Un soldado del régimen sirio en Alepo.
Mientras que las ciudades occidentales reaccionan con sorprendente tranquilidad ante el horror en Alepo, Samir Matar se muestra indignado. Esto no debería sorprender, puesto que el redactor de DW es originario de Siria.
Como periodista, me pregunto cada día hasta qué grado puedo dejar que mi propia opinión influya en lo que escribo. Sin embargo, los terribles sucesos en Alepo, en los últimos días y semanas, han reducido esta pregunta al absurdo: no puedo seguir siendo neutral cuando soy testigo de cómo son cazados y bombardeados civiles sirios en una supuesta guerra contra el terrorismo.
La comunidad internacional, la ONU, la Unión Europea y las grandes organizaciones no gubernamentales solo reaccionan con las mismas condenas, que repiten incesantemente como una oración. No es nada nuevo: tras cada crimen en el mundo la comunidad internacional insiste en que eso no se debe repetir jamás. No obstante, vuelve a pasar una y otra vez. En las últimas décadas en Srebrenica, en Ruanda y ahora en Siria. Evito expresamente decir en Alepo porque el número de víctimas civiles de la guerra en los últimos casi seis años es devastador en todo el territorio sirio.
Quien no lucha para Al Assad es un terrorista
A diario mueren personas en las cárceles de Al Assad delante de los ojos de la comunidad internacional. Tras la toma definitiva de Alepo, tanto civiles como activistas, ayudantes médicos y también los miembros de los Cascos Blancos probablemente engrosen las filas de las víctimas de tortura, como ha sucedido tras la caída de otras localidades sirias.
Y es que, para Al Assad, cualquiera que no apoye su régimen es un terrorista, incluso cuando se trata de "colegas médicos" que hayan ayudado a opositores.
Samir Matar, de la redacción árabe de DW, es originario de Siria.
Pese a ello, me piden que sea neutral, y que presente ambos lados sin valoración personal. Desde luego esto es correcto en el día a día normal de los periodistas. Pero, ¿acaso es posible seguir siendo objetivo y neutral de cara a los brutales crímenes del régimen de Al Assad, que tienen lugar delante de los ojos del mundo?
Debemos admitir que nuestras manos están atadas y que no podemos evitar estos terribles crímenes. También es correcto que debemos combatir el terrorismo. Sin embargo, cometeríamos una gravísima falta si, para lograrlo, apoyamos otra forma de terrorismo.
Los periodistas no podemos permanecer neutrales ante los crímenes de lesa humanidad. No debemos aceptar que Bashar al Assad regrese al escenario político internacional tras haber asesinado y torturado a civiles. De lo contrario, traicionaríamos nuestros valores. La actual ola de populismos no se puede combatir con concesiones, sino únicamente con los valores por lo que nuestras sociedades han luchado duramente.
Alepo no es el fin de la guerra
Si seguimos presenciando con los brazos cruzados la barbarie en Siria, me veo obligado a decir con toda neutralidad que la comunidad internacional libre ha traicionado la libertad de los civiles en Alepo y Siria. Es más: aceptó su muerte.
Al contrario de los que muchos opinan, la reconquista del Este de Alepo no será un momento crucial en la guerra civil, sino solo una etapa más en la matanza del régimen de Al Assad y sus milicias extranjeras.
En 1990 vine a Alemania por dos razones: por un lado, no quería servir en el ejército sirio bajo el padre de Bashar al Assad y sus generales corruptos, y, por otro, quería poder expresar libremente mi opinión sin temor a ser arrestado.
Si me hubiera quedado en Siria, hubiera tenido que enrolarme en las filas del ejército. Y para no matar a mi propio pueblo, hubiera tenido que desertar, lo cual seguramente hubiera significado mi muerte o tortura. De cara a los crímenes de lesa humanidad en Siria, ¡me niego a permanecer neutral!
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