CIUDAD DEL VATICANO,11 de enero de 2016,(Reuters)
La crisis de los inmigrantes que afecta a Europa plantea un gran desafío a los valores y tradiciones de la región, pero el continente debería ser capaz de integrar a los recién llegados sin minar la seguridad de sus ciudadanos, dijo el lunes el Papa Francisco.
Más de un millón de personas buscaron refugio en Europa el año pasado, muchos de ellos huyendo de la violencia en Siria e Irak. La mayoría de los inmigrantes son musulmanes y a los europeos les preocupa sobre cómo integrarlos, especialmente desde los ataques del 13 de noviembre por parte de militantes islamistas en París que dejaron 130 muertos.
"La actual ola migratoria parece minar la base del 'espíritu humanista' que desde siempre Europa ha amado y defendido", declaró el Papa en un discurso anual ante diplomáticos en la Ciudad del Vaticano, y agregó que espera que los países sean capaces de dar la bienvenida a los refugiados.
"Europa, inspirándose en su gran patrimonio cultural y religioso, tiene los instrumentos necesarios para defender la centralidad de la persona humana y encontrar un justo equilibrio entre el deber moral de tutelar los derechos de sus ciudadanos, por una parte, y, por otra, el de garantizar la asistencia y la acogida de los emigrantes", agregó.
El tema de la integración ha dominado los titulares de las noticias en las primeras dos semanas de 2016 tras las agresiones a mujeres que celebraban el Año Nuevo en la ciudad alemana de Colonia.
La investigación policial se ha concentrado en buscadores de asilo e inmigrantes y las agresiones provocaron un debate en Alemania, que en 2015 recibió a alrededor de un millón de inmigrantes.
El año pasado, el Papa lideró los llamados para que Europa reciba a los inmigrantes. Para ser un ejemplo, pidió a todas las parroquias católicas romanas que albergaran a al menos una familia de refugiados, pero su llamado ha tenido una respuesta dispar.
Al tiempo que elogió a Europa como un "ejemplo de humanidad", el Papa dijo que Occidente sufre de un "falta de ideales y la pérdida de identidad", que, afirmó, es un terreno fértil para la propagación del extremismo y del fundamentalismo religioso.
(Escrito por Crispian Balmer. Editado en español por Patricio Abusleme)
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