jueves, 2 de octubre de 2008

Un ayuno más cerca de ser mejores

La numerosa comunidad musulmana de Segovia pone fin al Ramadán en un acto celebrado en el pabellón Pedro Delgado

SEGOVIA,02.10.08,nortecastilla.es,C. B. E.

Hassan El Azrak se dirige a los fieles musulmanes reunidos ayer en el pabellón segoviano. / ROSA BLANCO

En el calendario islámico lunar los meses comienzan cuando es visible el primer cuarto creciente después de la luna nueva. El año lunar es once o doce días más corto que el solar, razón por el que el Ramadán va anticipando fechas respecto a este. Así, dentro de un par de años se celebrará en pleno verano, con más horas de luz que prolongarán el tiempo de ayuno y un calor que hará más duro no beber agua.
Pero los preceptos no varían. «No pasa nada, es tiempo de ayuno. Cuanto más difícil, más alegre. El cuerpo humano puede aguantar veinte días sin agua», razona el presidente de la numerosa comunidad musulmana de Segovia, Hassan El Azrak.

Hasta que lleguen mayores sacrificios, los fieles celebraron ayer la fiesta del final del Ramadán, el noveno mes del calendario lunar islámico, aquel en el que, según su credo, Mahoma recibió el mensaje de Dios. El acto tuvo lugar a las nueve y media de la mañana. Hassan El Azrak dirigió los fastos. Tras las oraciones, el líder dirigió unas palabras a los cerca de seiscientos seguidores que se congregaron en el pabellón Pedro Delgado de Nueva Segovia. El mensaje anima a los devotos «a hacer el bien y reivindica los sentimientos», explica El Azrak.

Aunque el cansancio hace mella después de prácticamente un mes de abstinencias, en contra de lo que se pueda pensar, el Ramadán y sus restricciones son motivo de regocijo y de máxima alegría para los musulmanes. En Segovia residen alrededor de 2.200 personas que confiesan el Islam, la mayoría de origen marroquí.

El sacrificio es la constante y la clave del Ramadán que tocó ayer a su fin. Para la mentalidad occidental puede parecer incomprensible. Fiesta y sacrificio parecen términos y conceptos opuestos, casi antagónicos cuando lo habitual es que las celebraciones se ensalcen en torno a una mesa abundante y sabrosa. Pero para los musulmanes son las privaciones las que alumbran la recepción del mensaje de Dios. El ayuno (sawn) durante el Ramadán supone que los fieles islámicos no pueden comer, beber ni mantener relaciones sexuales entre la madrugada (6.30) y la puesta del sol.
«Tampoco tienen cabida los hechos malos, que aunque están prohibidos todo el año, durante el Ramadán más aún», explica Hassan El Azrak. «No caben ni los malos pensamientos ni los insultos, hasta el punto de que si se tienen o dicen, el ayuno queda invalidado como oración», porque, según precisa, «para nosotros no sólo se trata de una depuración del cuerpo, sino también del espíritu».

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