Imagen aérea de la central térmica solar de Ouarzazate, en Marruecos. ABDELJALL BOUNHAR QUALITY
Mohamed VI aprovecha la COP22 para mostrar sus logros en la diversificación de fuentes energéticas.
Vista desde el cielo, la megaplanta solar Noor parece una inmensa instalación de arte contemporáneo en medio del desierto; o el monumento de una religión futura. Dentro de dos años, cuando esté terminada, 7.400 paneles solares casi tan grandes como pistas de tenis formarán un círculo en torno a una torre de 246 metros de altura, la más alta construida hasta ahora en una central solar. Y eso será solo una parte, la tercera, de las cuatro fases con que cuenta la central solar Noor (Luz, en árabe). Estamos ante el gran símbolo de la carrera de Marruecos por incorporarse al mundo de las energías renovables, construida y explotada por la empresa saudí Acwa Power y subvencionada en un 60% por fondos de la Unión Europea.
Este diario visitó la megaplanta el pasado jueves en un viaje organizado por Acwa Power. Ahí, en ese desierto que rodea la ciudad de Uarzazat, a cuatro horas en coche de Marrakech, se inauguró el pasado febrero la central solar Noor I, con una producción de 160 megavatios que la convierten en la séptima central termodinámica más grande del mundo. De momento, solo se encuentra en funcionamiento esa primera fase. Cuando se completen las tres restantes en 2018, generará 580 megavatios y será uno de los complejos solares mayores del mundo, junto a otro de California. El objetivo de Mohamed VI es conseguir que en 2030 el 52% de la capacidad eléctrica del país proceda de la energía renovable, frente al 34% actual.
Marruecos, sin embargo, no se ha marcado de momento metas de consumo, que es como Europa fija sus objetivos. En Europa la media actual de consumo de energías renovables en 2014 se situó en el 16%, mientras Marruecos se quedaba en un 11,6% y España llegó al 18%.
Marrakech alberga este año la cumbre del clima que organiza la ONU, la COP22 y el país se ha empeñado en abanderar la lucha contra el cambio climático en el continente africano. Irene García, analista política en Clima, Energía y Ciudades de la fundación alemana World Future Council, cree que Marruecos está mostrando ante los países vecinos que “la tecnología renovable ofrece resultados y es competitiva”.
Marruecos importa el 95% de la energía que consume. Y, a pesar de todos sus esfuerzos, continuará importando una gran cantidad de energía
García destaca que la evolución de Marruecos en el sector de las renovables ha sido notable, sobre todo si se compara con los países del Norte de África y Medio Oriente. “Pero hasta ahora”, indica García, “Marruecos se ha centrado solo en los proyectos de gran envergadura como la central Noor. Mejoraría mucho más, y a mayor velocidad, si desarrollase un marco jurídico estable en el que puedan participar ciudadanos, pequeños y medianos inversores y gobiernos locales”.
Con vistas a la COP22 Marruecos ha emprendido campañas más o menos simbólicas, como el anuncio de instalar energía solar de aquí a 2019 en 600 de sus 15.000 mezquitas. Pero también ha puesto en marcha acciones que afectan de lleno a la vida cotidiana de sus 33 millones de habitantes. La ministra de Medio Ambiente, Hakima el Haite, recuerda a este diario que en 2012 su Gobierno eliminó el subsidio de los combustibles y el precio de la gasolina subió un 20%. Y este año se prohibió la venta, importación y uso de bolsas de plásticos. Y la eficacia en la implantación de esta ley ha sido asombrosa.
No obstante, aun queda bastante camino por recorrer. En la ciudad de Tánger, por ejemplo, donde se emprenden ahora las mayores obras urbanísticas del país, no hay ningún espacio reservado para carril bici en el inmenso paseo marítimo que se está construyendo. Sin embargo, la arquitecta tangerina especializada en urbanismo Firdaous Oussidhoum, cree que poco a poco está calando en las administraciones locales el decreto real aprobado en 2009 para impulsar las renovables.
La urbanista menciona las ciudades de Agadir, en el sur, y Chefchaouen, en el norte. En Agadir se han introducido autobuses eléctricos y en Chefchaouen el ayuntamiento ha impulsado una flota de bicicletas y autos eléctricos. “La toma de conciencia lleva su tiempo. Pero yo percibo en los gobiernos locales una gran voluntad por adaptarse a las energías limpias. El problema es la financiación. Agadir y Chefchaouen se han beneficiado de financiamientos internacionales. Es tiempo de generar un nuevo marco legal y financiero nacional”.
De momento, Marruecos importa el 95% de la energía que consume. Y, a pesar de todos sus esfuerzos, continuará importando una gran cantidad, según Irene García. “Incluso si alcanza su objetivo de que el 52% de capacidad eléctrica instalada provenga de energías renovables, Marruecos seguirá importando una cantidad considerable. Hay que tener en cuenta que la demanda de energía se triplicará en Marruecos en los próximos 15 años”.
En cualquier caso, las acciones y objetivos que Marruecos ha fijado con las renovables ya están causando un buen efecto en su entorno. “El resto de países de la región está mirando sus pasos para aprender de sus resultados y emularlos”, concluye García.
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