Imagen del de tipo lobulado aparecido. / P. ALONSO / AGMEl santuario de la Virgen de las Huertas se asienta sobre los restos de una edificación de origen árabe que data de finales del siglo X y principios del XI
El muro aparecido tiene varios arcos, uno de ellos lobulado y otro de herradura
El santuario de la patrona, Santa María la Real de las Huertas, que estos días cercanos a su festividad atrae las miradas y la presencia de los lorquinos con mucha más asiduidad que el resto del año, se asienta sobre los que parece ser fue un importante edificio de carácter palacial que, según los arqueólogos Juan Ponce, andrés Martínez y Enrique Pérez, que participaron en las excavaciones levadas a cabo hace unos años, «fue mandado construir por una persona con una estrecha relación con el poder califal y que participaba de los gustos de la capital».
Los únicos restos arquitectónicos documentados de este destacado edificio, que se encuentra bajo una parte del templo, están configurados, como señalan los expertos, por un paramento de sillería construido a soga y tizón, típico de la arquitectura cordobesa, con tres vanos, de los cuales se puede apreciar la morfología del arco oriental lobulado y del central, cuyo trazado de herradura apuntado se enmarca a finales del siglo X.
El descubrimiento de estos restos tuvo lugar a raíz de las obras de consolidación de la escalera Totta Pulchra del claustro del convento franciscano hace ya varios años y, tras una primera tanda de excavaciones no se ha proseguido con el estudio y descubrimiento de l resto de la edificación que por un extremo se introduce bajo una de las capillas de la iglesia y por el otro extremo bajo un huerto del citado convento.
Los arqueólogos apuntaron en su momento, y como hipótesis a falta de confirmación por futuras excavaciones que no se ha llevado a cabo, que el patio del palacio se desarrolla hacia el norte, ocupando lo que en la actualidad es el corro bajo del templo. También apuntaron que el topónimo Ventarique que pervive asociado a una partidor de aguas de las proximidades, pueda referirse al antropónimo Târiq, familia que pudo ser la propietaria de este palacio y las tierras vinculadas al mismo.
Lo que también aseguraron entonces los investigadores que «a tenor de los datos arqueológicos extraídos de esta intervención, la tradición ampliamente difundida de que el Príncipe Alfonso situó su campamento, durante la conquista de Lorca en 1244, en este lugar, sigue siendo parte de la leyenda, debido a que no se ha hallado ninguna evidencia arqueológica de este periodo histórico.
El muro islámico descubierto y, posiblemente, otros restos del edificio palacial, fueron reutilizados en la construcción de la ermita del siglo XV, que pudo tener planta rectangular con nave única a la que se accedería por el lado norte a través de una puerta formada por un vano de arco apuntado gótico. La iglesia del primer edificio conventual englobó esta ermita en una de sus capillas y es posible que los restos del palacio fueran reutilizados en el convento. A partir de 1653, tras la riada de San Severo, el convento y la iglesia quedaron arruinados.
Todo parece indicar que el edificio islámico sufrió, además de su reutilización, diversos daños por terremotos como el de 1579, e inundaciones, como la ya mencionada de San Severo, en 1653, que lo dañaron de forma importante. Ahora falta continuar con las excavaciones.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
El muro aparecido tiene varios arcos, uno de ellos lobulado y otro de herradura
El santuario de la patrona, Santa María la Real de las Huertas, que estos días cercanos a su festividad atrae las miradas y la presencia de los lorquinos con mucha más asiduidad que el resto del año, se asienta sobre los que parece ser fue un importante edificio de carácter palacial que, según los arqueólogos Juan Ponce, andrés Martínez y Enrique Pérez, que participaron en las excavaciones levadas a cabo hace unos años, «fue mandado construir por una persona con una estrecha relación con el poder califal y que participaba de los gustos de la capital».
Los únicos restos arquitectónicos documentados de este destacado edificio, que se encuentra bajo una parte del templo, están configurados, como señalan los expertos, por un paramento de sillería construido a soga y tizón, típico de la arquitectura cordobesa, con tres vanos, de los cuales se puede apreciar la morfología del arco oriental lobulado y del central, cuyo trazado de herradura apuntado se enmarca a finales del siglo X.
El descubrimiento de estos restos tuvo lugar a raíz de las obras de consolidación de la escalera Totta Pulchra del claustro del convento franciscano hace ya varios años y, tras una primera tanda de excavaciones no se ha proseguido con el estudio y descubrimiento de l resto de la edificación que por un extremo se introduce bajo una de las capillas de la iglesia y por el otro extremo bajo un huerto del citado convento.
Los arqueólogos apuntaron en su momento, y como hipótesis a falta de confirmación por futuras excavaciones que no se ha llevado a cabo, que el patio del palacio se desarrolla hacia el norte, ocupando lo que en la actualidad es el corro bajo del templo. También apuntaron que el topónimo Ventarique que pervive asociado a una partidor de aguas de las proximidades, pueda referirse al antropónimo Târiq, familia que pudo ser la propietaria de este palacio y las tierras vinculadas al mismo.
Lo que también aseguraron entonces los investigadores que «a tenor de los datos arqueológicos extraídos de esta intervención, la tradición ampliamente difundida de que el Príncipe Alfonso situó su campamento, durante la conquista de Lorca en 1244, en este lugar, sigue siendo parte de la leyenda, debido a que no se ha hallado ninguna evidencia arqueológica de este periodo histórico.
El muro islámico descubierto y, posiblemente, otros restos del edificio palacial, fueron reutilizados en la construcción de la ermita del siglo XV, que pudo tener planta rectangular con nave única a la que se accedería por el lado norte a través de una puerta formada por un vano de arco apuntado gótico. La iglesia del primer edificio conventual englobó esta ermita en una de sus capillas y es posible que los restos del palacio fueran reutilizados en el convento. A partir de 1653, tras la riada de San Severo, el convento y la iglesia quedaron arruinados.
Todo parece indicar que el edificio islámico sufrió, además de su reutilización, diversos daños por terremotos como el de 1579, e inundaciones, como la ya mencionada de San Severo, en 1653, que lo dañaron de forma importante. Ahora falta continuar con las excavaciones.
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