Mustafá trabaja de manera habitual durante los días del Ramadán. :: M.E.
Las familias musulmanas en Cádiz siguen a rajatabla los preceptos del Corán
SOBRE EL RAMADÁN
Rezos. Han de realizarse un mínimo de cinco por cada día que dure el mes sagrado.
Niños. No están obligados a cumplir el ayuno aunque se les va acostumbrando.
Eid al-Fitr. Día después del Ramadán que es de gran importancia para los musulmanes.
La religión del Corán tiene cinco preceptos básicos que todos los creyentes de la fe islámica deben cumplir prácticamente sin excepciones. El primero y más importante de ellos es la profesión de la fe que muchas veces queda resumido en la sentencia 'no hay más Dios que Alá y Mahoma es su mensajero'; el segundo es la oración: todo musulmán ha de rezar en dirección a la Meca. Éste deber está muy relacionado con la obligación de acudir, al menos, una vez a la ciudad santa de la Meca. Otra de las obligaciones es la de dar limosna a las personas más pobres de su comunidad, empezando por familiares y vecinos. El último de estos deberes es el ayuno, el más conocido para los que no pertenecen a esta religión es el Ramadán, que se viene celebrando desde hace unos días.
Desde la salida del sol, sobre las 6:30 horas, hasta su ocaso, los musulmanes no podrán comer, beber, fumar o mantener relaciones sexuales. Para muchos que no procesan la religión islámica el Ramadán es solo, pero el ayuno no es más que la punta del iceberg del cuarto pilar del Islam. A lo largo de este mes muchos musulmanes que viven fuera de sus países de origen regresan con sus familias ya que consideran que el ayuno es más duro si se está en un país donde el Islam es una religión minoritaria, aunque hay quien por diversas razones ha de permanecer en lugares como Cádiz realizando su trabajo como cualquier mes del año.
Durante este mes, mediante los cinco rezos diarios y el ayuno, los musulmanes deben sentirse en contacto con su religión, con Alá y reflexionar respecto a lo que viven quienes no pueden alimentarse diariamente; según Al-Massani Bouzekri: «para nosotros solo es un mes, te hace pensar mucho en los que no comen a lo largo del año». Es un momento de introspección, que además debe servir no sólo para limpiar el cuerpo -mediante el ayuno-, sino que también darle más pureza a la mente y al alma de las personas.
«El primer día es el más duro, pero se lleva bien a pesar del calor», comenta Mustafa, un joven procedente de Marruecos y que atiende un bazar en San Fernando. La jornada laboral sigue prácticamente invariable para este tipo de establecimientos, incluso Al-Massani cuenta con un lugar en su tienda para poder realizar sus rezos aunque «lo habitual es hacerlo en casa, con la familia». Una sonrisa recorre su rostro cuando habla del Ramadán, la religión es un aspecto importante y debe ser tomada como tal.
Cuando el sol se pone, antes de realizar la comida del día, propiamente dicha se comienza con la ingesta de un vaso de leche y dátiles. Son muchas las familias que se desplazan hasta la mezquita tras la cena para cumplir con el último de los rezos del día y, para poder así, compartir la experiencia con el resto de la comunidad.
Contadas excepciones
Todos los que procesan la fe islámica están llamados a cumplir con el ayuno, aunque existen ciertas personas que no están obligadas a realizarlo. Son las personas mayores, los enfermos crónicos o temporales, las mujeres embarazadas, en periodo de lactancia o menstruación y, de manera relativa los más pequeños de la casa, hasta que alcanzan su madurez sexual, que pasan a ser considerados personas adultas. Las mujeres que no puedan realizar el ayuno también han de abstenerse de los rezos.
Si bien los niños no tienen que realizarlo es habitual que de manera progresiva vayan participando, según Mustafa: «Hay niños que a lo mejor hacen un día de ayuno y luego se pasa otros dos comiendo normal, para ir acostumbrándose poco a poco».
Acaban de comenzar con su ayuno, sus rezos y sus reflexiones más profundas sobre su religión, así continuarán hasta el próximo 30 de agosto, y tras esto tendrá lugar el Eid al-Fitr, o banquete de caridad en español, primer día tras el Ramadán en el que muchos realizan después de sus rezos un desayuno especial que marca el fin del ayuno y el comienzo del Shawwal, el décimo mes del calendario musulmán. En muchos lugares los más pequeños de la casa reciben regalos mientras que los mayores utilizan sus mejores galas. Los musulmanes guardan esta tradición también en Cádiz.
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