola de hipócrita y diciendo que disfraza intereses y demás, este artículo no pretende tomar partido en cuanto a si es mentirosa o no, sino que invita a abrirnos a nuevas posibilidades y ofertas financieras que pueden adoptarse, basados en prácticas de países islámicos. Así, es posible romper el esquema tradicional y comenzar a pensar en un sistema financiero rentable y la vez socialmente responsable.

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