Con una extensión mayor a la de Barcelona y Madrid juntos, más de mil catedrales y mezquitas y marcada por las artes y la cultura
En medio del desierto se está construyendo la que será la nueva capital de Egipto. A 35 kilómetros de El Cairo, la ciudad más importante del país de los faraones y, con 20 millones de habitantes, la más poblada no solo del país, sino de todo el continente africano,
Este proyecto comenzó en marzo de 2015. El general Abdel Fattah Al Sisi propuso que esta nueva ciudad, que todavía no tiene nombre, se convirtiera en la “nueva capital administrativa”, tal y como se refieren a ella a día de hoy, en lugar de trabajar en mejorar la capital actual. La principal razón detrás de esto es aliviar la sobrepoblación de El Cairo, puesto que se prevé que en 2050 llegue a los 40 millones de habitantes, y así, diversificar el potencial económico del país con la creación de nuevos lugares para vivir, trabajar y visitar. Además, El Cairo sufre graves problemas de transporte, vivienda y contaminación, puesto que es la segunda megaciudad del mundo con el aire más contaminado según la OMS.
La ciudad está planificada sobre una extensión de 714 kilómetros cuadrados (más que Madrid y Barcelona juntas), y por ahora se está construyendo la primera fase de la urbe, que abarca la cuarta parte del total. Está previsto que en 2023 se termine de construir este ciudad, que contará con ocho barrios residenciales de alta gama, más de 200 kilómetros de carreteras, universidades internacionales, un moderno aeropuerto, distritos diplomático y gubernamental y un enorme complejo presidencial.
La ciudad de las artes y la cultura
Pero lo más llamativo es que contará con el rascacielos más alto de África, de casi 350 metros de altura y 250 pisos, y tendrá además veinte torres. Será una ciudad muy centrada en las artes y la cultura con varios teatros, cines, librerías, exposiciones y galerías. Y se espera que albergue la Nueva Ópera (como será llamada), con una capacidad de 2.000 espectadores, siendo así la mayor de Oriente Medio.
Por otro lado, está pensado que la nueva ciudad tenga más de 1.200 mezquitas e iglesias cuando se acabe de construir. Entre ellas, se encuentran las ya inauguradas Catedral de la Natividad, con capacidad de 8.000 feligreses y siendo la más grande de Oriente Medio, y la Mezquita al-Fattah al-Alim, que podrá acoger 17.000 fieles y será una de las más grandes del mundo.
También contará con el Hotel Al Masa, que ya está en funcionamiento y ofrece unos servicios únicos. Propiedad de las Fuerzas Armadas, tiene capacidad para acoger delegaciones de hasta 50 países de forma simultánea con sus 42.000 metros cuadrados y contiene catorce villas presidenciales, sesenta apartamentos, noventa suites privadas y 270 habitaciones.
Por si fuera poco, otro de los principales iconos de la futura urbe será el llamado Río Verde, que se abrirá paso a lo largo de diez kilómetros, ampliables a base de árboles y jardines, y conectará todos los barrios de la ciudad, en un intento de emular el paso del río Nilo por el medio de El Cairo. Es decir, que el río llegaría a tener dos veces la extensión del Central Park de Nueva York.
Un proyecto con polémica
La futura capital de Egipto aspira a ser la primera ciudad 2.0 del país, las casas serán inteligentes, los edificios tendrán fibra óptica y habrá cámaras de vigilancia alrededor de toda la ciudad. Pero los críticos aseguran que es un proyecto poco realista diseñado para lavar la cara del gobierno después de años de inestabilidad.
Al Sisi llegó al poder en 2013 mediante un golpe de Estado y ganó dos elecciones, la última de ellas con más del 97% de los votos. Son muchos los que apoyan esta decisión, pero otros creen que la solución sería mejor si se distribuyeran los recursos en las ciudades ya existentes en lugar de la construcción de una nueva.
También existen dudas sobre la viabilidad económica de un proyecto de más de 45.000 millones de euros en un país donde la deuda en 2018 llegó a ser del 92,65%. La economía egipcia arrastra graves problemas, aunque el gobierno egipcio señala que puede ser un motor económico. Para el desarrollo del proyecto, el gobierno creó una empresa pública en la que participa el ejército en un 51% y el Ministerio de la Vivienda en un 49%. Por otra parte, el papel del dinero de China también parece determinante.
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