“¿Sabes si pueden revocarnos la licencia?”, pregunta en un humilde castellano Zahoor Ellahi, de 41 años, pakistaní y uno de los impulsores del templo en el barrio de Zaramaga que se ha convertido en uno de los puntos candentes de la campaña electoral en Vitoria. El PP ha amplificado las quejas de algunos vecinos cuestionando la licencia de obras otorgada por el Ayuntamiento. Ahora el colectivo tiene que hacer frente a la creciente hostilidad de algunos residentes, que ayer colgaron carteles llamando a todos a “defender nuestra cultura”. “No se mezclan”, “no conviven”, “no trabajan”, añade el texto, llamando a secundar la manifestación convocada para las och de esta tarde en el barrio.
Detrás de cada mezquita suele haber un empresario de éxito que actúa como lider de la comunidad. En este caso se trata de Ijaz Ahmed, de 35 años, presidente de la futura asociación de pakistaníes en Vitoria que tendrá sede en el local de la calle Martín Olave. Ahmed explica que lleva varios años en Euskadi: llegó aquí tras ser contratado en origen por su habilidad en el alicatado – antes vivía en Kuwait – .
Dirige su propia empresa de construcción, que lleva el mantenimiento de un importante grupo alavés dedicado a materiales para obra. “No queremos problemas ni queremos molestar a nadie”, resalta, “es un lugar de encuentro y para rezar, nada más”. “Una mezquita no da problemas, no nos vamos a emborrachar, peor sería una discoteca con ruido”, resalta por su parte el secretario de la asociación, Malik Ansar, que tiene un hijo de 8 años aprendiendo euskera en la ikastola. “No vamos a traer vacas y gallinas”, añade otro en tono irónico.
Explican que llevaban meses con el proyecto sin que nadie les manifestara su rechazo. Relatan que el primer incidente lo vivieron el pasado jueves, cuando una decena de vecinos alertó a la Policía Municipal de que estaban descargando material de obra. Los agentes comprobaron entonces que todos los permisos estaban en regla. Añaden han tenido alguna muestra más de hostilidad en los últimos días. “Han meado en la puerta”, denuncian varios de ellos. El candado que cierra la puerta de acceso local ha sido saboteado. Esperan que todo acabe cuando pase el 22 – M.
Los vecinos contrarios al proyecto, por su parte, alegan que la calle es demasiado pequeña para una mezquita. Los vecinos interrogados recalcan que no se trata de una cuestión de xenofobia, aunque a continuación recurren al precedente de “un bar de magrebíes” que trajo muchos problemas
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
Detrás de cada mezquita suele haber un empresario de éxito que actúa como lider de la comunidad. En este caso se trata de Ijaz Ahmed, de 35 años, presidente de la futura asociación de pakistaníes en Vitoria que tendrá sede en el local de la calle Martín Olave. Ahmed explica que lleva varios años en Euskadi: llegó aquí tras ser contratado en origen por su habilidad en el alicatado – antes vivía en Kuwait – .
Dirige su propia empresa de construcción, que lleva el mantenimiento de un importante grupo alavés dedicado a materiales para obra. “No queremos problemas ni queremos molestar a nadie”, resalta, “es un lugar de encuentro y para rezar, nada más”. “Una mezquita no da problemas, no nos vamos a emborrachar, peor sería una discoteca con ruido”, resalta por su parte el secretario de la asociación, Malik Ansar, que tiene un hijo de 8 años aprendiendo euskera en la ikastola. “No vamos a traer vacas y gallinas”, añade otro en tono irónico.
Explican que llevaban meses con el proyecto sin que nadie les manifestara su rechazo. Relatan que el primer incidente lo vivieron el pasado jueves, cuando una decena de vecinos alertó a la Policía Municipal de que estaban descargando material de obra. Los agentes comprobaron entonces que todos los permisos estaban en regla. Añaden han tenido alguna muestra más de hostilidad en los últimos días. “Han meado en la puerta”, denuncian varios de ellos. El candado que cierra la puerta de acceso local ha sido saboteado. Esperan que todo acabe cuando pase el 22 – M.
Los vecinos contrarios al proyecto, por su parte, alegan que la calle es demasiado pequeña para una mezquita. Los vecinos interrogados recalcan que no se trata de una cuestión de xenofobia, aunque a continuación recurren al precedente de “un bar de magrebíes” que trajo muchos problemas
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