En agosto del 2007 comenzó la crisis financiera cuyas consecuencias aún hoy padecemos. Los políticos hablan de reformar el sistema financiero pero no queren tocar sus fundamentos explotadores. Pero se pueden encontrar otros modelos de finanzas en el mundo, como la banca islámica.
Las finanzas dominan la economía y parece que el modelo occidental es el único posible. La crisis económica y financiera actual ha avivado el interés por conocer otras formas de desarrollar el sistema financiero, otros modelos más seguros y éticos. Entre esas experiencias destaca la banca islámica, a la que ha prestado atención hasta el Vaticano, que en noviembre del 2008 organizó un encuentro católico-musulmán y en cuyo comunicado final se pedía a los «creyentes» que desarrollaran un «sistema financiero ético».
La banca islámica sigue los preceptos del Corán, que se pueden resumir fundamentalmente en dos. El primero es la prohibición de invertir en actividades «impuras», tales como la producción de armas, la pornografía, el tabaco, el alcohol, el juego y la industria porcina. En Indonesia, por ejemplo, la banca islámica no invierte en hoteles porque no puede garantizar lo que ocurra en su interior. Sin embargo, hay muchas actividades en las que sí pueden invertir. En el índice de la Bolsa de Nueva York, el Dow Jones, influyen 5.200 empresas. Alrededor de 1.400 de estas empresas se consideran aceptables para un inversor islámico y con ellas han creado su propio índice, el Dow Jones Islamic Markets (DJIB).
La segunda y más importante regla a la hora de organizar la actividad financiera es la prohibición de la usura (riba). Otras religiones también lo hacen. En el Antiguo Testamento se pueden encontrar varios pasajes en los que se censura la usura, pero sin embargo han sido interpretados de distinta manera por las diferentes religiones. El Exodo dice: «Si prestas dinero a un miembro de mi pueblo, al pobre que vive a tu lado, no te comportaras con él como un usurero, no le exigirás interés» (22:25). Para los judíos está prohibición se refiere a los propios judíos para con sus hermanos, lo que no les impide que puedan cobrar intereses a personas de otras religiones o pueblos; de ahí que la usura haya sido desde la antigüedad una actividad a la que se han dedicado y de la que les viene la fama que tienen en la actualidad. La interpretación de los calvinistas y otros grupos protestantes es similar; la usura está prohibida dependiendo de quién sea el prójimo. Para la Iglesia católica, usura significa el cobro de intereses abusivos, no el cobro de intereses en general.
El Corán dice que «Allah ha autorizado el comercio y prohibido la usura» (2: 275). Y también: «¡Y renunciad a los provechos pendientes de la usura, si es que sois creyentes!» (2:278). Los musulmanes interpretan de manera tajante la prohibición, como la imposibilidad de cobrar cualquier tipo de intereses o de obtener cualquier tipo de beneficio. Es más, el Corán especifica: «Si contraéis una deuda por un plazo determinado, ponedlo por escrito» (2:282). La interpretación que hacen de este precepto es que cualquier transacción debe estar libre de incertidumbre, ambigüedad o especulación. No solamente rechazan los intereses, sino también cualquier cambio en las condiciones que pueda producir ganancia a alguno de los partícipes en detrimento de los demás.
En esta base, las operaciones de la banca islámica son diferentes a aquellas a las que estamos acostumbrados. En las operaciones de pasivo, como por ejemplo los depósitos de dinero, el banco no paga ningún tipo de interés. Generalmente suelen dar a cambio algún tipo de regalo (hibah) a los clientes. En cuanto a las operaciones de activo, o sea, a las inversiones que realiza el banco, hay una rica casuística. He aquí algunos ejemplos que pueden servir para hacerse una idea del funcionamiento:
En el caso de los créditos al consumo, esto es, si alguien quiere comprar un bien (un televisor o un coche por ejemplo), el banco lo compra y se lo da al cliente por un precio algo más alto, que éste paga en un periodo de tiempo previamente acordado (murabaha). El banco gana cierto dinero, el sobreprecio que cobra al cliente por el bien en cuestión, de acuerdo con un contrato en el que se especifica el monto a pagar y los plazos, tratando así de eliminar cualquier incertidumbre que pueda beneficiar a cualquiera de ellos. Esta cantidad extra que se paga no esta sujeta a las condiciones cambiantes del mercado y, por lo tanto, es lícita.
En cuanto a los créditos hipotecarios, para la compra de una vivienda por ejemplo, el banco y el comprador crean una sociedad conjunta en la que el banco compra la casa y la arrenda al cliente, que la va pagando a plazos -un alquiler- según un precio estipulado al principio (musharaka). Con cada pago, la proporción del cliente aumenta y la del banco va disminuyendo, hasta que al terminar los plazos el cliente se queda con la casa. Si por alguna razón el comprador de la vivienda no puede seguir pagándola, la casa se vende o se subasta, y si se obtiene algún beneficio se reparte entre el banco y el comprador en la proporción existente en ese momento.
De la misma manera, si de lo que se trata es de crear una nueva empresa, se crea una sociedad en la que el banco pone el dinero y el otro u otros socios el trabajo y la gestión (mudaraba). De esta manera, el banco participa de los beneficios o pérdidas de la empresa. Los socios pueden comprar al banco su parte de acuerdo con el precio y las condiciones que se establecieron al principio del proceso. Los bancos islámicos se implican directamente en las empresas que financian. Además, los socios participantes no tienen necesariamente que tener bienes que avalen su proyecto. Una buena idea puede ser suficiente para que el banco se involucre en el proyecto.
Algunas lecciones
Este sistema bancario no crea dinero con el crédito, como en nuestro sistema bancario. En teoría es un sistema de reserva total, es decir, las inversiones se realizan con el capital que el banco posee, y por lo tanto es más seguro y estable. En la práctica, los sobornos y la corrupción han llevado a algún banco a la quiebra. Para evitar abusos se ha creado un órgano para la supervisión de la banca islámica: Auditing & Accounting Organization of Islamic Financial Institutions (AAOIFI) que certifica que los bancos cumplen las normas establecidas.
La banca islámica ha resuelto de manera original la prohibición de la usura (riba) participando con el cliente de los riesgos o beneficios de las operaciones financieras, algo impensable en los bancos occidentales, en donde todo el riego es asumido por el cliente, y además, si éste es incapaz de pagar las deudas, el banco se queda con sus bienes. Unas condiciones draconianas, pero socialmente asumidas.
Este modo de plantear las finanzas tiene otros aspectos económicos importantes. La banca islámica mira más cuál es el tipo de inversión que se le plantea que quién lo propone, ya que a fin de cuentas emprende una empresa colectiva y no va a pedir a ese cliente ningún tipo de garantía. Además, está más involucrada en la actividad productiva al estar prohibidas las operaciones financieras, digamos, «puras». Los bancos ganan dinero pero también crean riqueza social. La banca islámica es más equitativa y responsable, puesto que se involucra en la gestión y en el éxito de los negocios que promueve.
La banca islámica no sólo se expande en los países musulmanes. Cada vez más bancos occidentales cuentan con secciones y ofertas que cumplen con los requisitos islámicos. Uno de los primeros fue Citigroup, que creó en 1996 una sucursal musulmana: Citi Islamic Investment Bank, en Bahrein. A continuación el BNP francés, USB AG suizo y los ingleses Barclays y HSBC organizaron sus propios fondos de inversión acordes con los preceptos del Islam.
Al final, la pregunta que ronda en nuestra cabeza es: ¿No habrá manera de poner coto a la codicia humana sin intervención divina? es el año de creación del primer banco islámico en Egipto: la caja de ahorros Mit Ghamr. El primer banco islámico comercial moderno se creó en Dubai en el año 1975. Fue el Dubai Islamic Bank.
500 instituciones ofrecen servicios bancarios de acuerdo con los preceptos del Islam. Sucede en más de 80 países de todo el mundo, según los datos recabados por el periódico «Financial Times».
1.4000 valores del índice de la bolsa de Nueva York, de los 5.400 con los que cuenta, son inversiones aceptables para un musulmán. Con ellos se ha creado un nuevo índice: el Dow Jones Islamic Markets (DJIM).
Opiniones encontradas sobre la banca islámica
Las escuelas islámicas han hecho un esfuerzo de interpretación (ijtihad) para armonizar la sharia con las costumbres locales (urf), la necesidad (daruda) y el bien común (malaha). La extensión del Islam y las diferentes costumbres locales han dificultado este trabajo, pero, por otro lado, las renta del petroleo y el ascenso de los «tigres asiáticos» les ha obligado a llegar a una interpretación pragmática.
A pesar de ello, entre los propios musulmanes hay quien piensa que la banca islámica como tal es un engaño, y que Islam y banca son conceptos incompatibles. Esta polémica se refleja en la situación de la banca en los diferentes países: mientras en Omán o Kuwait este tipo de bancos están prohibidos o casi, en Marruecos empiezan a desarrollarse ahora, y en otros países como Indonesia o Malasia tienen un peso importante.
En Bangladesh el Grameen Bank, el banco de los microcréditos, cobra intereses, aunque fue creado por musulmanes. Su fundador y premio Nobel de la Paz, Mahammad Yunus, considera que es islámico porque no exige garantías y los intereses son pequeños.
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lunes, 23 de agosto de 2010
Banca islámica: otra forma de hacer finanzas
Bilbao,23/08/2010,GARA,Isidro ESNAOLA.
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