domingo, 2 de diciembre de 2007

Siria, las edades del hombre

<--La ciudadela de Alepo

Siria, 2 de diciembre de 2007, ABC.es, Por Blanca Torquemada

Siria, o las edades del hombre. Todas ellas, estratificadas en un patrimonio histórico y monumental sólo superable (y superado) por la calidad de sus habitantes, aún degustadores de una vida sin agobios consumistas y sin los excesos reglados del «papá Estado» occidental, para relajode fumadores, desaforados consumidores de dulces de pistacho y otros «marginales».

Es un país verde, si no en el paisaje (terroso y desértico en tres cuartas partesde suterritorio) sí en el resplandor que cada atardecer enciende la última oración del día desde los minaretes. Neón de las mezquitas en convivencia, desde hace siglos, con la luz azul distintiva de las iglesias cristianas. Sin traumas, sin recelos y sin guetos.

Los sirios han tenido que hacer hueco, en sólo tres años, a más de dos millones de iraquíes, huidos de su país en guerra. Una presión excepcional que ha repercutido seriamente en las economías domésticas (con la secuela inmediata de una subida brutal del precio de la vivienda) pero que, de momento, se está resolviendo con dignidad. La sobrepoblación ha hecho aún más populoso y ajetreado el hormiguero humano de Damasco (siete millones de habitantes), pero no ha roto el equilibrio inestable y bullicioso que siempre ha caracterizado a la ciudad. Y no resta ni un ápice de atractivo a esta urbe milenaria que, en competencia con la segunda ciudad de Siria, Alepo, presume de ser la más antigua del mundo. Imprescindibles son, en la capital, la visitas a la espléndida mezquita de los Omeyas, al palacio Azem y, cómo no, al zoco AlHamidiye, además de un paseo por el barrio cristiano, centro de la animación nocturna.

El país, a pesar de su aparentemente «disuasorio» emplazamiento geográfico en el «avispero» delmundo, brinda al visitante una tranquilidad inesperada, a la hora de callejear, sin asomo de tironeros o atracadores.

Pero, además, Siria es piedra viva, ruinas que desmienten ese nombre porque su increíble estado de conservación nos habla de susmoradores sin necesidad de abusar de la imaginación; es la «voz» labrada de sucesivas civilizaciones, desde el principio de la Historia en Mesopotamia, a orillas del Éufrates, hasta su complejo presente como «república árabe» bajo la «dinastía» presidencial encarnada ahora por Bashar ElAssad. Un paraíso de los arqueólogos que también ha atraído a equipos de investigación españoles.La misión encabezada por el profesor Miquel Molist, de la Universidad Autónoma de Barcelona, en la que también participa la arquéologa Cruz Sánchez, descubrió en el yacimiento de Tell Halula, en el valle del Éufrates, las pinturas más antiguas de Oriente Próximo: un grupo de figuras femeninas datado hacia el 8.500 antes de Cristo.

Tanto en la antiquísima ciudad-estado de Ebla, a 60 kilómetros de Alepo (cuyo auge está datado entre el 2.600 y el 2.240 antes de Cristo) como en la magnificencia fenicia de Ugarit (cerca de Lataquia, ciudad costera), florecida en los siglos XIV y XIII de antes de nuestra era, el viajero puede apreciar en detalle el poso de la vida cotidiana. Además, en Ugarit se halló el primer alfabeto conocido, grabado en una tablilla.
De la época romana, deslumbran la ciudad de Bosra, en el sur del país (con su teatro prodigiosamente conservado) y, cómo no, en el este, los vestigios del reino de Palmira, del siglo III. La ciudadde la Reina Zenobia, eslabón imprescindible de la mítica Ruta de la Seda y principal reclamo turístico de Siria, besa a la vez el desierto y un fértil oasis de palmeras. No sólo no defrauda: embriaga, embebida en los tonos cobrizos de cada anochecer.

La épica de los cruzados

La épica del medioevo sobrevive en el noroeste, con el legado de los cruzados. El Crac de los Caballeros, a 60 kilómetros de Homs, es una espectacular fortaleza levantada por los francos a partir de finales del siglo XI. Ocupada largo tiempo por los caballeros hospitalarios, cayó bajo poder del Islam en 1271. Es una postal formidable, pero también un fascinante laberinto interior en el que se recorren desde los aljibes a las cocinas, las caballerizas, la capilla o los dormitorios. Una incursión en las «tripas» es igualmente posible en la fortaleza de Saladino (Qal’at Salah El-Din), el otro gran recinto fortificado de esa época, encaramado en un paraje majestuoso, cerca de Lataquia. Un viaje privilegiado al pasado en armonía con un presente genuino aún es posible. Almenos en Siria.

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