jueves, 6 de agosto de 2015

Mataró explora nuevas soluciones a la fragil convivencia vecinal

Mataró-Maresme,06/08/2015,La Vanguardia


Rezo en la mezquita de Rocafonda Pedro Catena / La Vanguardia

Vecinos de los barrios Rocafonda, Palau y Cerdanyola se quejan por el incivismo nocturno en verano y la comunidad musulmana pide disculpas

La celebración del ayuno musulmán ha vuelto a dejar un agrio sabor a incivismo en Mataró (Maresme) a causa de las quejas de vecinos en los barrios de Rocafonda, Palau y Cerdanyola, agitadas por las actitudes incívicas que impiden el descanso nocturno. El conflicto se mantiene durante todo el verano, por lo que el Ayuntamiento de Mataró impulsa nuevas acciones para evitar que este choque entre culturas acabe en confrontación. La concentración de personas en lugares públicos, que se acentúa durante el Ramadán y la presencia de menores por calles y parques hasta altas horas de la madrugada, incentiva las críticas de los propios representantes musulmanes, que apoyan al Ayuntamiento y admiten la ineficacia de las campaña de civismo. 

“Se impone mano dura contra las terrazas” compara José Manuel López, portavoz del PP, “pero no se aplica la normativa cívica a ciertas comunidades religiosas”. Para el regidor, la inacción es una maniobra electoralista de PSC y CiU “para evitar enojar a los 3.000 potenciales votantes musulmanes”. Los tumultos a altas horas de la madrugada “charlando y gritando” imposibilita el descanso. Si se suma que “decenas de niños campan por las calles, jugando y gritando, mientras sus padres están ausentes” la situación reiterada es tan insostenible que hasta la propia comunidad musulmana Alouahda de la mezquita de Rocafonda la eleva a categoría de “problema grave de incivismo”.

“A los vecinos musulmanes que tienen que trabajar al día siguiente también les molestan estas actitudes” admite Abdessalam El Bakali, secretario del centro religioso. “Tenemos muchas quejas de musulmanes denunciando estos hechos” por lo que también insisten en aplicar las normativas de civismo “para atajar la problemática de cada verano”. Para los miembros de Alouahda “nuestra capacidad está limitada a orientar y concienciar en el respeto mutuo” como intenta reflejar en sus discursos el imán durante el culto. Apuestan por trabajar conjuntamente en “mejorar la convivencia y la cohesión social del barrio y la ciudad en general” y ante todo “pedimos disculpas y nos comprometemos a que esto no vuelva a ocurrir” durante el Ramadán.

Quien está dispuesto a que este conflicto no se le vuelva a escapar y se reproduzcan los incidentes de otros veranos, es el nuevo gobierno de Mataró (PSC-CiU). La concejal de Via Pública, Núria Moreno, ha empezado dando ejemplo y ha incoado un expediente sancionador a la mezquita Alouahda por infringir la Ordenanza Cívica por tener los altavoces exteriores a un volumen excesivo. “Hemos recibido decenas de quejas” admite la edil socialista, pese al plan de contingencia que cada año activa la Policía Local. Los mediadores culturales intentan actuar con los padres, pero los menores siguen solos y de noche. Las patrullas de voluntarios musulmanes llaman la atención a quienes vulneran el derecho al descanso, pero tampoco pueden abarcar todos los espacios públicos.

Los más parecido a una solución provisional ha sido instaurar actividades lúdicas nocturnas para los niños, con cinco monitores abriendo las instalaciones deportivas exclusivamente para ellos, pero tampoco ha contribuido a paliar la problemática. “Es preciso aplicar a rajatabla la normativa de civismo en estos casos, como se hace con las fiestas de los barrios” aboga Juan Sánchez, presidente de la Federació d’Associacions de Veïns de Mataró, consciente de que, de no intervenir con celeridad “una molestia nocturna puede derivar en un grave conflicto vecinal” como ya ha sucedido antes en la capital del Maresme. Por ello, Sánchez, ya ha pedido al consistorio que modifique las fórmulas empleadas hasta ahora y estudie nuevas estrategias para garantizar la convivencia vecinal.

Precisamente, entre los vecinos de Rocafonda, un barrio que aglutina el 40% de la comunidad magrebí de la ciudad, la tensión sube. Antonio vive en un primero de la calle Pablo Picasso y critica tanto la inacción policial como la actitud de sus vecinos musulmanes: “Si les llamas la atención, se te encaran, te insultan, te llaman racista con pasmosa facilidad e incluso buscan la confrontación”. Desde la calle, el punto de vista de un agente policial que exige preservar el anonimato, es distinto: “El problema es que hay poca policía en la calle” más cuando en julio y agosto los efectivos “están bajo mínimos”. Una situación que tampoco desaprovecha “la treintena de delincuentes multireincidentes para incrementar sus actividades” con lo que abonan las críticas que acaban mezclando peligrosamente conceptos como “delincuencia y religión” alerta el agente.

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