La comunidad musulmana de Castelló esperó anoche el permiso de la luna para dar por concluido el Ramadán
LEVANTE DE CASTELLÓ
La comunidad musulmana de Castelló vivía, ayer más que nunca, pendiente del cielo. Tras 30 días de ayuno y oración, era la luna la que debía marcar el fin del Ramadán.
Estos días de sacrificio para todos los practicantes de la religión musulmana, pese a coincidir con el mes de agosto, no se rige por la fecha que marca el calendario, ni tampoco por las agujas del reloj. El ayuno ha sido constante los 30 días desde la salida hasta la puesta del sol, y el fin de este periodo quedaba a la espera de la salida del astro lunar, el único con potestad para concluir el Ramadán.
De este modo finalizan 30 días en los que la comunidad musulmana ha llevado al extremo su fuerza de voluntad. Unas jornadas en las que no podían ingerir alimentos ni bebidas, tampoco fumar ni practicar sexo, además de acudir a la mezquita cuatro veces al día para cumplir con sus obligaciones religiosas de meditación y oración, tanto colectiva como a nivel más personal.
Sin embargo, algunos musulmanes de Castelló aseguraron que no es el ayuno lo más importante del Ramadán, "es un mes para dar", comentó uno de ellos al afirmar que la gente hace examen de conciencia y "trata de ser mejor persona durante estos días. El no comer es lo de menos".
Ahmed Mohamed, presidente del centro islámico de Castelló, confesó ayer por la tarde estar "muy pendiente de Internet, puesto que estas predicciones casi nunca fallan". De este modo, la comunidad tenía todos los preparativos listos para clausurar el Ramadán a las nueve de la mañana, siempre que la luna lo permita.
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