La justicia del país fija los límites a la libertad de expresión en el el proceso por incitación al odio y discriminación. -Wilders asegura que critica el Islam, por violento y peligroso, pero no a los musulmanes
El tribunal holandés que ha juzgado al líder antimusulmán holandés, Geert Wilders, por incitación al odio y discriminación, dicta hoy sentencia. La decisión puede marcar un hito en la tierra de la tolerancia. Y no porque el ministerio público haya cambiado de opinión en un proceso destinado a marcar los límites de la libertad de expresión en los Países Bajos. Es que los fiscales nunca vieron indicios de delito en las alocuciones de Wilders, que califica el Islam de "ideología peligrosa para los valores occidentales". Fueron los jueces, a la vista de la denuncia particular interpuesta por grupos antirracistas y de inmigrantes, quienes impulsaron la instrucción. En manos del tribunal está ahora decidir si un político puede expresar lo que quiera en el marco de su trabajo. O si, como reclaman los demandantes, hay que frenarle porque sus ideas son "insultantes y promueven la segregación de las comunidades residentes en el país".
Wilders representa hoy la tercera fuerza política holandesa. Con sus 24 escaños (en un Parlamento de 150) apoya a la coalición gobernante de centro derecha. Liberales y democristianos le necesitan en el Congreso y el Senado. Y él, desde un pretendido segundo plano, quiere ejercer de árbitro en asuntos tan comprometidos como la integración de los inmigrantes. No está en el poder, pero ha ganado 1,5 millones de votos pidiendo que se reduzca, "en un 50%", la inmigración procedente de países musulmanes. También se opone a la entrada de Turquía en la UE, el burka y los colegios musulmanes.
Durante el proceso, que se ha desarrollado en un complejo de alta seguridad de Ámsterdam, el llamativo político holandés -de cabello oxigenado y numerosos guardaespaldas- ha mantenido silencio. Su abogado, Bram Moszkowicz, por el contrario, desplegó una actividad febril. Ha logrado varios aplazamientos, y hasta tuvo éxito recusando al primer juez encargado del caso. En plenas sesiones, este cenó con uno de los testigos y fue sustituido. De modo que los demandantes han llevado la mayor carga y reclaman una condena firme, "porque las ideas de Wilders dañan al musulmán medio residente en el país [algo más de un millón de personas]". "Sus discursos discriminatorios son una amenaza. Como cuando alienta la prohibición de construir mezquitas, enseñar el Corán o cerrar la puerta a los musulmanes", dijeron.
Hábil con la palabra, el líder populista se reservó para el último momento una advertencia: "Arriesgo mi vida por la libertad y seguiré haciéndolo", dijo. "Mis palabras no van dirigidas contra los musulmanes, sino contra el Islam. A ustedes, los jueces, corresponde decidir si todavía somos libres en Holanda", concluyó. Fue un discurso en toda regla, que los demás partidos han declinado comentar. De momento, su paso por los tribunales no ha mermado la popularidad de Wilders.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
El tribunal holandés que ha juzgado al líder antimusulmán holandés, Geert Wilders, por incitación al odio y discriminación, dicta hoy sentencia. La decisión puede marcar un hito en la tierra de la tolerancia. Y no porque el ministerio público haya cambiado de opinión en un proceso destinado a marcar los límites de la libertad de expresión en los Países Bajos. Es que los fiscales nunca vieron indicios de delito en las alocuciones de Wilders, que califica el Islam de "ideología peligrosa para los valores occidentales". Fueron los jueces, a la vista de la denuncia particular interpuesta por grupos antirracistas y de inmigrantes, quienes impulsaron la instrucción. En manos del tribunal está ahora decidir si un político puede expresar lo que quiera en el marco de su trabajo. O si, como reclaman los demandantes, hay que frenarle porque sus ideas son "insultantes y promueven la segregación de las comunidades residentes en el país".
Wilders representa hoy la tercera fuerza política holandesa. Con sus 24 escaños (en un Parlamento de 150) apoya a la coalición gobernante de centro derecha. Liberales y democristianos le necesitan en el Congreso y el Senado. Y él, desde un pretendido segundo plano, quiere ejercer de árbitro en asuntos tan comprometidos como la integración de los inmigrantes. No está en el poder, pero ha ganado 1,5 millones de votos pidiendo que se reduzca, "en un 50%", la inmigración procedente de países musulmanes. También se opone a la entrada de Turquía en la UE, el burka y los colegios musulmanes.
Durante el proceso, que se ha desarrollado en un complejo de alta seguridad de Ámsterdam, el llamativo político holandés -de cabello oxigenado y numerosos guardaespaldas- ha mantenido silencio. Su abogado, Bram Moszkowicz, por el contrario, desplegó una actividad febril. Ha logrado varios aplazamientos, y hasta tuvo éxito recusando al primer juez encargado del caso. En plenas sesiones, este cenó con uno de los testigos y fue sustituido. De modo que los demandantes han llevado la mayor carga y reclaman una condena firme, "porque las ideas de Wilders dañan al musulmán medio residente en el país [algo más de un millón de personas]". "Sus discursos discriminatorios son una amenaza. Como cuando alienta la prohibición de construir mezquitas, enseñar el Corán o cerrar la puerta a los musulmanes", dijeron.
Hábil con la palabra, el líder populista se reservó para el último momento una advertencia: "Arriesgo mi vida por la libertad y seguiré haciéndolo", dijo. "Mis palabras no van dirigidas contra los musulmanes, sino contra el Islam. A ustedes, los jueces, corresponde decidir si todavía somos libres en Holanda", concluyó. Fue un discurso en toda regla, que los demás partidos han declinado comentar. De momento, su paso por los tribunales no ha mermado la popularidad de Wilders.
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