domingo, 13 de junio de 2010

La comunidad islámica, con 15.000 residentes, pide respeto para el uso de velo

Pamplona, 13/06/2010,noticiasdenavarra.com, Ana Ibarra.

Estudiantes musulmanas (de espaldas)posando con el velo islámico. (Archivo)

Ningún ayuntamiento navarro, a diferencia de los catalanes, ha pedido su veto
Los musulmanes creen que la Comunidad Foral es tolerante con los símbolos

Pamplona. ¿Sumisión de la mujer o libertad de culto? Hiyab, burka, niqab... cada vez es más común encontrar en Navarra mujeres jóvenes que demuestran sus creencias religiosas cubriendo parte de su cuerpo, principalmente el pelo. Lo que para algunos es un acto de libertad de culto amparado por la Constitución para otros, los más beligerantes, representa una violación de los derechos humanos que atenta contra la dignidad de la mujer. Algunas asociaciones feministas creen que el velo impide a la mujer ser visible en las esferas de poder y simboliza su sumisión al hombre. Para otras voces sociales y las propias comunidades islámicas, aquí en Navarra, es un símbolo religioso e identitario que no interfiere en la convivencia diaria y, por lo tanto, se debe respetar. El debate sobre el velo, muchas veces más ficticio que real, suscita preguntas a raíz de iniciativas como las emprendidas por algunos ayuntamientos catalanes: ¿se debe prohibir su uso?, ¿por qué una niña de 15 años decide ponerse pañuelo, por convicción y para fortalecer sus rasgos identitarios, su pertenencia a un pueblo?

Llegaron de países árabes (la mayoría magrebíes) a nuestra comunidad hace más de diez años, trajeron sus credos y costumbres, y muchos de ellos han logrado la reagrupación familiar, de ahí que ahora resulte más visible la imagen de jóvenes con velo en nuestras calles. De hecho, los marroquíes (90% musulmanes) son ya la primera comunidad inmigrante con 9.572 residentes. Según diferentes fuentes consultadas (UPNA, UCIDE, Ministerio de Justicia y Gobierno foral) se estima que en Navarra hay entre 11.000 y 15.000 musulmanes (millón y medio en todo el país) en su mayoría de Marruecos, Argelia, Senegal, Guinea y también Bulgaria.

El debate se produce en el momento en que el Gobierno francés acaba de aprobar el proyecto de ley contra el uso del velo integral en los espacios públicos, si bien el Consejo Constitucional tiene decidido rechazar la ley. Asimismo, varios municipios catalanes han emprendido una cruzada contra esta prenda. El Ayuntamiento de Lleida ha aprobado con los votos de PSC, CIU y PP una moción que prohibe el velo integral (burka y niqab) en las dependencias municipales. La iniciativa provocó una cascada de reacciones similares en seis ayuntamientos catalanes, cuatro de Tarragona y dos de Lleida, y ya se ha ratificado en El Vendrell.

El caso de Najwa Malha, la niña marroquí que tuvo que cambiar de instituto en Pozuelo de Alarcón (Madrid) por asistir con el "hiyab" islámico, encendió las primeras alarmas. Pamplona vivió hace tres años un episodio similar si bien se solventó sin mayor controversia. En principio, los institutos navarros permiten a las alumnas musulmanas (unas 1.400) ir con velo a clase. La Administración educativa foral ha dejado en manos de la autonomía de los centros regular la cuestión de permitir o no asistir con el velo. El Estado estudia mientras tanto cómo regular una nueva ley de símbolos religiosos siguiendo la estela del laicismo francés.

Aunque el Corán no especifica ninguna edad, suelen empezar a ponérselo a partir de la adolescencia. Actualmente, en Navarra no son muchas las jóvenes de origen magrebí que llevan esta prenda, la mayoría en centros de la Ribera.

Para Hicham Bentaleb, secretario general de la asociación Cultura Marroquí sin Fronteras de Tudela, el velo tiene mayor implantación entre las mujeres mayores que entre las jóvenes. "Es una cuestión personal, no familiar, no se exige llevarlo. Hay plena libertad", precisa. En su opinión, existen diferentes maneras de sentirse aislado en una sociedad occidental, "lleves o no velo porque a lo mejor en el colegio ya te sientes diferente. No será el primer caso de dos compañeras, una autóctono y otra musulmana que estudian juntas hasta los 15 años y cuando la inmigrante decide ponerse el velo la familia nativa no acepta esa amistad". Muchas veces el velo representa un símbolo más que religioso, es "la pertenencia" a un grupo sobre el que por otro lado hay muchas formas de rechazo. Para Hicham, el burka o el chador nada tienen que ver con el Islam, son costumbres de países como Irán o Turquía. Cada país adopta unas costumbres. Es el caso de Marruecos donde más del 60% de las mujeres no llevan velo y "esa práctica se mantiene en Europa".

Jamila Boulenouar preside la asociación de mujeres musulmanas Alkawtar. En su organización hay de todo. "Depende de la educación recibida, lo cierto es que los musulmanes que llegan a Europa tienen una gran preocupación porque sus hijos no pierdan su religión y cultura, pero no conocemos ninguna familia que haya obligado a ello. Aquí enseñamos árabe", explica.

Para Mohamed Ajana, de la Unión de Comunidades Islámicas de España, "el velo no puede complacer a la familia porque se lo terminará quitando cuando no la vean, tiene que ser por convicción". Salvo algún caso aislado, "donde se recomienda que se denuncie", el velo no se percibe entre la sociedad como un problema que "preocupe". Más allá de la connotación religiosa, para Rubén Lasheras, experto en la UPNA en temas de inmigración y miembro del grupo de investigación Alter, el velo es un "referente simbólico, identitario y se lleva con una mayor normalidad que la que normalmente reflejan los medios de comunicación".

"Son miedos que se crean para alimentar un caudal de votos", señala Marcelo Argañaraz, presidente de la Coordinadora de Inmigrantes de Navarra. A título personal se muestra "en contra de la prohibición en cualquier circunstancia, hay que aceptar las diferencias siempre que no afecten a la dignidad de la persona. Ir en contra de algo significa que ese colectivo va a reafirmarse más en su pauta cultural", indica. "Sí creo que hay que contribuir a que estas mujeres aprendan el castellano para que tengan otros referentes, vivan otras realidades, no sólo la de sus comunidades islámicas". El velo tiene un componente de "visibilidad y desde el 11-S es reflejo de esa diferencia cultural, pero lo curioso es que nadie se alarma por la ablación genital de las africanas y sí del velo", aprecia.

doble rasero Para Tere Saez, técnica de igualdad, las medidas prohibicionistas, las que se imponen "van a terminar aislando a estas mujeres aún más y no ayudan a que tomen decisiones por sí mismas". "Yo defiendo una sociedad laica y que en los espacios públicos no haya velos ni se haga ostentación de otros símbolos, pero la realidad es que los ayuntamientos siguen realizando procesiones, tienen crucifijos en los salones de pleno y en las universidades hay monjas con hábito", explica. "Muchas de estas medidas no están enfocadas desde el punto de vista de la igualdad, más bien el criterio es ir en contra de un tipo de cultura", reitera. Por otro lado, se "identifican" prendas muy diferentes como "el burka, que es una cárcel, con el pañuelo que lo lleva mucha gente". Hay que conseguir que las mujeres "libremente decidan lo que quieran llevar". Para Fátima Frutos, escritora y feminista, en este tema existe una "hipocresía bestial" porque la sociedad occidental tiene otras "esclavitudes hacia la mujer e impone sus propios velos, patrones absolutamente opresivos y consumistas: tacones de once centímetros, pantalones de la talla 38, operaciones de estética, la anorexia... La revolución feminista en el mundo musulmán la debe liderar la propia mujer", apostilla.

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