Soraya Syed, británica de origen franco-pakistaní, trabaja en su estudio en Londres. Syed calcula que las mujeres representan un 20% o 30% de los profesionales calígrafos tradicionales islámicos. Fotos cortesía de Peter Sanders Photography y Art of the Pen ©.
Que no se puedan representar formas humanas no quiere decir que no persista la natural inclinación hacia lo bello a través del arte.
Es por eso que, en el mundo musulmán, las letras son todo un arte... el arte de la caligrafía.
La caligrafía tradicional islámica se ha abierto paso a través de los siglos en la tradición islámica como un arte que no deja de estar íntimamente relacionado con lo religioso.
No en vano, los versos del Corán han sido y siguen siendo el motivo principal de representación.
"Tiene una dimensión religiosa, pero no lo es necesariamente todo el tiempo", le explicó a BBC Mundo Soraya Syed, una de las pocas mujeres que se dedican profesionalmente a la caligrafía en Europa.
"El motivo representado puede ser cualquier cosa, depende de quien lo encarga. Puede ser un verso del Corán, pero también un poema o hasta el nombre de una persona que se ofrece como regalo de bodas", señala Syed desde su estudio en Londres.
Tradición oral
La copa del amor divino
Las letras pueden llegar a convertirse casi en dibujos, como en "La copa del amor divino" de Soraya Syed.
De acuerdo con la tradición, el arcángel Gabriel se le apareció a Mahoma en una cueva cercana de La Meca, en lo que hoy es Arabia Saudita. El ángel le ordenó recitar y memorizar lo que se convertirían en las primeras palabras del Corán.
Desde el año 610 y hasta su muerte más de dos décadas después, el profeta continuó recibiendo el mensaje divino, verso por verso.
"Una interpretación laica de cualquier texto sagrado diría que es una producción humana. Pero la creencia tradicional estima que es la palabra de Dios. No un trabajo de coautoría entre Dios y el profeta. Dios lo escribió", explica Tim Winter, profesor de estudios islámicos en la Universidad de Cambridge.
En sus inicios, el Corán fue transmitido de forma oral por los seguidores del profeta, pero después de su muerte, sus seguidores sintieron la necesidad de producir una versión estandarizada de las revelaciones.
El proceso tomó tiempo. En el 650, durante el reinado del tercer califa Uthman, los estudiosos completaron su trabajo.
El arte
Con el paso de los años, aparecieron auténticos tesoros entre las transcripciones del Corán. En la Biblioteca Británica en Londres se conservan algunos, como el datado entre los siglos VII y VIII, u otro del siglo XIV, hechos enteramente en oro.
La riqueza ornamental de la escritura del texto sagrado pronto se convirtió en un arte que, con el tiempo, llegó a trascender la esfera de lo estrictamente religioso, como explica Syed.
"El gusto por la belleza es universal. Quienes encargan los trabajos no son necesariamente de la misma creencia, o incluso puede que no tengan religión, simplemente aprecian la técnica y la belleza de las letras. Eso puede hablarle a cualquiera".
"Pero para mí el aspecto espiritual es muy importante. Lo que hago forma parte de mi fe y de quien soy yo", aclara.
Sobre su trabajo, cuenta que lo que le toma más tiempo es el diseño. "Acoplar el texto y entender el espacio para que resulte armonioso sin alterar el perfil de las letras".
Calígrafa y mujer
Soraya Syed trabaja como caligrafista en su estudio de Londres, donde nació y creció.
Syed apunta que aunque en la escuela de Estambul en que obtuvo su icazetname -el diploma que la certifica como calígrafa-, casi el 70% eran mujeres, el número de profesionales deben ser entre el 20% y 30%.
Según Syed, "en las clases había tantas mujeres porque muchas no estaban autorizadas para ir a la escuela o la universidad, y optaron por estudiar arte, donde no hay ese tipo de barreras".
"De hecho, la caligrafía es vista como una virtud".
Por otro lado, hay tan pocas que han hecho de la caligrafía su modo de ganarse la vida, explica Syed, porque es muy absorbente: "como cualquier arte, puede convertirse en una obsesión".
"Vives y respiras caligrafía. Para ser cada vez mejor necesitas practicar todo el tiempo. Esto no es siempre posible para mujeres que tienen hijos o un compromiso con su familia".
"Aunque eso también está cambiando. El año pasado se organizó la primera exhibición de mujeres caligrafistas en Estambul".
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
Que no se puedan representar formas humanas no quiere decir que no persista la natural inclinación hacia lo bello a través del arte.
Es por eso que, en el mundo musulmán, las letras son todo un arte... el arte de la caligrafía.
La caligrafía tradicional islámica se ha abierto paso a través de los siglos en la tradición islámica como un arte que no deja de estar íntimamente relacionado con lo religioso.
No en vano, los versos del Corán han sido y siguen siendo el motivo principal de representación.
"Tiene una dimensión religiosa, pero no lo es necesariamente todo el tiempo", le explicó a BBC Mundo Soraya Syed, una de las pocas mujeres que se dedican profesionalmente a la caligrafía en Europa.
"El motivo representado puede ser cualquier cosa, depende de quien lo encarga. Puede ser un verso del Corán, pero también un poema o hasta el nombre de una persona que se ofrece como regalo de bodas", señala Syed desde su estudio en Londres.
Tradición oral
La copa del amor divino
Las letras pueden llegar a convertirse casi en dibujos, como en "La copa del amor divino" de Soraya Syed.
De acuerdo con la tradición, el arcángel Gabriel se le apareció a Mahoma en una cueva cercana de La Meca, en lo que hoy es Arabia Saudita. El ángel le ordenó recitar y memorizar lo que se convertirían en las primeras palabras del Corán.
Desde el año 610 y hasta su muerte más de dos décadas después, el profeta continuó recibiendo el mensaje divino, verso por verso.
"Una interpretación laica de cualquier texto sagrado diría que es una producción humana. Pero la creencia tradicional estima que es la palabra de Dios. No un trabajo de coautoría entre Dios y el profeta. Dios lo escribió", explica Tim Winter, profesor de estudios islámicos en la Universidad de Cambridge.
En sus inicios, el Corán fue transmitido de forma oral por los seguidores del profeta, pero después de su muerte, sus seguidores sintieron la necesidad de producir una versión estandarizada de las revelaciones.
El proceso tomó tiempo. En el 650, durante el reinado del tercer califa Uthman, los estudiosos completaron su trabajo.
El arte
Con el paso de los años, aparecieron auténticos tesoros entre las transcripciones del Corán. En la Biblioteca Británica en Londres se conservan algunos, como el datado entre los siglos VII y VIII, u otro del siglo XIV, hechos enteramente en oro.
La riqueza ornamental de la escritura del texto sagrado pronto se convirtió en un arte que, con el tiempo, llegó a trascender la esfera de lo estrictamente religioso, como explica Syed.
"El gusto por la belleza es universal. Quienes encargan los trabajos no son necesariamente de la misma creencia, o incluso puede que no tengan religión, simplemente aprecian la técnica y la belleza de las letras. Eso puede hablarle a cualquiera".
"Pero para mí el aspecto espiritual es muy importante. Lo que hago forma parte de mi fe y de quien soy yo", aclara.
Sobre su trabajo, cuenta que lo que le toma más tiempo es el diseño. "Acoplar el texto y entender el espacio para que resulte armonioso sin alterar el perfil de las letras".
Calígrafa y mujer
Soraya Syed trabaja como caligrafista en su estudio de Londres, donde nació y creció.
Syed apunta que aunque en la escuela de Estambul en que obtuvo su icazetname -el diploma que la certifica como calígrafa-, casi el 70% eran mujeres, el número de profesionales deben ser entre el 20% y 30%.
Según Syed, "en las clases había tantas mujeres porque muchas no estaban autorizadas para ir a la escuela o la universidad, y optaron por estudiar arte, donde no hay ese tipo de barreras".
"De hecho, la caligrafía es vista como una virtud".
Por otro lado, hay tan pocas que han hecho de la caligrafía su modo de ganarse la vida, explica Syed, porque es muy absorbente: "como cualquier arte, puede convertirse en una obsesión".
"Vives y respiras caligrafía. Para ser cada vez mejor necesitas practicar todo el tiempo. Esto no es siempre posible para mujeres que tienen hijos o un compromiso con su familia".
"Aunque eso también está cambiando. El año pasado se organizó la primera exhibición de mujeres caligrafistas en Estambul".
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