FOTO: Reducir el tiempo de memorización del Corán y enseñar ...
Muchas madrasas (escuelas) religiosas coránicas se han convertido en terreno para reclutar extremistas islámicos. Reducir el tiempo de memorización del Corán y enseñar más Matemáticas o Literatura es el método que desarrollan las escuelas hatip turcas, de las que han salido un tercio de los parlamentarios del Gobierno. Oriente Medio se gira para observar los pasos de la incipiente potencia.
Reducir el tiempo de memorización del Corán y enseñar más Matemáticas o Literatura es el método que desarrollan las escuelas hatip turcas, de las que han salido un tercio de los parlamentarios del Gobierno.
Bajo un calor persistente, los niños llenan a rebosar una sala grande, abierta, a una hora en coche de Peshawar, Pakistán. Un pequeño, con cara seria, se sienta al fondo, con una copia del Corán a su lado, en el suelo de cemento. Madrasas como esta dominan gran parte del panorama educativo en el rural de países como Pakistán y Afganistán, en donde el estado ha olvidado a sus niños y los mulá se aprovechan de ello.
Pero con la insurgencia del Talibán cada vez más fuerte y el activismo islamista en ascenso en Pakistán, los expertos alertan sobre la posibilidad de que este tipo de escuelas se hayan convertido en terrenos fértiles para reclutar seguidores.
Con su red pública de enseñanza reducida a ruinas, Afganistán y Pakistán están comenzando a mirar hacia el sistema de educación islámico de Turquía como un potencial antídoto a las madrasas, en donde generalmente se suele enseñar poco más que la memorización rutinaria del Corán.
“A través de la educación estás controlando de un modo u otro la socialización política de la próxima generación”, afirma Iren Ozgur, académica de la New York University, que ha estudiado el sistema de las escuelas imam hatip de Turquía.
El currículo escolar imam hatip dedica solo el 40 por ciento del tiempo al estudio de temas religiosos, incluida le ley árabe e islámica. Las asignaturas seglares, como Matemáticas, Ciencia y Literatura completan el resto del programa.
A principios de este año los ministros de Educación de Turquía, Pakistán y Afganistán se reunieron en Ankara para firmar un protocolo de cooperación educativo.
“Visité unas cuantas escuelas imam hatip en Ankara y vi que imparten una educación equilibrada”, explica Farooq Wardak, ministro de Educación de Afganistán. “Aprendiendo de sus experiencias podremos ser capaces de alcanzar un equilibrio en nuestro propio sistema educativo islámico”.
Según datos de la ONU, sólo el 12,6 por ciento de las mujeres afganas de más de 15 años son capaces leer y escribir. En Pakistán, tan sólo el 63 por ciento de los niños terminan la educación primaria, y menos del 3 por ciento se matricularon en 2008 en educación superior.
Pero pese a toda la atención que recibe, en ningún otro lugar el sistema imam hatip es más controvertido que en la propia Turquía.
Con más de 500 centros repartidos por el país educando a más de 100.000 alumnos, las escuelas iman hatip se han convertido en las incubadoras de la creciente élite musulmana en Turquía. El primer ministro Recep Tayyip Erdogan acudió a una escuela de este tipo, y también lo hicieron un tercio de los parlamentarios de su partido político.
Integrar la educación religiosa en el sistema estatal ha sido algo difícil de tragar para los partidarios de una Turquía seglar.
Tras apartar del poder en 1997 al primer gobierno islamista del país, los militares también pusieron en el punto de mira a las escuelas imam hatip, y la asistencia a las mismas cayó en picado. También se adoptaron cambios en el sistema de admisión a la universidad, lo que se tradujo en que a los alumnos de las escuelas imam hatip se les deducían puntos en sus exámenes de acceso, lo que en la práctica les cerraba las puertas a los centros más prestigiosos del país.
Bajo el gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo, pro islamista, el verano pasado se puso fin a este sistema de desigualdad, aunque no sin protestas.
“Muchos de los problemas que estamos viendo hoy en día en Turquía son en gran parte producto de las escuelas imam hatip”, asegura el profesor Hakan Yavuz, del Middle East Center de la Universidad de Utah. “Se puede ver cómo se está creando un nuevo código moral: quienes beben son malos; quienes salen con mujeres son malos; si eres gay, debes de ser excluido, o eliminado”. “¿Este es el tipo de país que quiere la UE?”
Otros observadores, como Iren Ozgur, sostienen que el sistema de centros imam-hatip en realidad frena el extremismo islamista, al colocar la educación religiosa bajo control del estado y dentro de un sistema de controles y equilibrios. “En el momento en que se cierren las escuelas se empezará a ver cómo abren madrasas ilegales”, sostiene. “Y después no habrá forma de controlar lo que dicen, cómo están influyendo sobre los niños y en la retórica religiosa del país”.
Las escuelas religiosas turcas son una rama dentro del Ministerio de Educación, que aprueba y controla su currículo, libros y profesores.
Pero ¿pueden las escuelas imam hatip, creadas dentro de los límites de la estructura laica turca, funcionar en otros países?
Algunas voces opinan que en los países en donde no hay una base sólida laica este tipo de escuelas, si se construyen, no conseguirán ser la alternativa moderada deseada.
“Aquí hay una clase sobre la yihad, pero está estructurada por el Ministerio de Educación de modo que no cuestiona los valores laicos de la República de Turquía”, afirma Ozgur. “Pero, ¿se puede garantizar que los profesores en Pakistán y Afganistán puedan hacer lo mismo?”.
Aún así, a medida que aumenta su perfil de potencia regional, cada vez hay más miradas que se giran hacia Turquía y la influencia que puede ejercer en sus vecinos orientales. Para muchos, la educación es la nueva frontera.
“Si encuentran un modo de transferir los pilares básicos de estas escuelas, entonces Turquía estará en efecto ayudando a expandir en Oriente Medio una forma de islam más liberal y moderada”, apunta Ozgur.
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