Japón, 29 nov 2016,rt.com
El módulo presurizado de experimentación japonés KiboEl módulo presurizado de experimentación japonés KiboNASA
Movida por ambiciones más asequibles que las de sus competidores, la agencia espacial japonesa cuenta con un presupuesto mucho más reducido.
Mientras Estados Unidos y China invierten miles de millones de dólares para ser los primeros en enviar a una persona a Marte, Japón prefiere centrarse en objetivos más sencillos, con mucho menor presupuesto y gasto, orientándose a la exploración con sondas de Venus y de Mercurio con el objetivo de predecir el futuro de la atmósfera terrestre y canalizando los resultados de sus esfuerzos científicos hacia nuestro planeta, informa Bloomberg.
Con un presupuesto casi diez veces inferior al de la NASA, que asciende a los 19.000 millones de dólares, la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) ha lanzado al espacio sondas a Mercurio y Venus, como la Akatsuki ('amanecer', en japonés), para estudiar sus campos y ondas electromagnéticas, y ha puesto en la órbita de nuestro planeta satélites para observar los movimientos de la corteza terrestre que pueden predecir futuras erupciones volcánicas y terremotos, además de satélites de telecomunicaciones y de navegación. También ha enviado al espacio sondas para explorar agujeros negros y asteroides en busca de agua.
La sonda espacial AkatsukiLa sonda espacial Akatsukijaxa.jp
En el marco de la conquista del planeta rojo, JAXA cooperaría con la NASA, aunque sus esfuerzos se centrarían en desarrollar métodos para mejorar el reciclado del agua, un aspecto primordial para los viajes espaciales de larga duración. Gracias a la inversión más que modesta del Gobierno de Tokio de 1.063 millones de dólares, la JAXA ha conseguido mucho con muy poco.
Ejemplo de ello es la sonda espacial Hayabusa, que en 2010 fue la primera en regresar a la Tierra con las primeras muestras obtenidas de un pequeño asteroide para su análisis, el Itokawa, y con un coste de construcción de unos 100 millones de dólares. En 2014 fue lanzada su hermana, la Hayabusa 2, para recoger muestras de otro asteroide en 2018. Por su parte, la sonda Akatsuki, que fue lanzada en 2010, logró entrar en la órbita de Venus en 2015 y envió en 2016 los primeros resultados sobre el estudio de la superficie y la atmósfera del segundo planeta del Sistema Solar.
En cualquier caso, cabe destacar que el coste de lanzamiento de un cohete espacial japonés se encuentra entre los más caros, muy por encima del costo de lanzamiento de los estadounidenses, chinos y rusos. Mientras que el lanzamiento de un cohete Falcon 9 del proyecto Space X de Elon Musk cuesta unos 62 millones de dólares, el lanzamiento de un cohete japonés H-IIA alcanza los 90 millones. Por ello Tokio ha invertido en el desarrollo del cohete H3 con el que espera reducir los costes a la mitad y cuyo primer vuelo inaugural espera realizar en 2020.
Asimismo, y con la mirada puesta en nuestro planeta, la agencia JAXA ha invertido dinero y esfuerzo en sus astronautas para realizar estudios y experimentos científicos en gravedad cero, a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI), que contribuyan a la investigación farmacéutica y a crear péptidos (compuestos formados por la unión de un pequeño número de aminoácidos) para desarrollar nuevos medicamentos en diferentes campos de la medicina. Estos experimentos se realizan en el Módulo de Experimentación Japonés (JEM) conocido como Kibo, acoplado desde 2008 a la EEI.
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