domingo, 17 de abril de 2016

La Córdoba de las tres culturas: cuando el mito no puede convivir con la realidad

Córdoba,16/04/2016,sevilla.abc.es/B. LÓPEZ


Imagen de la estatua de Averroes en la calle Cairuán - V. MERINO

Expertos en Historia critican (con matices, entre ellos) la idea de la relación armoniosa entre religiones en época musulmana

La capital volvió a exhibir esta semana su icónica imagen de urbe de convivencia. Acogió el congreso «Córdoba, ciudad de encuentro y diálogo», organizado por la UCO, entre otros. Aunque esa etiqueta de urbe acogedora y tolerante, es ya un activo para la marca de la capital, sobre todo la turística, se basa en una idea muy cuestionada: la de la armoniosa relación de las tres culturas en Córdoba durante la presencia musulmana en la península (711-1492). ABC recaba la opinión de cuatro reconocidos expertos en Historia y todos son críticos con ella, en mayor o menor medida. Este amplio análisis se puede leer íntegro en la edición de papel de nuestro periódico y en la versión digital (Kiosko y Más).

Los reproches más duros son de Serafín Fanjul, miembro de la Real Academia de Historia y catedrático de Estudios Árabes de la Universidad Autónoma de Madrid. Señala que la «forja del mito» de Al Andalus, aludiendo al título de uno de sus libros, es «una exageración de algún momento en el que algún sultán o califa tuvieran un gesto generoso hacia un grupo de cristianos. Eso se extrapola y se considera una cosa tremenda de tolerancia». Explica que, tras la invasión musulmana, que arranca en el 711, habrá dos siglos de «cierta tolerancia de los dominadores» hacia cristianos y judíos -estos últimos, apunta, eran una comunidad pequeña-. Ello se debió a que eran «minoría» entre la población y necesitaban a los autóctonos.

«A medida que avanzaba la hegemonía musulmana» -a finales del siglo IX ya eran mayoría demográficamente-, «la tolerancia era cada vez menor», avisa. Cuando usa ese concepto, aclara que «no significaba igualdad, sino que hay alguien por encima y permite, con más o menos generosidad, que subsista el que está debajo». Señala que desde mediados del siglo IX la situación se endurece. Destaca las persecuciones que soportarán desde ese momento los cristianos: «Que no me cuenten que había armonía, cuando a los cristianos los crucificaban», sentencia.

Ubica esta «invención» sobre el pasado musulmán en los viajeros extranjeros que acudieron a España a finales del XVIII y en el XIX buscando el «exotismo y Oriente». Luego, en el siglo XX y ahora se sostiene por «razones políticas».

Averroes y Maimónides

Gloria Lora, profesora de Historia Medieval de la Universidad de Sevilla y miembro de la Academia Andaluza de Historia, se alinea con Fanjul. Esta cordobesa apunta que, en la etapa inicial de la conquista, a los invasores «no les queda más remedio» que ser tolerantes, por una cuestión de minoría numérica. Pero eso, añade, no implicaba convivencia: «A los sometidos se les dan sus propias normas, jurídicas o fiscales, y se les obliga a vestir de otra manera».

Y la situación se agravará para cristianos y judíos. Lora explica que, a partir de la caída del Califato de Córdoba, a finales del siglo X, y sobre todo con la llegada de los almorávides (últimos compases del siglo XI), «musulmanes muy intransigentes», ambas comunidades son «cruelmente perseguidas».

Recuerda que sólo hay que ver lo que pasó con los dos cordobeses «más universales», Averroes (musulmán) y Maimónides (judío), que tuvieron que dejar Córdoba, hostigados por los almohades (sucesores de los almorávides).

Juan Pedro Monferrer-Sala, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad de Córdoba (UCO), se une al debate para argumentar que la idea de convivencia debe ceñirse al periodo del Califato de Córdoba (929 hasta 1051 «como mucho»). Apostilla que los conceptos de tolerancia y convivencia nacen en época moderna y, por lo tanto, quienes vivieron en Al Andalus eran ajenos a ellos.

Por ello, aclara, aplicar esos dos principios a sociedades que no los conocían es una labor de «metahistoria», con lo que se crea una historia alternativa que «no tiene nada que ver con lo que realmente se vivió». Lo que sí sucedió es que hubo una superioridad cultural «apabullante» de Al Andalus respecto al resto de Europa. Y dicha superioridad cultural es la que «posibilitó» una construcción histórica «general que no es real». «Con una parte real, hemos construido un todo, pero el todo es imaginario», sintetiza.

Así, puntualiza que en el Califato se permite la práctica del cristianismo y el judaísmo, pero con unos «condicionamientos» establecidos por el islam, la religión dominante. Eso sí, advierte de que el periodo del Califato y el de taifas fueron para «la, entre comillas, convivencia infinitamente más positivos que la etapa posterior de los almorávides y los almohades».

Por último, entra en liza José Luis Corral, catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Zaragoza y escritor. Plantea un escenario hasta el siglo XI. En él, los musulmanes entendían que judíos y cristianos «podían practicar libremente sus creencias, siempre bajo su dominio político y con el islam como religión principal». Recuerda que el corán «ofrece protección y cuidado a las gentes del libro, lo que incluye a las otras dos comunidades».

Eso sí, cuando se producían situaciones de tensión política y social, explica este historiador, es «cuando la tolerancia se quebraba». «Y eso sucede sobre todo a lo largo del siglo XI. Aparecen los invasores almorávides norteafricanos, con un islam mucho más puro, mucho menos transigente y menos tolerante con judíos y cristianos», reflexiona. Los almorávides y, luego, los almohades marcan «una fractura» entre las tres culturas.

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