Salamanca,03/04/2016,SALAMANCA24HORAS
Continúa esta serie dominical para mostrar la parte más intercultural de la sociedad salmantina, a través de reportajes y testimonios de integración. En esta entrega, mostramos desde dentro la mezquita del barrio Garrido para conocer su actividad y su labor de oración, reflexión e integración de la comunidad musulmana en la ciudad, donde convive desde hace más de una década.
Un lugar austero, sin alardes y sin excesos. No hay simbología ni ornamento. Nada que distraiga los sentidos y aleje la concentración de los fieles del objetivo reflexivo de la oración. Sí cabe la lectura, el aprendizaje y la charla. Y un estigma circunstancial inherente a la opinión pública. Un lugar donde aparcar el calzado, otro donde hacer lo propio con el abrigo. Bajo los pies, las alfombras llevan hasta el 'mimbar' que preside el templo y acoge al 'imán' durante el sermón del viernes. Cocina, servicios, estanterías con algunos libros y una pequeña aula en la que dan clases de árabe a los niños y de castellano a los recién llegados. Algunas sillas sueltas. Poco más.
La mezquita se abre por primera vez antes de salir el sol para acoger el primer rezo. Habrá cuatro más antes de que caiga la noche. Sin calzado pero con los pies limpios. Allí hay lo necesario para lavarlos. “La mezquita cuanto más sencilla mejor”. Abdallah Bouichou custodia el templo y lo abre un cuarto de hora antes de cada rezo, lo cierra un cuarto de hora después y responde por la comunidad que representa. “Es imposible que 1.500 millones de musulmanes que hay en el el mundo sean terroristas”.
Los musulmanes que hay en la capital del Tormes acuden a la mezquita del barrio Garrido para festejar sus acontecimientos. “La fiesta del cordero es para celebrar el sacrificio de Abraham, por eso le llamamos la fiesta del sacrificio y sacrificamos un cordero. También celebramos los viernes, que es cuando más gente viene”. Se llegan a reunir hasta dos centenares de personas. “El resto de la semana viene la gente que puede, hay quien no tiene la posibilidad porque trabaja o tiene otras cosas que hacer. Sin embargo, el viernes lo reservan para venir porque es el día principal para los musulmanes. Ese día, el 'imán' da un sermón de una media hora y luego se reza”.
Es un lugar con especial protagonismo durante el mes del Ramadán. Entonces se añade un sexto rezo, antes de la media noche y cada uno de los días, hasta el último. Abdallah recalca el carácter espiritual y reflexivo de este acto de fe. Considera necesario desmarcarse de los clichés y de las creencias populares acerca del mes del ayuno. “Mucha gente está confundida. Creen que sólo es dejar de comer y beber o de hacer sexo. No. El Ramadán va más allá. Es un mes de reflexión donde dejas de hacer cosas, que son lícitas en el Islam. Primero, para que así sepas qué es tener hambre y luego puedas ayudar al que lo necesita. Después, se trata de hacer un 'flashback' sobre los meses anteriores para ver lo que has hecho, y así corregir lo malo y seguir con lo bueno”. Semanas de reunión en las que charlar, hacer una puesta común de la vida religiosa y llamar la atención sobre aquello que se debe mejorar.
En un aula anexa a la sala de oración templo se dan clases de árabe a los niños y se imparte educación islámica. “Antes también dábamos clases de español a los recién llegados. Sobre todo para que pudieran aprender algunas palabras que se utilizan más, cómo se pronuncia en español o cómo se debe tratar a la gente aquí y pedir ciertas cosas”.
Integración en el barrio y en la ciudad
Más de una década avala la presencia de la mezquita en Salamanca. “Va a hacer once años que estamos en Garrido y la convivencia es total. No hemos tenido ningún problema y lo podemos demostrar con hechos. Hemos tenido tres locales en esta calle y nunca ha pasado nada”.
Abdallah se resigna como cualquiera que comprende que es imposible gustar a todo el mundo y como quien sabe que tampoco es necesario. “Hombre, habrá alguien a quien le moleste que estemos aquí pero la verdad que nadie se ha manifestado ni nada. Los de las pancartas vienen de fuera, esos no son vecinos. Harán daño donde puedan porque a nosotros no nos importan”. De sus palabras emana la más absoluta cotidianeidad. “Tú sales, recibes y das los buenos días. La gente se mueve, va, viene. Gracias a Dios y le pido que siga así, nunca se ha cometido nada malo”.
Ésta es la primera mezquita que se hizo en Salamanca, aunque hay otra en Santa Marta, una más en Ciudad Rodrigo y otra no muy lejos, en Fuentesaúco. “Los primeros emigrantes que llegaron a Salamanca se conocieron aquí y por ellos se está haciendo el bien. ¿Por qué? Porque un mezquita no hace daño a nadie. Una mezquita educa y enseña a los niños. Estoy en contra de los que dicen que en las mezquitas son el lugar dónde se hacen grupos terroristas. Eso es mentira. Lo digo dónde quieran. Yo soy el máximo responsable de esta mezquita y esos grupos se formarán no sé dónde, pero no en las mezquitas. Al revés. Sube el imán allí y todo el mundo oye lo que dice. No creo que todo el mundo vaya a esta a su favor si dice algo malo. Yo soy el primero que no lo iba a permitir”.
Lejos de bucar comprensión, Abdallah Bouchou habla con una lógica difícilmente cuestionable. “Somos parte de Salamanca”. Sin embargo, es bien consciente de que no todo el mundo opina de ese modo. “El próximo 30 de agosto haré 30 años en Salamanca. La mayoría de estos que hacen ruido y tal no habían nacido todavía. Me refiero a que tenemos aquí las familias. Verás, cuando pasa algo bueno a Salamanca, sabemos que a nosotros nos va a tocar también vivirlo, entonces lo celebramos. Si pasa algo malo, lo sufrimos. ¿Cree la gente que cuando hay un atentado nosotros no lo sufrimos? Somos los primeros, porque además sabemos que la gente mala indicará donde no debe”.
El multiculturalismo y el mestizaje son, de hecho, fenómenos sociales y demográficos extendidos sin excepción a lo largo y ancho tanto del mapa mundi como del curso de la historia. “Todo el mundo está llamado a mezclarse, en Francia, en España, mira las razas que hay. Nadie sale de su país con gusto. Yo si tuviera en mi país las condiciones perfectas para vivir, no vendría aquí. Me imagino que los españoles que se han ido antes tampoco”. Bouichou no quiere exculpar a nadie, sabe que hay culpables y los señala pero fija también como enemigo el concepto de generalización. “El que diga que una comunidad, da igual que sea musulmana, cristiana o judía, es toda buena o toda mala está mintiendo. Siempre hay gente que no es buena, que les gusta crear mal ambiente y ya está”.
Puertas abiertas
Abdallah Bouchou expone credenciales de sencillo contraste. “La gente sabe que no damos problemas y la autoridad también. No nos cuesta en dar la cara y salir en manifestaciones, como las que hemos hecho últimamente. Gracias a Dios tenemos un abanico amplio para informar y para ayudar. Me llaman muchos chicos de la Universidad que tienen que hacer trabajos sobre cuestiones de inmigración, de convivencia o de Islam. No hay ningún problema. Además te sientes últil, charlas con ellos y les dices lo que hay. Todo lo que hacemos es voluntario, el único que queremos que nos pague es Dios”.
Abdellah considera Salamanca una ciudad tranquila en la que la gente sabe lo que hace. “Eso te anima a seguir luchando, a seguir enseñando y a seguir aportando nuestro granito de arena para que prospere esta ciudad en la que nos beneficiamos de lo bueno y nos perjudica lo malo. Mi mensaje es que vivamos tranquilos, que Salamanca es de todos y que la gente que quiera problemas no venga, porque nosotros no los queremos”.
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