El presidente del Centro de Estudios de Arqueología Bastetana propone un recorrido arqueológico que muestra los vestigios ibéricos y romanos en la zona norte de la provincia
Granada, 23.09.2008,granadahoy.com,Rosa Fernández.
Andrés M. Adroher, presidente del Centro de Estudios de Arqueología Bastetana (CEAB) es doctor en arqueología y profesor de la Universidad de Granada. Más de 20 años de experiencia le avalan, con una diversidad de campos y de espacios, siempre exclusivamente dentro del ámbito de la arqueología protohistórica y romana.
En 1985 empezó sus primeras experiencias en yacimientos como Los Millares (Almería), Ronda (Málaga) o Ampurias (Gerona). A partir de 1987 se integró en equipos de estudios de ciudades antiguas como la de Iliberri (Albaicín, Granada) o Acci (Guadix).
En 1988 se incorporó al laboratorio del Centre National de la Recherche Scientifique en Lattes, (Francia), para trabajar sobre los materiales protohistóricos del mediterráneo occidental, hasta el año 2002, bajo la dirección del investigador francés Michel Py.
En 1989 inició un proyecto en el yacimiento ibérico de Mas Castellar de Pontós (Gerona) hasta 1995, en codirección con Enriqueta Pons. Ese mismo año comenzó su primer proyecto como director en las altiplanicies granadinas, con un estudio sobre la arqueología en Puebla de Don Fadrique, proyecto que finalizó en el año 2002 con una completa publicación sobre la región con especial atención a los períodos históricos ibérico y romano.
Es precisamente en esta zona que tan bien conoce de donde el viajero esta semana inicia su ruta de la mano del arqueólogo. La zona norte de la provincia de Granada cuenta con importantes vestigios de su pasado más remoto.
En ella encontramos las huellas que dejaron los antiguos pobladores de la península, restos de las culturas argárica e ibérica y de la posterior dominación del territorio por parte de Roma. En el municipio de Puebla de Don Fadrique, lindando con las actuales provincias de Albacete, Murcia y Almería, se estableció una edificación militar romana que permite conocer el proceso de romanización de esta parte de la península: el castellum romano del Cerro del Trigo.
La ruta parte de Puebla de Don Fadrique, municipio situado en el extremo norte de la provincia, limítrofe ya con Murcia y Albacete. Desde esta población hay que tomar la carretera que nos conduce a María y que llevará hasta el destino de la excursión: el Campamento Romano del Cerro del Trigo.
La estrecha carretera conduce, tras pasar por una zona montañosa, a los fértiles llanos de Bugéjar. El paisaje que se abre ante los ojos está compuesto de extensas planicies cultivadas, que en primavera se tiñen de infinitas tonalidades de verde que contrastan con las montañas que aportan el agua vital a este llano.
El viajero llega a la zona conocida con el nombre de La Toscana, en la que hay un cruce de caminos. A la derecha, prácticamente en el mismo cruce, se encuentra la cortijada de Toscana Nueva, con su ermita y un curioso cementerio.
El itinerario continúa hacia la izquierda, por un carril que se dirige hacia un cerro que se encuentra en el centro de los llanos: El Cerro del Trigo, sobre el que se encuentra el campamento romano objeto de esta visita.
Se puede dejar el coche junto al cerro e iniciar la ascensión a pie, hasta llegar a su cima. Al ver la amplia panorámica que desde aquí se contempla se intuye la causa de que se erigiera en este lugar el campamento.
En la antigüedad estos llanos eran recorridos por una importante vía de comunicación: la Vía Heraclea, que comunicaba Cartago Nova con Cádiz; debido a la importancia comercial de la misma en la zona floreció la cultura ibérica, con dos ciudades fortificadas: la más importante, Arkilakis, situada en la zona montañosa al norte de los llanos, y el Cerro de la Cruz, que se ve desde el campamento, en las proximidades de la actual cortijada de Bugéjar. Al ser conquistada la zona por el ejército romano, se establece aquí el campamento tanto para vigilar el tránsito por la Vía Heráclea como para controlar posibles rebeliones de la población autóctona.
Recorriendo la cima del cerro se va teniendo idea de lo que fue este antiguo campamento o castellum, su denominación latina, del que sólo quedan las bases de sus muros rondados de una muralla que dibuja una ciudadela rectangular. Si se parte desde su extremo más oriental se encuentra una de las tres entradas de las que disponía el recinto, defendida por una torre y que da acceso a una calle que, en sentido Este-Oeste, recorre gran parte del campamento. A la derecha se ven restos de edificaciones, que corresponden a los barracones de los soldados, cada uno de ellos formado por dos habitaciones cuyos nombres romanos era contubernia y arma; la primera de ellas estaba destinada al reposo de los soldados y la segunda al almacenaje de las armas.
En la parte central de la fortificación se aprecian los restos de otro edificio, de planta cuadrada, probablemente una antigua torre en la que se situaba el cuartel general de la guarnición. Por último, ya en el extremo occidental, se encuentra un tercer edificio adosado a la muralla, dividido en tres habitaciones. Desde esta zona se contempla perfectamente la línea de murallas, alineadas en dirección Este-Oeste, que no darán una idea del tamaño que tuvo el castellum y de su importancia en el proceso de romanización esta zona.
Ya de vuelta a Puebla de Don Fadrique, no hay que dejar pasar la oportunidad de conocer este bello pueblo, paseando por sus intrincadas callejuelas y visitando la Iglesia de Santa María de la Quinta Angustia, impresionante templo edificado en una mezcla de los estilos gótico y renacentista, en el que destaca la imagen titular de la iglesia, bellísimo busto de una dolorosa esculpida por el genial escultor José de Mora.
Además, al norte del pueblo, en la carretera de la Losa encontramos una mezquita árabe donde se desarrollan cursos islámicos. Otra visita obligada.
En 1985 empezó sus primeras experiencias en yacimientos como Los Millares (Almería), Ronda (Málaga) o Ampurias (Gerona). A partir de 1987 se integró en equipos de estudios de ciudades antiguas como la de Iliberri (Albaicín, Granada) o Acci (Guadix).
En 1988 se incorporó al laboratorio del Centre National de la Recherche Scientifique en Lattes, (Francia), para trabajar sobre los materiales protohistóricos del mediterráneo occidental, hasta el año 2002, bajo la dirección del investigador francés Michel Py.
En 1989 inició un proyecto en el yacimiento ibérico de Mas Castellar de Pontós (Gerona) hasta 1995, en codirección con Enriqueta Pons. Ese mismo año comenzó su primer proyecto como director en las altiplanicies granadinas, con un estudio sobre la arqueología en Puebla de Don Fadrique, proyecto que finalizó en el año 2002 con una completa publicación sobre la región con especial atención a los períodos históricos ibérico y romano.
Es precisamente en esta zona que tan bien conoce de donde el viajero esta semana inicia su ruta de la mano del arqueólogo. La zona norte de la provincia de Granada cuenta con importantes vestigios de su pasado más remoto.
En ella encontramos las huellas que dejaron los antiguos pobladores de la península, restos de las culturas argárica e ibérica y de la posterior dominación del territorio por parte de Roma. En el municipio de Puebla de Don Fadrique, lindando con las actuales provincias de Albacete, Murcia y Almería, se estableció una edificación militar romana que permite conocer el proceso de romanización de esta parte de la península: el castellum romano del Cerro del Trigo.
La ruta parte de Puebla de Don Fadrique, municipio situado en el extremo norte de la provincia, limítrofe ya con Murcia y Albacete. Desde esta población hay que tomar la carretera que nos conduce a María y que llevará hasta el destino de la excursión: el Campamento Romano del Cerro del Trigo.
La estrecha carretera conduce, tras pasar por una zona montañosa, a los fértiles llanos de Bugéjar. El paisaje que se abre ante los ojos está compuesto de extensas planicies cultivadas, que en primavera se tiñen de infinitas tonalidades de verde que contrastan con las montañas que aportan el agua vital a este llano.
El viajero llega a la zona conocida con el nombre de La Toscana, en la que hay un cruce de caminos. A la derecha, prácticamente en el mismo cruce, se encuentra la cortijada de Toscana Nueva, con su ermita y un curioso cementerio.
El itinerario continúa hacia la izquierda, por un carril que se dirige hacia un cerro que se encuentra en el centro de los llanos: El Cerro del Trigo, sobre el que se encuentra el campamento romano objeto de esta visita.
Se puede dejar el coche junto al cerro e iniciar la ascensión a pie, hasta llegar a su cima. Al ver la amplia panorámica que desde aquí se contempla se intuye la causa de que se erigiera en este lugar el campamento.
En la antigüedad estos llanos eran recorridos por una importante vía de comunicación: la Vía Heraclea, que comunicaba Cartago Nova con Cádiz; debido a la importancia comercial de la misma en la zona floreció la cultura ibérica, con dos ciudades fortificadas: la más importante, Arkilakis, situada en la zona montañosa al norte de los llanos, y el Cerro de la Cruz, que se ve desde el campamento, en las proximidades de la actual cortijada de Bugéjar. Al ser conquistada la zona por el ejército romano, se establece aquí el campamento tanto para vigilar el tránsito por la Vía Heráclea como para controlar posibles rebeliones de la población autóctona.
Recorriendo la cima del cerro se va teniendo idea de lo que fue este antiguo campamento o castellum, su denominación latina, del que sólo quedan las bases de sus muros rondados de una muralla que dibuja una ciudadela rectangular. Si se parte desde su extremo más oriental se encuentra una de las tres entradas de las que disponía el recinto, defendida por una torre y que da acceso a una calle que, en sentido Este-Oeste, recorre gran parte del campamento. A la derecha se ven restos de edificaciones, que corresponden a los barracones de los soldados, cada uno de ellos formado por dos habitaciones cuyos nombres romanos era contubernia y arma; la primera de ellas estaba destinada al reposo de los soldados y la segunda al almacenaje de las armas.
En la parte central de la fortificación se aprecian los restos de otro edificio, de planta cuadrada, probablemente una antigua torre en la que se situaba el cuartel general de la guarnición. Por último, ya en el extremo occidental, se encuentra un tercer edificio adosado a la muralla, dividido en tres habitaciones. Desde esta zona se contempla perfectamente la línea de murallas, alineadas en dirección Este-Oeste, que no darán una idea del tamaño que tuvo el castellum y de su importancia en el proceso de romanización esta zona.
Ya de vuelta a Puebla de Don Fadrique, no hay que dejar pasar la oportunidad de conocer este bello pueblo, paseando por sus intrincadas callejuelas y visitando la Iglesia de Santa María de la Quinta Angustia, impresionante templo edificado en una mezcla de los estilos gótico y renacentista, en el que destaca la imagen titular de la iglesia, bellísimo busto de una dolorosa esculpida por el genial escultor José de Mora.
Además, al norte del pueblo, en la carretera de la Losa encontramos una mezquita árabe donde se desarrollan cursos islámicos. Otra visita obligada.
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