El entierro de Bano Abokabar Rashid se convierte en un símbolo de integración
Las autoridades noruegas elevan el balance de los fallecidos a la cifra de 77
Ha sido la primera de las 77 dolorosas despedidas. La solidaridad de la pequeña localidad noruega de Nesodden está puesta en los familiares que lloran desconsolados junto a otras 300 personas que los acompañan. Allí fue sepultada este viernes la primera víctima de la masacre llevada a cabo hace una semana por Anders Behring Breivik.
El primer ministro Jens Stoltenberg también está de luto: participó en el acto de conmemoración organizado por su partido socialdemócrata y concurrió a una mezquita en Oslo, mientras el asesino confeso se mostraba sereno "y más que dispuesto a brindar informaciones" en su segundo interrogatorio oficial. Las autoridades añadieron este viernes una víctima más al balance de muertos, situándolo en 77.
Al entierro de Bano Abokabar Rashid, de 18 años, también se presentó el ministro de Exteriores, Jonas Gahr Store. "Bano ya no está, simplemente no se puede creer", dijo el laborista sobre su correligionaria. La joven, que había llegado a Noruega a los cuatro años junto con sus padres kurdos emigrados de Irak, participaba activamente en el partido y figuraba como candidata en las listas de los comicios comunales que se celebrarán a mediados de septiembre.
Símbolo de integración
"Bano sabía que el futuro de Noruega también estaba en sus manos", comentó el ministro, que relató cómo fueron las últimas horas antes de que el pacífico campamento de jóvenes en la isla Utoya se convirtiera en un infierno: la joven se había reunido con quien para ella era un gran ejemplo político: la ex primera ministra Gro Harlem Brundtland.
Pocas horas antes de la masacre, ambas se reunieron y mantuvieron una larga conversación en la que Bano buscó consejos para lograr los objetivos de su compromiso político. Como en el lugar había mucho barro, la chica le prestó a la célebre política, de 72 años, sus botas de goma. "Creemos que esta joven, que llegó a Noruega como refugiada, tenía tanto potencial que algún día hubiese podido pisar fuerte", explicó el ministro.
"Bano Rashid era ejemplo de lo mejor de la Noruega multicultural", dijo la pastora Anne Marit Tronvik, que celebró el entierro junto a un imám. Los padres de la joven, musulmanes, quisieron que el entierro se hiciera conciliando elementos islámicos y cristianos. Todo un símbolo de la integración que Breivik rechazó colocando un coche bomba y disparando contra adolescentes indefensos.
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