Paneles solares sobre una mezquita de Zarqa. F. CARRIÓN EL MUNDO
Cientos de lugares de culto en el país árabe han mudado de energía y han reducido a cero su factura. La pionera campaña ha calado en una región donde la conciencia ecologista es aún escasa
En un arrabal de Zarqa, entre humildes hileras de bloques residenciales, despunta la mezquita de Jobayb bin Oday. Su esqueleto de piedra está plantado sobre una árida colina de la segunda ciudad más poblada de Jordania.
Es media tarde y en sus entrañas el imam a cargo, Yusef el Rifai, departe con unos vecinos. Aún queda una hora para que los altavoces anuncien la oración del Magreb, sus ecos retumben por el barrio y la estancia se abarrote de fieles. El páramo es uno de los cientos de templos que han protagonizado en el último lustro una silente e inédita revolución energética en el país árabe.
«Esta es una mezquita verde», comenta el jeque, a modo de bienvenida. Hace dos años, una sucesión de paneles solares creció en la azotea de la mezquita, ocupando el vacío que antes abrazaba a la cúpula. «Desde entonces hemos ahorrado mucho en la factura de la luz. Antes pagábamos entre 500 y 700 dinares jordanos [entre 630 y 800 euros] al mes. Ahora, el coste se ha reducido a cero», explica.
La campaña, auspiciada por los ministerios de Asuntos Religiosos y Energía, se ha extendido por la geografía jordana, incluidas sus 6.500 mezquitas. Según cifras gubernamentales, un millar de templos se ha sumado ya a un proyecto millonario que aspira a eliminar cada año miles de toneladas de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.
MUDANZA ENERGÉTICA
El resto irá ejecutando la metamorfosis en los próximos años. «Estas y todas las que hay alrededor son ya mezquitas verdes. Es una iniciativa muy popular», apunta a EL MUNDO Yazan Ismail, auditor en una de las consultoras jordanas contratadas para obrar la mudanza energética.
Amán -cuyo callejero de cuatro millones de habitantes se extiende sin límite preciso hasta la cercana Zarqa, con 1,35 millones de almas- aspira a ser una de las primeras 70 urbes cero emisiones del planeta en 2050.
Una meta que ha comenzado allí hacia donde se dirige la fe de una parte de sus moradores. «Es un asunto de seguridad nacional. Jordania tiene que importar hasta el 97 por ciento de su energía de los países vecinos y el 80 por ciento de esa energía se destina a la generación de electricidad», advierte el ingeniero. «Que las mezquitas reduzcan hasta cero su factura es una importante contribución», agrega.
En un país que disfruta de más de 300 días soleados al año, los lugares de culto han mutado en edificios neutrales en carbono. La energía solar no solo abastece sus necesidades diarias sino que ha empezado a mitigar la dependencia estatal. «La instalación usa la energía producida durante el día y los excedentes son dirigidos a la red nacional», subraya Ismail. El coste total de la instalación, unos 100,000 euros, fue sufragado por el Gobierno y donantes locales e internacionales.
«Del mantenimiento y la limpieza diaria de los paneles me encargo yo mismo. Intento velar por la máxima productividad. La electricidad la usamos para el funcionamiento de aires acondicionados, ventiladores, iluminación y calentadores de agua. No empleamos ningún combustible fósil», se jacta el imam. El proyecto, pionero en una zona del mundo en la que la sensibilidad medioambiental está lejos aún de la agenda pública, ha agitado conciencias.
INSTALACIONES EN CASA
«La reacción popular ha resultado muy positiva. Se ha incrementado el uso de paneles solares. Muchos vecinos están instalándolos en sus propias casas», confirma Ismail. Oficinas gubernamentales, hospitales y colegios han secundado la brecha abierta por unas mezquitas que han comenzado también a abrazar los postulados ecologistas.
Según previsiones del reino jordano, el 20 por ciento de su energía debería proceder de renovables en 2022 y las emisiones de gases efecto invernadero se reducirán un 40% en el lapso de una década. Unos compromisos ambiciosos que deben litigar, además, con los estragos del aumento demográfico y los efectos del cambio climático.
Su población de 9,7 millones de habitantes ha crecido drásticamente por los conflictos que jalonan sus fronteras. El país acoge a más de 660.000 refugiados sirios; 67.000 iraquíes y 14.000 yemeníes. «Los problemas para suministrar energía se han multiplicado. La instalación masiva de paneles solares puede ayudar a reducir el impacto demográfico», sugiere Ismail.
En busca de los objetivos, la compañía estatal emiratí dedicada a las energías renovables desembolsó el año pasado 188 millones de dólares en la financiación de la mayor planta solar de Jordania. Su construcción a contrarreloj debería concluir en unos meses. La instalación entrará en funcionamiento en 2020 y abastecerá a unos 110.000 hogares.
ISLAM Y MEDIO AMBIENTE
En la conservadora cuidad de Zarqa, la transformación energética ha nacido entre sermones y plegarias. «Me gusta la denominación de 'mezquita verde'. El verde es el color del Islam. Aquí había mucho verde antes de que llegaran los paneles solares. Es el color de alfombras y puertas», bromea Al Rifai, aunque no ha sido el único en establecer la relación.
«Hay una conexión clara entre Islam y medio ambiente. Ya dijo el profeta Mahoma que Dios es bello y ama las cosas bellas», murmura, por su parte, Ismail.
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