Los árabe estadounidenses y otros musulmanes en EEUU siguen enfrentando un grado inusitado tanto de discriminación como de aceptación, según un investigador de la Universidad de Michigan que encabezó un estudio en profundidad de las comunidades árabes y caldeas más visibles del país.
“Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 la reacción contra los árabe- estadounidenses y musulmanes en el área de Detroit fue fuerte e inmediata”, dijo el investigador de la UM, Wayne Baker, coautor de “Citizenhip and Crisis: Arab Detroit After 9/11”, publicado recientemente por la Fundación Russell Sage. “Detroit se vio arrastrado a la ‘guerra contra el terrorismo’ casi por reflejo político y, en muchos aspectos, el impacto continúa”.
Baker, un científico investigador en el Instituto de Investigación Social (ISR) de la UM, y profesor en la Escuela Stephen M. Ross de Empresas, en la UM, es parte del Equipo de Estudio de Árabes-Estadounidenses de Detroit, que incluye a las investigadoras de la UM, Rally Howell, Ann Chih Lin, Andrew Shyrock, Ronald Stockton y Mark Tessler, y el investigador de la Universidad de Princeton, Amaney Jamal. Todos son coautores de ”Citizenship and Crisis”.
En el libro el equipo explora la forma en que los prejuicios culturales que, a menudo, han marginado a la comunidad árabe de Detroit se expresó después del 11 de septiembre, y analiza cómo las comunidades árabes del área metropolitana de Detroit han continuado prosperando a pesar de la reacción negativa significativa de aquella crisis.
“Los árabes y musulmanes que viven en Estados Unidos enfrentan, reiteradamente, situaciones en las cuales sus países de origen, o los árabes y musulmanes en general, aparecen como enemigos de Estados Unidos y de sus aliados en el Oriente Medio”, dijo Baker. “Como resultado, los árabe-estadounidenses continuamente deben probarse a sí mismos, deben tranquilizar a sus compatriotas en el sentido de que ellos pertenecen a este país, que son leales, que no son una amenaza para la seguridad nacional”.
Los autores del libro creen que los árabe-estadounidenses iluminan las contradicciones en el ethos multicultural que domina el concepto y la práctica de la ciudadanía en Estados Unidos. Los árabe-estadounidenses han sido blanco de un tratamiento más severo, incluidas la vigilancia selectiva, la deportación, y la detención sin debido proceso, como asimismo la congelación preventiva de activos financieros, vandalismos e insultos personales. Pero también se han beneficiado de las políticas de inclusión y aceptación.
Detroit ha visto el establecimiento del Museo Nacional Árabe Estadounidense, la expansión de las organizaciones de la comunidad árabe estadounidense, y la elección y designación de ciudadanos árabes y musulmanes a cargos políticos, apuntan los autores. El área también ha visto nuevas colaboraciones entre las organizaciones árabes estadounidenses de derechos civiles, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y el Departamento de Seguridad Nacional de EEUU, como asimismo la creación de programas de estudios árabe-estadounidenses e islámicos en las universidades del área, y la fundación y expansión de, por lo menos, una docena de mezquitas nuevas.
Las comunidades árabes y musulmanas de Detroit también han encarado problemas adicionales: la intensificación de la violencia en Iraq, el aumento de los desalojos y el derramamiento de sangre en Gaza y la Cisjordania, una devastadora invasión israelí del Líbano en 2006, y el continuo escrutinio, la suspicacia y el hostigamiento táctico de los árabe estadounidenses y los musulmanes por parte de la policía de su propio gobierno.
Pero los autores llegan a la conclusión de que hay, también, buenas razones para el optimismo, y para la esperanza de que las tensiones entre inclusión y estigma en última instancia sirven para unir a la comunidad y estimulan los esfuerzos de organización y el activismo que son esenciales APRA el éxito de la comunidad árabe en el área de Detroit.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
“Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 la reacción contra los árabe- estadounidenses y musulmanes en el área de Detroit fue fuerte e inmediata”, dijo el investigador de la UM, Wayne Baker, coautor de “Citizenhip and Crisis: Arab Detroit After 9/11”, publicado recientemente por la Fundación Russell Sage. “Detroit se vio arrastrado a la ‘guerra contra el terrorismo’ casi por reflejo político y, en muchos aspectos, el impacto continúa”.
Baker, un científico investigador en el Instituto de Investigación Social (ISR) de la UM, y profesor en la Escuela Stephen M. Ross de Empresas, en la UM, es parte del Equipo de Estudio de Árabes-Estadounidenses de Detroit, que incluye a las investigadoras de la UM, Rally Howell, Ann Chih Lin, Andrew Shyrock, Ronald Stockton y Mark Tessler, y el investigador de la Universidad de Princeton, Amaney Jamal. Todos son coautores de ”Citizenship and Crisis”.
En el libro el equipo explora la forma en que los prejuicios culturales que, a menudo, han marginado a la comunidad árabe de Detroit se expresó después del 11 de septiembre, y analiza cómo las comunidades árabes del área metropolitana de Detroit han continuado prosperando a pesar de la reacción negativa significativa de aquella crisis.
“Los árabes y musulmanes que viven en Estados Unidos enfrentan, reiteradamente, situaciones en las cuales sus países de origen, o los árabes y musulmanes en general, aparecen como enemigos de Estados Unidos y de sus aliados en el Oriente Medio”, dijo Baker. “Como resultado, los árabe-estadounidenses continuamente deben probarse a sí mismos, deben tranquilizar a sus compatriotas en el sentido de que ellos pertenecen a este país, que son leales, que no son una amenaza para la seguridad nacional”.
Los autores del libro creen que los árabe-estadounidenses iluminan las contradicciones en el ethos multicultural que domina el concepto y la práctica de la ciudadanía en Estados Unidos. Los árabe-estadounidenses han sido blanco de un tratamiento más severo, incluidas la vigilancia selectiva, la deportación, y la detención sin debido proceso, como asimismo la congelación preventiva de activos financieros, vandalismos e insultos personales. Pero también se han beneficiado de las políticas de inclusión y aceptación.
Detroit ha visto el establecimiento del Museo Nacional Árabe Estadounidense, la expansión de las organizaciones de la comunidad árabe estadounidense, y la elección y designación de ciudadanos árabes y musulmanes a cargos políticos, apuntan los autores. El área también ha visto nuevas colaboraciones entre las organizaciones árabes estadounidenses de derechos civiles, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y el Departamento de Seguridad Nacional de EEUU, como asimismo la creación de programas de estudios árabe-estadounidenses e islámicos en las universidades del área, y la fundación y expansión de, por lo menos, una docena de mezquitas nuevas.
Las comunidades árabes y musulmanas de Detroit también han encarado problemas adicionales: la intensificación de la violencia en Iraq, el aumento de los desalojos y el derramamiento de sangre en Gaza y la Cisjordania, una devastadora invasión israelí del Líbano en 2006, y el continuo escrutinio, la suspicacia y el hostigamiento táctico de los árabe estadounidenses y los musulmanes por parte de la policía de su propio gobierno.
Pero los autores llegan a la conclusión de que hay, también, buenas razones para el optimismo, y para la esperanza de que las tensiones entre inclusión y estigma en última instancia sirven para unir a la comunidad y estimulan los esfuerzos de organización y el activismo que son esenciales APRA el éxito de la comunidad árabe en el área de Detroit.
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