Amin Maalouf
Cuando se exilió en Francia en 1975, huyendo de la guerra de Líbano, Amin Maalouf (Beirut, 1949) difícilmente podía imaginar que acabaría ocupando un sillón en la Academia Francesa. “La tradición de la Academia es que el miembro electo pronuncie en su discurso un elogio de su predecesor”, recuerda.
“A mí la idea me encantó, porque se trataba de Claude Lévi-Strauss, que había sido muy importante en mis estudios de Sociología. Pero a partir de ahí quise descubrir a todos los personajes que habían ocupado el sillón 29, desde 1634 en adelante”. Fruto de esa curiosidad es su último libro, Un sillón que mira al Sena (Alianza), que presentó el pasado viernes, coincidiendo con su pregón de la Feria del Libro de Madrid.
«Mientras tomábamos café, el embajador me escribió aquella carta que me permitió llegar a París»
El volumen, que repasa casi 400 años de historia de la Academia y del país galo en general, incide en cuestiones como el cambio de fuerzas que se da entre cardenales y filósofos, o lo que Maalouf considera “el nacimiento del star system” con una inaudita visita de Voltaire a París, pasando –cómo no– por la Revolución Francesa, “con todas las tribulaciones que supuso para los académicos, algunos de los cuales fueron condenados a muerte, aunque al final ninguna se llegó a ejecutar”, o el siglo XIX y el triunfo del pensamiento científico con gente como Claude Barnard o Ernest Renan. Pero también de figuras de las que ya nadie se acuerda, como Pierre Bardin, que se ahogó en el Sena tratando de salvar a uno de sus pupilos.
Por otro lado, Maalouf, conocido por no resistirse a abordar cuestiones de actualidad en sus intervenciones públicas, acepta opinar sobre la crisis de los refugiados cuando están a punto de cumplirse los 40 años de su llegada a Francia. “Las cosas han cambiado mucho desde entonces”, explica. “Me acuerdo de que cuando estalló la guerra del Líbano, me dirigí al puerto, me monté en un barco y llegué hasta Chipre. Allí fui a la Embajada Francesa, donde me dijeron que necesitaba una carta de recomendación del embajador de mi país. Fui a la Embajada del Líbano y, mientras tomábamos café, el embajador me escribió aquella carta y me permitió llegar a París. Hoy eso es impensable, parecería cosa de otro planeta”.
«Decimos que el mundo está más abierto que nunca, pero no : nunca ha estado más cerrado»
“No quiero lanzar piedras contra nadie”, subraya el escritor, “estamos viviendo una época muy difícil, pero es inevitable sentir nostalgia por aquel tiempo en que se podía ir y venir sin necesidad de hacer malabarismos, sin tener que jugarse la vida para cruzar una frontera. Creo que en general vivimos una época de impostura, decimos que el mundo está más abierto que nunca, pero no es cierto: nunca ha estado más cerrado. La gente siempre ha viajado con más facilidad que ahora”.
El autor de éxitos como León el Africano cree que “lo que está ocurriendo en el mundo me parece extremadamente inquietante. Hace unos años publiqué un libro que se titulaba El desajuste del mundo, y creo que ahora está todo mucho más desajustado. La sociedad se está transformando en algo cada vez más asustado y cerrado. Y en todos los países surgen movimientos que reflejan esa inquietud, ese deseo de protección de lo que se percibe como una invasión. Así es como se está amenazando la democracia, la libertad y el Humanismo”, agrega.
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