miércoles, 24 de agosto de 2016

Los barriles bomba aniquilan a la población siria, desesperada y sin recursos

Madrid,16 ago 2015,EFE


El médico sirio Husam Kharat, durante una entrevista en Madrid. EFE

La población civil en Siria sufre, en el quinto año de conflicto, el doble drama de ser víctima de los mortíferos barriles explosivos lanzados "por el régimen (de Bachar al Asad)" y, al mismo tiempo, de recibir una atención médica precaria, sin recursos ni personal, en una situación "desesperada".

Así lo denunció el médico sirio Husam Kharat en una entrevista en Madrid con Efe, en la que advirtió de que "la situación se ha deteriorado" desde que "el régimen intensificara los bombardeos" y el lanzamiento "desde helicópteros, de barriles explosivos de entre 400 y 500 kilos de dinamita con clavos".

Las bombas de barril -barriles de petróleo, tanques de gasolina o bombonas de gas llenos de explosivos, combustible y metralla- son "el principal problema" para la población, porque destruyen "edificios enteros llenos de civiles" y son "los que más daño ocasionan día a día", expresó este damasceno nacido hace 29 años y residente en España.

Kharat confesó que en Alepo, ciudad a la que viajó en julio de 2013 junto a una ONG hispano-siria para ofrecer apoyo sanitario, "muchas veces las operaciones se hacían en el pasillo de los quirófanos y algunos (pacientes) se morían directamente porque no había sitio" o porque "teníamos que priorizar y a los más graves los dejábamos morir".

Entonces había allí "tres hospitales quirúrgicos pequeños", con un total de "seis o siete quirófanos para una población de más de un millón de habitantes", en los que había constantes cortes de luz y agua, así como escasez de combustible.

"Teníamos que encender (las pantallas) de los (teléfonos) móviles para que los cirujanos pudiesen seguir operando", describió el facultativo.

El médico anestesista relató que "la mayor parte de los hospitales (en Siria), son clandestinos porque muchas veces son blanco de los bombardeos" y alertó de las "malas condiciones" y de la carencia de recursos médicos con las que se opera sobre el terreno.

Kharat, al igual que su primo, Khaled Alkharrat, cinco años más joven y refugiado sirio en España, auguran un futuro "negro y difícil a Siria", según explicaron ambos a Efe.

Alkharrat huyó de Siria en febrero de 2013 porque se negaba, según dijo, a "hacer el servicio militar para ir a matar a la gente".

Este estudiante es, ahora, uno de los más de cuatro millones de refugiados sirios, acogidos principalmente en países fronterizos como Turquía, el Líbano y Jordania, y que conforman una de las peores crisis de refugiados del último cuarto de siglo.

Kharat criticó el hecho de que "muchas veces se hable de los refugiados como plagas de insectos" a los que hay que "impedir el paso" y se sorprendió de que "países que defienden la paz y los derechos humanos, a veces cierren la puerta a la gente normal que huye de la guerra".

Desde Madrid, Kharat mantiene su ayuda como secretario de la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio (AAPS), a través de la que mandan contenedores solidarios; cada envío a Siria les supone un gasto medio de 4.000 euros, una cantidad que como "ONG pequeña" les "cuesta conseguir".

La preocupación por el empeoramiento de la situación en Siria, especialmente tras el lanzamiento de barriles bomba, también es un asunto prioritario para la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF).

En conversación telefónica con Efe desde la frontera turco-siria, el coordinador general de MSF-España para Siria, Carlos Francisco, alertó del "incremento" de los ataques contra las estructuras médicas y el personal sanitario "amenazado o asesinado", en su mayoría "alcanzados por bombas de barril y misiles".

De los 2.500 médicos que trabajaban antes del inicio de la guerra en Alepo, menos de cien permanecen en la que es la segunda ciudad más importante del país, según las últimas cifras difundidas en marzo por MSF.

Esta ONG cuenta con puestos médicos dentro del país y "apoya con medicinas y equipamiento médico", entre otros, a estructuras sanitarias gestionadas en la zona por personal sirio.

Para Francisco, Siria vive "el peor conflicto abierto que hay (ahora) en el mundo", en el que "las zonas civiles siguen siendo objetivo militar" y donde "el estado sanitario de la población se sigue deteriorando continuamente", agravado por los "problemas de acceso de los actores humanitarios".

Los ataques con este tipo de artefactos han matado a más de 11.000 civiles en toda Siria desde 2012, señala, por otra parte, un informe publicado en mayo por Amnistía Internacional.

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