Vista general del cementerio del barrio de Igeldo, en Donostia. (Foto: karlos corbella)
En los ultimos años, polloe sólo ha atendido a ocho personas que profesaban el islam
El Ararteko insta a las administraciones a aunar esfuerzos para llegar a consensos con la comunidad musulmana
Donostia. Volver a sus países de origen para ser enterrados siguiendo el rito funerario de la Sharia o la ley islámica. Ésa es la última voluntad de la mayoría de los musulmanes residentes en Donostia, que opta por la repatriación cuando muere. En la capital de Gipuzkoa, apenas hay casos de musulmanes que piden ser enterrados en el cementerio municipal de Polloe, donde en los últimos años sólo se han atendido los servicios de ocho ciudadanos que profesaban el islamismo. Cinco de ellos fueron repatriados a sus países de origen y de los otros tres que fueron enterrados, dos fueron servicios de caridad.
Eso es lo que respondió el director gerente de Polloe SA y presidente de la Asociación Nacional de Entidades y Empresas Municipales de Servicios Funerarios y de Cementerios, Juanjo Martínez, al Ararteko cuando el Defensor del Pueblo en la Comunidad Autónoma emprendió una actuación de oficio para analizar la "adecuación de los servicios públicos de los cementerios a las distintas creencias, especialmente a la comunidad musulmana".
El director de Polloe explicó al Ararteko que tres años atrás había estudiado el tema con varios imanes provinciales, quienes le expusieron que la mayoría de los musulmanes contraían pólizas para ser repatriados cuando mueren. En sus países de origen, siguiendo el rito musulmán, sus cuerpos sin vida son limpiados y perfumados, antes de cubrirlos con una tela natural de lino o algodón, antes de ser enterrados en contacto con la tierra, sin ataúd ni monumentos ostentosos, siempre mirando a la Meca.
Ese deseo, sin embargo, no siempre puede cumplirse fuera de sus países, ya que en ciertas ocasiones se producen dificultades económicas y técnicas. Tal y como explicó en una entrevista a este diario el presidente de la asociación Al-Mohsenin, Lahcen Ibiki Ohdar, cada repatriación cuesta unos 6.000 euros a las familias, por lo que en ocasiones, sobre todo en el caso de las personas en situación irregular, el precio es casi insostenible. Con el objetivo de ayudar a los que menos recursos tienen, algunas mezquitas realizan colectas para costear los gastos de la repatriación de las personas que mueren sin recursos.
Las dificultades técnicas se deben, principalmente, a que la ley islámica obliga a enterrar los cuerpos en contacto con la tierra, es decir, sin féretros, algo que choca con el reglamento de sanidad mortuoria de Euskadi, que no permite este tipo de enterramientos.
Tras estudiar las situaciones de las tres capitales vascas, el defensor del pueblo emitió un informe en el que "se instaba a las administraciones públicas y, principalmente a los Ayuntamientos, a aunar esfuerzos y voluntad de forma decidida para llegar a consensos tanto entre sí como con la comunidad musulmana en la toma de decisiones necesarias para posibilitar los enterramientos según sus ritos.
Al igual que la Corporación donostiarra, el director de Polloe recibió la resolución, que desde su punto de vista, "plantea una necesidad que no existe". Argumenta que el número de musulmanes fallecidos en Donostia "es mínimo", porque se trata de un colectivo joven que viene a trabajar. De ahí que los pocos que mueren lo hagan en la mayoría de los casos por causas accidentales.
Eso es, al menos, lo que dedujo Martínez después de reunirse con cuatro imanes de la provincia para plantearles la posibilidad de habilitar una dotación destinada a inhumaciones musulmanes para entierros temporales orientados a la Meca.
La propuesta sin embargo, no satisfizo a los líderes religiosos, porque según cuenta el director de Polloe, éstos buscaban un cementerio "totalmente privado en el que rigieran sus normas y se les asignara a perpetuidad".
La respuesta de Donostia fue negativa porque "lo impide la reglamentación de política sanitaria mortuoria, que es de obligado cumplimiento". Además, continúa, "la propia reglamentación municipal de cementerios prohíbe los enterramientos en tierra, por lo que se utilizan los nichos de hormigón para uno o varios cadáveres".
El responsable del cementerio municipal hace hincapié en que fue el Ararteko el que abrió el debate, ya que la comunidad musulmana no ha formulado una petición. Actualmente no hay demanda, el problema puede venir dentro de unos años cuando lo reclamen segundas y terceras generaciones de musulmanes", augura.
En ese caso, tal y como se lo explicó por escrito el gerente de Polloe al Ararteko, podría incluirse una dotación de un espacio destinado a enterramientos musulmanes. Explica que podría estudiarse una solución "semejante a la adoptada por el Ayuntamiento de Bilbao", que ha firmado un convenio con los representantes legítimos de la comunidad musulmana para cederle una parcela a cambio de un canon para un plazo de 49 años.
En ese caso, continúa Martínez, "habría que definir la condición de sepulturas de tierra, algo difícil de cumplir en estos momentos ". Por último, se tendría que considerar el carácter restrictivo de la dotación, sólo para los residentes de Donostia o ampliable al resto de Gipuzkoa.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
El Ararteko insta a las administraciones a aunar esfuerzos para llegar a consensos con la comunidad musulmana
Donostia. Volver a sus países de origen para ser enterrados siguiendo el rito funerario de la Sharia o la ley islámica. Ésa es la última voluntad de la mayoría de los musulmanes residentes en Donostia, que opta por la repatriación cuando muere. En la capital de Gipuzkoa, apenas hay casos de musulmanes que piden ser enterrados en el cementerio municipal de Polloe, donde en los últimos años sólo se han atendido los servicios de ocho ciudadanos que profesaban el islamismo. Cinco de ellos fueron repatriados a sus países de origen y de los otros tres que fueron enterrados, dos fueron servicios de caridad.
Eso es lo que respondió el director gerente de Polloe SA y presidente de la Asociación Nacional de Entidades y Empresas Municipales de Servicios Funerarios y de Cementerios, Juanjo Martínez, al Ararteko cuando el Defensor del Pueblo en la Comunidad Autónoma emprendió una actuación de oficio para analizar la "adecuación de los servicios públicos de los cementerios a las distintas creencias, especialmente a la comunidad musulmana".
El director de Polloe explicó al Ararteko que tres años atrás había estudiado el tema con varios imanes provinciales, quienes le expusieron que la mayoría de los musulmanes contraían pólizas para ser repatriados cuando mueren. En sus países de origen, siguiendo el rito musulmán, sus cuerpos sin vida son limpiados y perfumados, antes de cubrirlos con una tela natural de lino o algodón, antes de ser enterrados en contacto con la tierra, sin ataúd ni monumentos ostentosos, siempre mirando a la Meca.
Ese deseo, sin embargo, no siempre puede cumplirse fuera de sus países, ya que en ciertas ocasiones se producen dificultades económicas y técnicas. Tal y como explicó en una entrevista a este diario el presidente de la asociación Al-Mohsenin, Lahcen Ibiki Ohdar, cada repatriación cuesta unos 6.000 euros a las familias, por lo que en ocasiones, sobre todo en el caso de las personas en situación irregular, el precio es casi insostenible. Con el objetivo de ayudar a los que menos recursos tienen, algunas mezquitas realizan colectas para costear los gastos de la repatriación de las personas que mueren sin recursos.
Las dificultades técnicas se deben, principalmente, a que la ley islámica obliga a enterrar los cuerpos en contacto con la tierra, es decir, sin féretros, algo que choca con el reglamento de sanidad mortuoria de Euskadi, que no permite este tipo de enterramientos.
Tras estudiar las situaciones de las tres capitales vascas, el defensor del pueblo emitió un informe en el que "se instaba a las administraciones públicas y, principalmente a los Ayuntamientos, a aunar esfuerzos y voluntad de forma decidida para llegar a consensos tanto entre sí como con la comunidad musulmana en la toma de decisiones necesarias para posibilitar los enterramientos según sus ritos.
Al igual que la Corporación donostiarra, el director de Polloe recibió la resolución, que desde su punto de vista, "plantea una necesidad que no existe". Argumenta que el número de musulmanes fallecidos en Donostia "es mínimo", porque se trata de un colectivo joven que viene a trabajar. De ahí que los pocos que mueren lo hagan en la mayoría de los casos por causas accidentales.
Eso es, al menos, lo que dedujo Martínez después de reunirse con cuatro imanes de la provincia para plantearles la posibilidad de habilitar una dotación destinada a inhumaciones musulmanes para entierros temporales orientados a la Meca.
La propuesta sin embargo, no satisfizo a los líderes religiosos, porque según cuenta el director de Polloe, éstos buscaban un cementerio "totalmente privado en el que rigieran sus normas y se les asignara a perpetuidad".
La respuesta de Donostia fue negativa porque "lo impide la reglamentación de política sanitaria mortuoria, que es de obligado cumplimiento". Además, continúa, "la propia reglamentación municipal de cementerios prohíbe los enterramientos en tierra, por lo que se utilizan los nichos de hormigón para uno o varios cadáveres".
El responsable del cementerio municipal hace hincapié en que fue el Ararteko el que abrió el debate, ya que la comunidad musulmana no ha formulado una petición. Actualmente no hay demanda, el problema puede venir dentro de unos años cuando lo reclamen segundas y terceras generaciones de musulmanes", augura.
En ese caso, tal y como se lo explicó por escrito el gerente de Polloe al Ararteko, podría incluirse una dotación de un espacio destinado a enterramientos musulmanes. Explica que podría estudiarse una solución "semejante a la adoptada por el Ayuntamiento de Bilbao", que ha firmado un convenio con los representantes legítimos de la comunidad musulmana para cederle una parcela a cambio de un canon para un plazo de 49 años.
En ese caso, continúa Martínez, "habría que definir la condición de sepulturas de tierra, algo difícil de cumplir en estos momentos ". Por último, se tendría que considerar el carácter restrictivo de la dotación, sólo para los residentes de Donostia o ampliable al resto de Gipuzkoa.
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