El arabista y ex rector de la Universidad Autónoma de Madrid Pedro Martínez Montávez criticó hoy a los gobiernos occidentales que "practican un doble juego en el mundo árabe y en otras partes del mundo" porque "sostienen regímenes ficticiamente demócratas mientras les interesa y, cuando ven que su tiempo está agotado, los dejan caer o hacen todo lo posible porque caigan".
En declaraciones a Servimedia sobre los movimientos sociales de las últimas semanas en Túnez, Yemen y Egipto, Martínez Montávez señaló que "en Occidente interesa instalar regímenes que aparentemente cumplan los requisitos mínimos de la democracia y a la vez sean fácilmente manejables desde el exterior".
En el caso concreto de Egipto, dictaminó que la intención occidental es que, con la coartada de "eso que se presenta como revolución", se puedan instaurar "regímenes aparentemente renovados pero que sigan sienndo controlados" desde EEUU, en cuyo Gobierno vislumbra una escalada de declaracniones. A juicio de Martínez Montávez, éste es un juego "peligroso", porque si la revuelta se desborda se convertirá en "imprevisible".
Para este estudioso, "cualquier estallido de ira popular en un país árabe es comprensible", al tratarse de pueblos que han llegado "al límite de la resistencia y la desesperación" y son víctima de la "tremenda carestía", la falta de libertades y la corrupción de las clases dirigentes, que "carecen de legitimidad" y se mantienen en el poder porque controlan sus resortes y "porque han contado con el beneplácito de Occidente".
Por ello, aunque reconoció que las redes sociales por Internet "han tenido que influir", porque "han posibilitado un conocimiento mayor de la corrupción y la represión", considera que su proliferación no explica totalmente la reacción popular, que ha encontrado ahora "una circunstancia más favorable" pero cree que podía haber estallado igualmente antes.
Según Martínez Montávez, en Egipto las disensiones dentro del régimen eran observables desde hace tiempo por el empeño del presidente Hosni Mubarak, fuertemente influido por su esposa, en declarar sucesor a su hijo Kamal, "un personaje ni querido ni aceptado" por la mayoría del pueblo y buena parte de las élites políticas y culturales.
EL FUTURO
Ve una diferencia fundamental con Túnez, por demografía, peso político y representatividad en el islam, y no quiere "especular" sobre si el fenómeno se extenderá a otros países como Marruecos, porque cada uno es distinto, pero barajó que lo haga tanto hacia el este como el oeste. Ahora bien, puntualizó, "si se extiende por Oriente Próximo, los efectos que se pueden derivar podrían ser muchísimo más graves y tener repercusiones universales".
Sobre la posibilidad de que los fundamentalistas lleguen a apoderarse de estos movimientos sociales, Martínez Montávez reprochó que "la visión que se tiene del islamismo desde Occidente es reduccionista y no corresponde a la realidad", que es mucho más heterogénea.
A este respecto, afirmó que los Hermanos Musulmanes "son desde hace tiempo una opción política y social enormemente importante y socialmente asentada" en Egipto, que abarca a profesionales y tecnócratas, y cuya inhibición inicial en los sucesos atribuyó a que daban por hecho que seguiría adelante y no tenían por qué explicitar sus consignas.
El ex rector de la Universidad Autónoma de Madrid advirtió de que la solución que se adopte en Egipto tendrá que permitir la formación de un sistema político que refleje la pluralidad social del país mediante el consenso y la negociación y que abra un proceso electoral en un tiempo "no excesivamente dilatado.
Menos certidumbre le merece el Premio Nobel de la Paz Mohamed El Baradei, quien acaba de sumarse a la revuelta y que, aun reconociéndole su capacidad negociadora y su perfil internacional, no le parece que tenga "mucha conexión con el pueblo egipcio". Según indicó, gran parte de la población "ha empezado a oír hablar de él hace poco tiempo" y "hay bastantes que lo identifican como uno de los hombres de EEUU".
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
En declaraciones a Servimedia sobre los movimientos sociales de las últimas semanas en Túnez, Yemen y Egipto, Martínez Montávez señaló que "en Occidente interesa instalar regímenes que aparentemente cumplan los requisitos mínimos de la democracia y a la vez sean fácilmente manejables desde el exterior".
En el caso concreto de Egipto, dictaminó que la intención occidental es que, con la coartada de "eso que se presenta como revolución", se puedan instaurar "regímenes aparentemente renovados pero que sigan sienndo controlados" desde EEUU, en cuyo Gobierno vislumbra una escalada de declaracniones. A juicio de Martínez Montávez, éste es un juego "peligroso", porque si la revuelta se desborda se convertirá en "imprevisible".
Para este estudioso, "cualquier estallido de ira popular en un país árabe es comprensible", al tratarse de pueblos que han llegado "al límite de la resistencia y la desesperación" y son víctima de la "tremenda carestía", la falta de libertades y la corrupción de las clases dirigentes, que "carecen de legitimidad" y se mantienen en el poder porque controlan sus resortes y "porque han contado con el beneplácito de Occidente".
Por ello, aunque reconoció que las redes sociales por Internet "han tenido que influir", porque "han posibilitado un conocimiento mayor de la corrupción y la represión", considera que su proliferación no explica totalmente la reacción popular, que ha encontrado ahora "una circunstancia más favorable" pero cree que podía haber estallado igualmente antes.
Según Martínez Montávez, en Egipto las disensiones dentro del régimen eran observables desde hace tiempo por el empeño del presidente Hosni Mubarak, fuertemente influido por su esposa, en declarar sucesor a su hijo Kamal, "un personaje ni querido ni aceptado" por la mayoría del pueblo y buena parte de las élites políticas y culturales.
EL FUTURO
Ve una diferencia fundamental con Túnez, por demografía, peso político y representatividad en el islam, y no quiere "especular" sobre si el fenómeno se extenderá a otros países como Marruecos, porque cada uno es distinto, pero barajó que lo haga tanto hacia el este como el oeste. Ahora bien, puntualizó, "si se extiende por Oriente Próximo, los efectos que se pueden derivar podrían ser muchísimo más graves y tener repercusiones universales".
Sobre la posibilidad de que los fundamentalistas lleguen a apoderarse de estos movimientos sociales, Martínez Montávez reprochó que "la visión que se tiene del islamismo desde Occidente es reduccionista y no corresponde a la realidad", que es mucho más heterogénea.
A este respecto, afirmó que los Hermanos Musulmanes "son desde hace tiempo una opción política y social enormemente importante y socialmente asentada" en Egipto, que abarca a profesionales y tecnócratas, y cuya inhibición inicial en los sucesos atribuyó a que daban por hecho que seguiría adelante y no tenían por qué explicitar sus consignas.
El ex rector de la Universidad Autónoma de Madrid advirtió de que la solución que se adopte en Egipto tendrá que permitir la formación de un sistema político que refleje la pluralidad social del país mediante el consenso y la negociación y que abra un proceso electoral en un tiempo "no excesivamente dilatado.
Menos certidumbre le merece el Premio Nobel de la Paz Mohamed El Baradei, quien acaba de sumarse a la revuelta y que, aun reconociéndole su capacidad negociadora y su perfil internacional, no le parece que tenga "mucha conexión con el pueblo egipcio". Según indicó, gran parte de la población "ha empezado a oír hablar de él hace poco tiempo" y "hay bastantes que lo identifican como uno de los hombres de EEUU".
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