Un inmigrante se tira por el hueco de una escalera al perder el empleo y verse desahuciado
Perder su trabajo y verse a punto de ser desahuciado de su vivienda lanzaron a Abdelatif al vacío. Agobiado ante la imposibilidad siquiera de dar de comer a su mujer y a sus dos hijas menores, este tornero mecánico de origen marroquí, residente en Vitoria desde hace veinte años, intentó poner fin a su desesperante situación. Se arrojó por el hueco de la escalera de su portal con fatales consecuencias.
Ahora, Abdelatif, de 46 años, se encuentra ingresado en un centro sanitario de la capital alavesa, donde es tratado de sus graves heridas corporales y del daño cerebral que padece. «Nadie le escuchó, ni siquiera las instituciones públicas», denunció ayer SOS Racismo. El colectivo ofrecera hoy más detalles del drama de este inmigrante y su familia para reclamar a la Administración que «pongan al día los instrumentos de actuación ante una situación de crisis como la actual».
Y es que el caso de Abdelatif puede reflejarse en muchas familias alavesas. Con más de dos décadas de residencia en Vitoria, vivía con su familia en un piso de alquiler social del Gobierno vasco, según SOS Racismo. La crisis económica le dejó en el paro, y al carecer de dinero para afrontar varios meses de la renta, la Administración «puso en marcha los mecanismos de desahucio, aplicando la legislación de manera mecánica y blindada ante las penurias de índole social», asegura el colectivo. «No aguantó más, se lanzó por el hueco de la escalera de su vivienda intentando poner fin a una situación que no lograba superar, ante la indiferencia general, incluso de aquellas instituciones públicas que deberían actuar con prudencia y comprensión ante este tipo de situaciones», señaló.
Lío administrativo
«Sorprendentemente, después de la acción de Abdelatif, el Gobierno vasco paralizó el desahucio; es una lástima que no le hayan ayudado antes», se lamentó Fede García, portavoz de SOS Racismo en Álava. La pérdida del empleo, la dificultad de encontrar un trabajo a cierta edad y el engorro administrativo para solicitar una ayuda social suponen una carga difícil de sobrellevar. «A ello hay que añadir el plus de ser un inmigrante, lo que le hizo las cosas más difíciles», apuntó García.
La vida de este trabajador marroquí ha quedado marcada para siempre. «Las secuelas le dejarán incapacitado de por vida, y todo por un sistema inmune a las necesidades sociales», destacó. «Él y su familia han pagado un peaje inadmisible por enfrentarse a una situación de la cual son simples víctimas, no responsables», añadió el responsable de la entidad que trabaja con inmigrantes en la capital alavesa. Pese a los esfuerzos que ya realizan las instituciones, el colectivo insistió en reclamar que en esta situación de crisis «se deben flexibilizar y actualizar los mecanismos de coerción, además de brindar apoyo y encaje social a aquellos que quedan involuntariamente fuera del sistema sin coberturas claras de forma inmediata».
La delicada situación económica ha multiplicado las demandas de Ayudas de Emergencia Social (AES) – un subsidio que permite a sus perceptores pagar el alquiler, la hipoteca o cubrir necesidades básicas como la alimentación – . Entre los beneficiarios de estas ayudas se encuentran muchos de los 17.551 parados inscritos en el Inem de Álava el pasado mes de junio.
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