Han fracasado los intentos de construir una gran mezquita en Barcelona, Cornellà, Lleida y Badalona
El primer congreso de imanes y presidentes de mezquitas de Catalunya celebrado en Barcelona en noviembre del 2004 acordó convocar cada año una jornada de puertas abiertas en sus centros de culto. El objetivo era abrir las mezquitas a la sociedad catalana para que dejase de verlas como espacios cerrados y refugio del islamismo radical, y al mismotiempo se entendiese la inasumible precariedad de estos oratorios. El pasado sábado se organizó otra de estas jornadas convocadas por el Consell Islàmic i Cultural, que ha pasado aún más desapercibida debido a la proximidad de las elecciones, sin que pueda decirse que los objetivos marcados se hayan logrado.
También han fracasado los intentos de construir una gran mezquita, tanto en Barcelona como en Cornellà, Lleida o Badalona, donde en algún momento se ha planteado sin éxito. Es más, se utiliza el fantasma de la macromezquita como dardo electoral de supuestos favoritismos a la comunidad musulmana, como acaba de suceder en Salt, donde se ha difundido una falsa entrevista a un imán que lo anunciaba.
En los últimos meses, las reticencias vecinales y la oposición de algunos grupos políticos ha inducido a los ayuntamientos y a las comunidades musulmanas a buscar espacios discretos, incluso carpas o barracones (l’Hospitalet y Santa Coloma de Gramenet) o la apertura de pequeños locales (Arenys de Munt y Mataró), de tal modo que su inauguración ha pasado desapercibida.
La convocatoria electoral del 22-M, precedida por las ordenanzas contra el burka, ha situado el tema de la inmigración, y de rebote el de la construcción de nuevas mezquitas, en el debate político. Y no sólo ha sido la Plataforma per Catalunya de Anglada. El PP ha lanzado también un mensaje de rechazo a los sin papeles y de advertencia contra los supuestos favoritismos municipales a colectivos extranjeros, y ha aireado la siempre peligrosa ecuación indocumentados=inseguridad. Pero también otros partidos como CiU y el propio PSC, que lideró la prohibición del burka en Lleida o la demanda de más mossos en Salt, han mantenido mensajes ambiguos.
La Plataforma d’Entitats Cristianes de Catalunya ha lanzado un manifiesto para denunciar “que en campaña electoral, algunas fuerzas y partidos políticos siguen utilizando la inmigración para promover o incrementar miedos y malestar”. Desde la comunidad musulmana, envuelta en un proceso de reestructuración interna, se ha optado por el silencio, a la espera de que pasen las elecciones. Para entonces se podría haber consolidado la unión entre la Federació Islàmica de Catalunya (ligada al actual Consell Islàmic i Cultural) y la Ucide-Catalunya en un nuevo Consell Islàmic de Catalunya, como delegación del recién creado Consejo Islámico Español.
Únicamente quedan fuera de este consejo las entidades ligadas a la Feeri. Según sus impulsores, una vez consolidado, se podrá empezar a plantear una nueva estrategia sobre la construcción de mezquitas, sobre la regulación de la comida halal y sobre el papel y la formación de los imanes.
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