Los bosnios musulmanes, principal comunidad de Bosnia, dudan entre declarar su pertenencia nacional o religiosa en el censo que se realizará del 1 al 15 octubre, el primero tras la guerra de independencia de 1992-1995.
Este recuento de la población permitirá a la exrepública yugoslava conocer su número de habitantes (estimado en 3,8 millones), años después de un conflicto que dejó cerca de 100.000 muertos y más de dos millones de refugiados y desplazados.
En un país marcado por las divisiones étnicas, este trámite ha originado campañas, sobre todo por parte de la comunidad musulmana, para instar a los habitantes a declarar su pertenencia étnica y religiosa por encima de la nacional, una cuestión que no se plantea para los serbios y los croatas de Bosnia.
Pero los musulmanes de Bosnia están inmersos en la confusión de declararse bosnios -ciudadanos de Bosnia-, o bosníacos (Bosnjak) -un término impuesto a los musulmanes por las élites durante el conflicto.
"¡Los bosníacos diremos que somos bosníacos!" titulaba este martes en su portada el diario Dnevni Avaz, citando al gran muftí, Husein Kavazovic.
"En la antigua Yugoslavia, yo me declaraba yugoslavo. Ahora, diría que soy bosnio, es decir, un ciudadano de Bosnia sin pertenencia étnica, y de confesión musulmana, explicó en cambio Kemal Besic, habitante de Sarajevo, de 57 años.
El último censo en Bosnia tuvo lugar en 1991, cuando aún formaba parte de la Federación Yugoslava, y entonces contaba con 4,4 millones de habitantes, de los que un 43,5% eran musulmanes, un 31,2%, serbios y un 17,4%, croatas.
Las campañas de limpieza étnica durante la guerra transformaron la demografía del país y, al término del conflicto, la república quedó dividida en dos entidades, una serbia y otra croato-musulmana.
La Constitución local, impuesta por los acuerdos de paz, concede a los tres pueblos "constitutivos" -serbio, croata y bosníaco (musulmanes)-, los mismos poderes políticos, independientemente del número de habitantes, explicó el sociólogo Asim Mujkic.
El analista político Enver Kazaz estimó que, independientemente del resultado del censo, la estructura "monstruosa" del Estado actual "solo podrá cambiar con una nueva conferencia internacional (...) o con otra guerra sangrienta".
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