La exclusión de los musulmanes en las últimas elecciones birmanas ha empañado la nueva era democrática iniciada en el país tras estos comicios que se han saldado con la victoria del partido de la líder opositora y nobel de la paz, Aung San Suu Kyi. "Por primera vez en la historia de Myanmar, no habrá musulmanes en el Parlamento. Decenas de candidatos musulmanes fueron descalificados por la Comisión Electoral de la Unión", dijo a Efe Charles Santiago, presidente del colectivo Parlamentarios de ASEAN por los Derechos Humanos (APHR, en sus siglas en inglés).
Del total de 6.074 candidatos en los comicios, sólo 28, o el 0,45 por ciento, eran musulmanes, a pesar de que esta comunidad representa entre el 4 y el 10 por ciento de la población en el país. Además, las autoridades despojaron del derecho al voto a más de medio millón de rohinyás, una minoría musulmana apátrida, tras retirarles los carnés de identidad temporales.
La Liga Nacional para la Democracia (NLD, siglas en inglés) de Suu Kyi, que pasó cerca de 15 años bajo arresto domiciliario durante la dictadura, ganó más del 70 por ciento de los escaños del Legislativo nacional, que se constituirá oficialmente en enero. Ni la NLD, ni el oficialista Partido para el Desarrollo y la Solidaridad de la Unión (USDP, sigla en inglés) incluyeron ningún candidato musulmán, en medio de un clima de animadversión contra esta comunidad por parte de grupos fundamentalistas budistas.
"La falta de representación en este caso es el producto de una política deliberada de exclusión por parte del Gobierno de Myanmar", precisó Santiago, cuyo colectivo representa a diputados de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). En el Legislativo nacional elegido en los comicios de 2010, convocadas por la junta militar un año antes de ceder el poder a un Gobierno civil, la mayoría de los escaños estaban en manos del USDP y sólo tres diputados eran musulmanes.
Uno de ellos es el rohinyá Shwe Maung, quien hasta el próximo enero conservará su acta de diputado en la Cámara baja en representación del USDP. El parlamentario fue descalificado como candidato el pasado agosto por la Comisión Electoral, que alegó que sus padres no tenían la nacionalidad birmana cuando él nació, lo que ha sido desmentido por Shwe Maung.
Santiago, diputado malasio, criticó a la NLD por no interceder activamente a favor de los rohinyás, a los que las autoridades birmanas califican como "bengalíes" y consideran inmigrantes de Bangladesh, país en el que tampoco son reconocidos.
Los rohinyás, por su parte, alegan que son una de las minorías étnicas más longevas de Birmania y exigen ser reconocidos como tales por parte de las autoridades. El presidente de APHR afirmó que, a pesar de su falta de voluntad hasta el momento, el partido de Suu Kyi tiene la oportunidad de usar su mandato para interceder por las minorías, incluidos los musulmanes rohinyás.
Sin embargo, la mayoría de los líderes de la NLD afronta la situación de los rohinyás en términos parecidos al Gobierno y la antigua junta militar.
"Abordaremos el asunto según la ley y el orden y los derechos humanos, pero tenemos que negociar con el Gobierno bangladesí porque la mayoría de ellos proceden de allí", indicó Win Htein, un veterano dirigente de la NLD, en una reciente entrevista con el diario New York Times.
Al menos 140.000 rohinyás viven hacinados en campos de desplazados desde la violencia sectaria de 2012 en el estado Rakáin (antiguo Arankan), con carencias en el acceso a alimentos o sanidad.
En medio de las tensiones interreligiosas, grupos fundamentalistas budistas como Ma Ba Tha (Asociación para la Protección de la Raza y la Religión) llevan años realizando campañas contra los musulmanes, particularmente los rohinyás, y algunos de sus miembros se han destacado por su agresividad. "Puedes estar lleno de compasión y amor, pero no puedes dormir junto a un perro loco. Si somos débiles, nuestra patria se volverá musulmana", afirmó el monje Wirathu, uno de sus representantes más destacados, en una entrevista en 2013.
Las tensiones étnicas y la discriminación de los musulmanes se han convertido en unos de los problemas más acuciantes de Birmania, que estuvo gobernada por militares entre 1962 y 2011.
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