La investigadora publica 'Abderramán III y el califato omeya de Córdoba', un libro en el que analiza el perfil de este gobernante, el contexto social y político en el siglo X y la construcción de Medina Azahara
La figura de Abderramán III centra la última publicación de la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Maribel Fierro, que analiza en Abderramán III y el califato omeya de Córdoba (editorial Nerea) el contexto político y religioso del siglo X en Al-Ándalus y reconstruye el perfil del monarca. Fierro, especialista en este personaje, descubre en su libro las razones por las que el promotor de Medina Azahara se proclamó califa, el simbolismo de la ciudad palatina y los antecedentes y consecuencias de la derrota en Simancas del Príncipe de los Creyentes.
-¿Qué aporta este libro respecto a publicaciones anteriores sobre este personaje?
-Como digo en la introducción, éste es uno de los muchos libros que se han escrito y se escribirán en torno a la figura de Abderramán III. La principal aportación de mi estudio radica en situar muchas de las decisiones políticas, religiosas y culturales tomadas por Abderramán III dentro del contexto del enfrentamiento de los omeyas andalusíes con los fatimíes shiíes norteafricanos. Hay que tener en cuenta que el califa fatimí se presentaba como vicario de Dios con pretensiones de infalibilidad y conocimiento de lo oculto, al tiempo que buscaba extender su gobierno por tierras en las que vivían tribus beréberes que habían estado hasta entonces bajo la órbita del poder omeya. Abderramán III se vio obligado a reaccionar frente a ese poderoso modelo político-religioso y frente a la amenaza militar fatimí. Al hacerlo, puso en marcha una cadena de acontecimientos y medidas político-religiosas que dieron un nuevo sentido a la historia de Al-Ándalus y, en especial, a la escritura de dicha historia.
-¿Cómo era la vida en la Córdoba de Abderramán III? ¿Cómo era la sociedad del momento?
-Una monja alemana del siglo X, Hroswitha, llamó a Córdoba la joya del mundo, lo cual nos da una idea del esplendor alcanzado en la ciudad durante ese siglo. La recuperación por parte de los omeyas del control del territorio andalusí, la animación comercial (tenemos noticia de amalfitanos que llegaron a Córdoba para comerciar, además de los mercaderes musulmanes y judíos), el fin de la piratería y una fiscalidad bien organizada permitieron a los califas omeyas impulsar la economía y utilizar parte de los ingresos en el mecenazgo artístico. Todo ello produjo un notable dinamismo económico y cultural, acompañado también de un dinamismo social, pues un aspecto importante de la política de Abderramán III fue limitar los privilegios de las antiguas elites e impulsar la igualdad entre los musulmanes independientemente de su origen étnico.
-¿Qué relación había entre culturas? ¿Qué actitud tenía el califa frente a cristianos y judíos?
-El siglo X es el siglo en el que la arabización lingüística de judíos y cristianos facilitó que éstos pudiesen integrarse en la cultura árabe. Se llevaron a cabo traducciones al árabe de textos cristianos como las Historias de Orosio o los Salmos y se produjeron textos híbridos como el Calendario de Córdoba. En el entorno de la administración omeya se empleaba a judíos y cristianos, destacando el caso de Hasdayb Shaprut (encargado de la aduana, médico, embajador) o el obispo Recemundo, embajador y traductor.
-¿Cuándo llegó a Al-Ándalus la idílica convivencia de la que hablan algunos investigadores?
-El término convivencia indica tanto coexistencia pacífica y fructífera como conflicto. Y durante el siglo X tenemos las dos caras de la moneda. Los cristianos que se arabizaron y se acomodaron a la sociedad musulmana dispusieron a menudo de oportunidades para prosperar de distintas formas. Los cristianos que se resistieron a dicha acomodación - como fue el caso de las poblaciones rurales que se unieron a la rebelión de los hafsuníes- sufrieron la represión omeya, que fue a menudo de una gran dureza. En cualquier caso, Al-Ándalus no fue excepcional con respecto a otras regiones del mundo islámico en la aceptación de la existencia de comunidades judías y cristianas dentro de la sociedad musulmana, aceptación que estaba garantizada desde el punto de vista legal.
-¿Cómo fue el desarrollo artístico e intelectual en esta época?
-El desarrollo artístico se refleja en la construcción de la ciudad palatina de Medina Azahara y su asombroso programa decorativo, en el alminar de la Mezquita de Córdoba, en la fabricación de la cerámica en verde y manganeso y en el gran desarrollo de las letras tanto profanas como religiosas. En este último ámbito destacan especialmente el gran esfuerzo que se hizo en la construcción de la memoria histórica de los omeyas andalusíes y el comienzo de un sentimiento de independencia cultural con respecto al Oriente musulmán, a pesar de que los modelos abbasíes de Bagdad seguían siendo muy importantes.
-¿Cuáles eran los mayores temores de Abderramán III?
-En la primera época de su reinado, la principal preocupación de Abderramán III fue reunificar el territorio andalusí, derrotando a los rebeldes que habían logrado desmembrar el emirato, así como haciendo frente a la penetración cristiana. Sus principales enemigos fueron Ibn Hafsún y sus descendientes, junto con los señores de las zonas fronterizas que tendían a querer mantener su relativa independencia. Posteriormente, los fatimíes quedaron como principales enemigos.
-¿Cuáles eran sus fortalezas?
-Sus principales fortalezas fueron sus indudables dotes políticas y militares, y la presencia de individuos y grupos interesados en el mantenimiento del poder omeya cuyo número supo acrecentar y fortalecer.
-En su libro destaca como un momento fundamental de la vida de Abderramán III su adopción del título de califa. ¿Cómo reaccionaron a esto los demás reinos? ¿Y el propio pueblo?
-La adopción del título de califa fue una manera de reforzar la legitimidad político-religiosa de los omeyas tanto de cara al interior como al exterior. Dicha adopción forzó a los fatimíes a intensificar su propaganda antiomeya. En el caso de los cristianos del norte, hay quien ha visto en el uso del término imperator por parte de los reyes de León un reflejo de la presencia de dos califas en el Occidente musulmán. Por lo que respecta al pueblo, la adopción del título califal por parte de Abderramán III fue acompañada de una cierta política de igualitarismo social y religioso que gozaba del aprecio de los musulmanes nuevos.
-Otro de los momentos que resalta en su libro fue su derrota en Simancas. ¿Cómo asumió este golpe el califa?
-Para el califa dicha derrota señaló sobre todo los límites a su poder directo en las zonas fronterizas. Señaló también el final de su actividad militar llevada a cabo en persona, pues a partir de ese momento nunca más volvió a salir en campaña y se concentró en la construcción de Medina Azahara.
-¿Qué significado e importancia tuvo la ciudad palatina?
-La construcción de una ciudad palatina iba en gran medida asociada a la adopción del título califal y constituía otra manera de rivalizar con los califas fatimíes. En la propuesta que hago de ver en dicha ciudad una representación del paraíso musulmán, va implícito que con ella Abderramán III quería plasmar en piedra su pretensión de que era él el que señalaba a los musulmanes cuál era el camino recto que debían seguir si querían asegurarse el bienestar en esta vida y la salvación en la otra vida.
-En su libro hace referencia a que Abderramán III se pudo interesar por las ciencias ocultas, ¿hay indicios de que él practicase esoterismo?
-A partir de unos datos que son escasos y abiertos a distintas interpretaciones, mi propuesta es que -frente a un califa fatimí con pretensiones mesiánicas y de conocimiento de lo oculto- Abderramán III pudo apoyar determinadas tendencias esotéricas, las relacionadas con los sabeos de Harran. Éstas ya habían gozado de apoyo por parte de uno de sus antepasados, el último califa omeya Marwan II, y sabemos de su difusión en la época. En esas tendencias se integra, en efecto, el autor del famoso tratado de magia que conocemos bajo el nombre de Picatrix y que fue compuesto en Córdoba en el siglo X por un sabio que fue maestro de uno de los hijos del califa.
-¿Por qué no supo Alhakén II mantener el reino que había creado su padre?
-El fracaso del reinado de Alhakén II fue no haber resuelto la cuestión sucesoria de una manera que impidiese el surgimiento de discordia entre los sectores en los que se apoyaba el poder de los omeyas.
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La figura de Abderramán III centra la última publicación de la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Maribel Fierro, que analiza en Abderramán III y el califato omeya de Córdoba (editorial Nerea) el contexto político y religioso del siglo X en Al-Ándalus y reconstruye el perfil del monarca. Fierro, especialista en este personaje, descubre en su libro las razones por las que el promotor de Medina Azahara se proclamó califa, el simbolismo de la ciudad palatina y los antecedentes y consecuencias de la derrota en Simancas del Príncipe de los Creyentes.
-¿Qué aporta este libro respecto a publicaciones anteriores sobre este personaje?
-Como digo en la introducción, éste es uno de los muchos libros que se han escrito y se escribirán en torno a la figura de Abderramán III. La principal aportación de mi estudio radica en situar muchas de las decisiones políticas, religiosas y culturales tomadas por Abderramán III dentro del contexto del enfrentamiento de los omeyas andalusíes con los fatimíes shiíes norteafricanos. Hay que tener en cuenta que el califa fatimí se presentaba como vicario de Dios con pretensiones de infalibilidad y conocimiento de lo oculto, al tiempo que buscaba extender su gobierno por tierras en las que vivían tribus beréberes que habían estado hasta entonces bajo la órbita del poder omeya. Abderramán III se vio obligado a reaccionar frente a ese poderoso modelo político-religioso y frente a la amenaza militar fatimí. Al hacerlo, puso en marcha una cadena de acontecimientos y medidas político-religiosas que dieron un nuevo sentido a la historia de Al-Ándalus y, en especial, a la escritura de dicha historia.
-¿Cómo era la vida en la Córdoba de Abderramán III? ¿Cómo era la sociedad del momento?
-Una monja alemana del siglo X, Hroswitha, llamó a Córdoba la joya del mundo, lo cual nos da una idea del esplendor alcanzado en la ciudad durante ese siglo. La recuperación por parte de los omeyas del control del territorio andalusí, la animación comercial (tenemos noticia de amalfitanos que llegaron a Córdoba para comerciar, además de los mercaderes musulmanes y judíos), el fin de la piratería y una fiscalidad bien organizada permitieron a los califas omeyas impulsar la economía y utilizar parte de los ingresos en el mecenazgo artístico. Todo ello produjo un notable dinamismo económico y cultural, acompañado también de un dinamismo social, pues un aspecto importante de la política de Abderramán III fue limitar los privilegios de las antiguas elites e impulsar la igualdad entre los musulmanes independientemente de su origen étnico.
-¿Qué relación había entre culturas? ¿Qué actitud tenía el califa frente a cristianos y judíos?
-El siglo X es el siglo en el que la arabización lingüística de judíos y cristianos facilitó que éstos pudiesen integrarse en la cultura árabe. Se llevaron a cabo traducciones al árabe de textos cristianos como las Historias de Orosio o los Salmos y se produjeron textos híbridos como el Calendario de Córdoba. En el entorno de la administración omeya se empleaba a judíos y cristianos, destacando el caso de Hasdayb Shaprut (encargado de la aduana, médico, embajador) o el obispo Recemundo, embajador y traductor.
-¿Cuándo llegó a Al-Ándalus la idílica convivencia de la que hablan algunos investigadores?
-El término convivencia indica tanto coexistencia pacífica y fructífera como conflicto. Y durante el siglo X tenemos las dos caras de la moneda. Los cristianos que se arabizaron y se acomodaron a la sociedad musulmana dispusieron a menudo de oportunidades para prosperar de distintas formas. Los cristianos que se resistieron a dicha acomodación - como fue el caso de las poblaciones rurales que se unieron a la rebelión de los hafsuníes- sufrieron la represión omeya, que fue a menudo de una gran dureza. En cualquier caso, Al-Ándalus no fue excepcional con respecto a otras regiones del mundo islámico en la aceptación de la existencia de comunidades judías y cristianas dentro de la sociedad musulmana, aceptación que estaba garantizada desde el punto de vista legal.
-¿Cómo fue el desarrollo artístico e intelectual en esta época?
-El desarrollo artístico se refleja en la construcción de la ciudad palatina de Medina Azahara y su asombroso programa decorativo, en el alminar de la Mezquita de Córdoba, en la fabricación de la cerámica en verde y manganeso y en el gran desarrollo de las letras tanto profanas como religiosas. En este último ámbito destacan especialmente el gran esfuerzo que se hizo en la construcción de la memoria histórica de los omeyas andalusíes y el comienzo de un sentimiento de independencia cultural con respecto al Oriente musulmán, a pesar de que los modelos abbasíes de Bagdad seguían siendo muy importantes.
-¿Cuáles eran los mayores temores de Abderramán III?
-En la primera época de su reinado, la principal preocupación de Abderramán III fue reunificar el territorio andalusí, derrotando a los rebeldes que habían logrado desmembrar el emirato, así como haciendo frente a la penetración cristiana. Sus principales enemigos fueron Ibn Hafsún y sus descendientes, junto con los señores de las zonas fronterizas que tendían a querer mantener su relativa independencia. Posteriormente, los fatimíes quedaron como principales enemigos.
-¿Cuáles eran sus fortalezas?
-Sus principales fortalezas fueron sus indudables dotes políticas y militares, y la presencia de individuos y grupos interesados en el mantenimiento del poder omeya cuyo número supo acrecentar y fortalecer.
-En su libro destaca como un momento fundamental de la vida de Abderramán III su adopción del título de califa. ¿Cómo reaccionaron a esto los demás reinos? ¿Y el propio pueblo?
-La adopción del título de califa fue una manera de reforzar la legitimidad político-religiosa de los omeyas tanto de cara al interior como al exterior. Dicha adopción forzó a los fatimíes a intensificar su propaganda antiomeya. En el caso de los cristianos del norte, hay quien ha visto en el uso del término imperator por parte de los reyes de León un reflejo de la presencia de dos califas en el Occidente musulmán. Por lo que respecta al pueblo, la adopción del título califal por parte de Abderramán III fue acompañada de una cierta política de igualitarismo social y religioso que gozaba del aprecio de los musulmanes nuevos.
-Otro de los momentos que resalta en su libro fue su derrota en Simancas. ¿Cómo asumió este golpe el califa?
-Para el califa dicha derrota señaló sobre todo los límites a su poder directo en las zonas fronterizas. Señaló también el final de su actividad militar llevada a cabo en persona, pues a partir de ese momento nunca más volvió a salir en campaña y se concentró en la construcción de Medina Azahara.
-¿Qué significado e importancia tuvo la ciudad palatina?
-La construcción de una ciudad palatina iba en gran medida asociada a la adopción del título califal y constituía otra manera de rivalizar con los califas fatimíes. En la propuesta que hago de ver en dicha ciudad una representación del paraíso musulmán, va implícito que con ella Abderramán III quería plasmar en piedra su pretensión de que era él el que señalaba a los musulmanes cuál era el camino recto que debían seguir si querían asegurarse el bienestar en esta vida y la salvación en la otra vida.
-En su libro hace referencia a que Abderramán III se pudo interesar por las ciencias ocultas, ¿hay indicios de que él practicase esoterismo?
-A partir de unos datos que son escasos y abiertos a distintas interpretaciones, mi propuesta es que -frente a un califa fatimí con pretensiones mesiánicas y de conocimiento de lo oculto- Abderramán III pudo apoyar determinadas tendencias esotéricas, las relacionadas con los sabeos de Harran. Éstas ya habían gozado de apoyo por parte de uno de sus antepasados, el último califa omeya Marwan II, y sabemos de su difusión en la época. En esas tendencias se integra, en efecto, el autor del famoso tratado de magia que conocemos bajo el nombre de Picatrix y que fue compuesto en Córdoba en el siglo X por un sabio que fue maestro de uno de los hijos del califa.
-¿Por qué no supo Alhakén II mantener el reino que había creado su padre?
-El fracaso del reinado de Alhakén II fue no haber resuelto la cuestión sucesoria de una manera que impidiese el surgimiento de discordia entre los sectores en los que se apoyaba el poder de los omeyas.
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