A menudo podemos encontrar traducciones diferentes del término ‘islam’. La traducción más habitual suele ser ‘sumisión’, pero a veces podemos encontrar otras menos comunes como ‘salvación’. También pueden aparecer conceptos relacionados como el de ḥanīf. En cualquier caso, tiene sentido pensar que la definición del concepto de islam determinará en gran medida la comprensión del fenómeno que queremos estudiar. Por este motivo, es necesario que nos detengamos en él brevemente con el objeto de comprender el significado de esta palabra.
En primer lugar, la palabra ‘islam’ es polisémica. Por lo tanto, cuando hablamos de islam podemos hablar de cosas diferentes si bien relacionadas entre sí, por lo que debemos ser conscientes de qué dimensión estamos hablando cuando nos aproximamos al fenómeno o entramos en diálogo.
El término ‘islam’ alude, yendo de lo más general a lo más particular, a:
una actitud vital; una espiritualidad que cristaliza con el tiempo en tradición espiritual – o si se quiere religiosa – con lo que podemos estudiarla desde diversos puntos de vista como el teológico, histórico, sociológico, etc.; y una dimensión particular de esta espiritualidad.
Para entender esta distinción debemos prestar atención, en primer lugar, a la construcción del léxico en la lengua árabe. La lengua árabe, como el hebreo, es una lengua semítica, a diferencia de las lenguas europeas que son en su mayoría de origen indoeuropeo. Si nuestras lenguas forman su léxico a partir de una raíz –p.ej. ‘ampl-’ – a los que se añaden diferentes sufijos dando palabras relacionadas entre sí – p.ej. ‘amplio’, ‘amplitud’, ‘ampliamente’, etc. –, las lenguas semíticas forman su léxico con la selección de un número determinado de consonantes – tres en la inmensa mayoría de los casos – y la adición de afijos que pueden ser prefijos, infijos y sufijos. Estas adiciones pueden consistir en introducir vocales cortas o largas, en introducir algunas consonantes adicionales o en reduplicar alguna de las consonantes que forman la raíz.
Por ejemplo, con la raíz trilítera KTB cuyo significado básico es ‘escribir’, podemos formar palabras como kataba ‘él escribió’, kitāb ‘libro’, kātib ‘escriba’, ‘secretario’, maktūb ‘escrito’, maktaba ‘biblioteca’, maktab ‘escritorio’, ‘oficina’, istaktaba ‘él dictó’ o kuttāb ‘escuela coránica’ entre muchas otras.
Además la adición de estos afijos no es aleatoria, sino que obedece a patrones morfológicos bien determinados. Así por ejemplo, el patrón 1ā2i3 que, con la adición de la raíz KTB (K=1,T=2,B=3) nos da kātib, corresponde a un participio activo de la forma básica –‘escribiente’, ‘escritor’ y a partir de aquí ‘escriba’, ‘secretario’—, mientras que el patrón ma12ū3, que con la adición de la misma raíz nos da maktūb, corresponde a un participio pasivo de la forma básica – ‘escrito’, ‘prescrito’—. A su vez, con la raíz MLK ‘poseer’ obtenemos su participio activo como mālik ‘poseedor’, ‘rey’ y su participio pasivo como mamlūk ‘poseído’, ‘esclavo’.
Al margen de los afijos que introducen variaciones de carácter morfológico aplicadas a la raíz – por ejemplo en castellano ‘prender’, ‘prendedor’, ‘prendido’ – hay otros que introducen variaciones semánticas – p.ej. en castellano ‘aprender’, ‘comprender’, ‘reprender’, ‘sorprender’, ‘desprender’ –. En árabe, si retomamos el ejemplo anterior, el prefijo ista- añadido a la raíz trilítera indica ‘pedir llevar a cabo la acción de la raíz trilítera’. Así por ejemplo, con la raíz KTB ‘escribir’ obtenemos istaktaba ‘pedir que se escriba’, ‘dictar’. Las formas que obtenemos a partir de las variaciones de carácter semántico reciben el nombre de formas derivadas de la forma básica. Las formas derivadas siguen patrones concretos e introducen en general matices semánticos regulares. P.ej. a partir de la primera forma – que corresponde al significado básico de la raíz trilítera, p.ej. KTB ‘escribir’ – podemos obtener formas intensivas del significado primero, reflexivas, recíprocas, causativas, pasivas, etc.
La palabra islām es un nombre de una forma derivada de la raíz trilítera SLM. Esta forma derivada – que la gramática enumera como cuarta – genera el verbo aslama, el nombre islām, el participio activo muslim y el pasivo muslam. El matiz de significado que introduce esta forma derivada es causativo, es decir, aquello que lleva a la consecución del significado de la primera forma o forma básica. Así pues, para conocer qué quiere decir islām sólo hay que estudiar en un diccionario los significados asociados a la primera forma de la raíz SLM. Islam será aquello que causa, que lleva a la consecución de estos significados.
El verbo en primera forma – la forma básica – de la raíz trilítera SLM es salima que significa “estar o salir sano, salvo, seguro, entero, incólume; tener buena salud; estar libre de defecto”.[1] A partir de este verbo se han derivado varios nombres y adjetivos que concretan aspectos específicos del significado básico de la raíz SLM dado por la primera forma. Así por ejemplo, silm ‘paz’, salām ‘paz’, ‘saludo’, salāma ‘integridad’, ‘seguridad’, ‘salud’, ‘bienestar’, salīm ‘sano’, ‘salvo’, ‘saludable’, ‘intacto’, ‘íntegro’, ‘incólume’, ‘completo’, sālim ‘sano’, ‘seguro’, ‘saludable’, ‘íntegro’, ‘sin defecto’, ‘completo’ y sullam ‘escalera’. Así pues, los significados básicos de la raíz SLM son ‘estar seguro’ y por tanto ‘estar en paz’ – o quizá al revés, en paz y por tanto seguro –, sano y completo. En consecuencia el verbo aslama tendrá los significados de ‘salvar’ – en el sentido de ‘dar seguridad’, ‘poner a buen seguro’ –, ‘pacificar’, ‘sanar’, ‘curar’, ‘integrar’, ‘completar’ y ‘perfeccionar’; el islām será por tanto ‘salvación’, ‘pacificación’, ‘sanación’, ‘curación’, ‘integración’, ‘compleción’, ‘perfeccionamiento’. Por tanto, el participio activo muslim – de donde proviene ‘musulmán’[2] o el castellano antiguo ‘muslime’ – será todo aquello que activamente promueva los verbos anteriores; es decir salvador, pacificador, sanador, curador, integrador, completador o perfeccionador.
La raíz árabe SLM es obviamente la misma que la hebrea ŠLM de donde proviene šalom ‘paz’, ‘salud’ o šalem ‘entero’, ‘completo’. Muchos de los significados anteriores se hallan reunidos en la raíz indoeuropea sol- con el significado de ‘entero’. Esta raíz indoeuropea da holos ‘entero’ – que con el prefijo kata- da católico ‘universal’ – y en latín da palabras como salūs ‘salud’, ‘salvación’, ‘conservación’ – es decir, condición entera o sana –, salvus ‘entero’, ‘sano’, ‘seguro’ y el verbo saluto ‘saludar’ – equivalente al árabe sallama ‘saludar’ –.[3]
Ahora bien, habitualmente se traduce islām por ‘sumisión’ si bien ni este nombre, ni el verbo relacionado ‘someterse’ han aparecido en la relación anterior. Dentro de los procesos de formación del léxico encontramos el proceso denominado de lexicalización. Por lexicalización se entiende o bien la fijación de una perífrasis, o bien la asignación a un nombre de un significado que no se deriva de su morfología – por ejemplo, el significado de ‘contable’, si nos atenemos a su morfología, es aquello que se puede contar, pero en cambio, por un proceso de lexicalización, ‘contable’ se dice de ‘la persona que cuenta’ –. En cualquier caso, el nuevo significado lexicalizado está siempre estrechamente relacionado con el significado de la raíz, si bien no es previsible la relación que obtendremos con la raíz original.
En el caso del posible significado de islām como ‘sumisión’ éste no se deriva de los procesos morfológicos propios del árabe, sino en todo caso de una lexicalización. Hay otras pruebas que avalan esta tesis. Por ejemplo, el matiz reflexivo de ‘someterse’ no concuerda con la cuarta forma derivada de la raíz SLM – que da el verbo aslama y el nombre islām – pues tiene un significado causativo. En cambio, las formas quinta y sexta sí que son reflexivas. Otra indicación adicional se halla en el hecho de que en hebreo no es hasta la época rabínica que no aparecen significados del tipo de ‘aceptación’, ‘resignación’ en la raíz ŠLM. En cambio, el hebreo bíblico no conoce estas acepciones.
Así pues debemos preguntarnos si se ha producido una lexicalización en la cuarta forma de la raíz SLM – el verbo aslama y el verbo islām – de tal forma que podamos verificar si la traducción por ‘sumisión’ es correcta. La respuesta es afirmativa pues en el Corán encontramos el verbo aslama con complemento indirecto, si bien a partir de los significados derivados únicamente de la morfología árabe este hecho no parece posible. Por ejemplo, “Balà, man aslama waŷha-hu li-Llāh” que podemos traducir como “Sin duda, quien haga islām (lit. aslama) de su cara a Dios” (2:112) o bien “qāla aslamtu li-rabbi ʼl-ʻālamīn” que podemos traducir como “dijo: he hecho islām (lit. aslamtu) al Señor de los mundos” (2:131) entre otros muchos casos en los que aparece un complemento indirecto con el verbo aslama. Los ejemplos parecen hablar de una orientación hacia Dios, de una orientación subordinada. El hecho de la orientación hacia Dios está muy acentuado por la aparición de la palabra waŷh ‘cara’ de la raíz que se utiliza para hablar de direcciones. En cualquier caso, el significado de ‘sumisión’ parece tener pleno derecho en este contexto.
Ahora bien, es importante subrayar que las connotaciones de la palabra islām para un hablante árabe son muy diferentes de las connotaciones de la palabra ‘sumisión’ – es decir, ‘ponerse debajo’ – para un hablante de lenguas románicas. Cuando un hablante árabe habla de islām a Dios resuenan todas las connotaciones propias de la raíz que hemos señalado al comienzo como ‘salvación’, ‘pacificación’, ‘sanación’, ‘curación’, ‘integración’, ‘compleción’ o ‘perfeccionamiento’. La traducción de islām por ‘sumisión’ es correcta por su denotación si atendemos al significado lexicalizado, pero no da cuenta de las connotaciones del término islām para un hablante árabe debidas a la raíz de la que procede.
Quizá debería buscarse una traducción a esta actitud de orientación subordinada que fuera más amable que ‘sumisión’ con el objeto de reflejar las connotaciones que se esconden detrás de la raíz árabe. Si tomamos los significados primeros de la palabra islām como, por ejemplo, pacificación, curación o salvación – salvación entendida en un sentido no teológico, sino en el de establecer la seguridad –, partiendo de la propia experiencia se puede concluir que para establecer la paz, la salud, la seguridad, la integridad, etc., en cualquier ámbito, debe erradicarse básicamente la violencia, entendida como un desorden, una inarmonía con la naturaleza o realidad de este ámbito. La intuición que hay detrás de la expresión “el islām – es decir, la salvación, pacificación, curación, etc. – es la sumisión a Dios” es la misma que la que hay tras la expresión “el islām es la armonización con la Realidad” si bien expresada con dos lenguajes diferentes según se ponga el acento en el aspecto personal o impersonal de la dimensión que unifica la existencia. La traducción de islām como ‘armonización’ tiene probablemente unas connotaciones más próximas a los significados de la raíz árabe SLM que no ‘ponerse debajo’, si bien la traducción como ‘sumisión’ es perfectamente correcta desde una perspectiva denotativa.
Retomemos la triple división que hemos señalado al comienzo, según la cual con islam podemos referirnos a una actitud, una religión o un aspecto de una religión.
El islam es inicialmente una actitud vital, pues como la mayoría de nombres árabes deriva de una acción o verbo (el término para verbo es literalmente ‘acción’ fiʻl), el verbo aslama. Esta acción, cuando es practicada continuamente, deviene disposición o actitud vital. Este verbo, cuando aparece con un relativo, siempre aparece en el Corán con el relativo ‘quien’ (man). Así pues, sólo se aplica a personas. En general, en el Corán el verbo aslama aparece en la mayoría de los casos como una actitud y no como una religión institucionalizada. Cualquiera que siga los dictados de Dios, en árabe tendría una actitud de islam hacia Dios. Así pues, un cristiano árabe que se somete, orienta, armoniza hacia Dios, podría decirse en árabe que tiene una actitud islámica. Se trata de esta actitud, cuando antes de la aparición del islam, se habla de islam al referirse por ejemplo a los seguidores de Abraham a los que el Corán designa con el término ḥanīf (4:120).
La palabra islām sufrió una nueva lexicalización para designar, ahora sí, un mensaje revelado al Profeta Muḥammad que, con el tiempo, dio lugar a una religión organizada con sus ritos, dogmas, creencias, etc., que toma la actitud mencionada anteriormente como eje central definidor de su propia realidad: el islam.
Por último, hay algunas aleyas coránicas y algunas tradiciones proféticas donde se pone de manifiesto que el islam es también una dimensión del dīn (religión). Así por ejemplo. “Qālat al-‘arāb: āmannā. Qul: lam tuʼminū; wa-lakin qūlū: aslamnā” que se puede traducir por “Dijeron los beduinos: tenemos fe. Di: No tenéis fe; sino decid: hemos hecho islām” (49:14). El islām, en este sentido, es la dimensión más externa del dīn (religión), y se contrapone a dimensiones más interiores como son el īmān que designa la dimensión de la fe, la con-fianza, el estar seguro en Dios y de Dios; y el iḥsān que designa la dimensión de bien y belleza que nace de la proximidad (walāya) a Dios. En una famosa tradición profética,[4] el ángel Gabriel preguntó al Profeta en qué consistía cada una de estas dimensiones. Respecto al islām respondió: “dar testimonio de que no hay más dios que Dios” y que “Muḥammad es el Mensajero de Dios (Rasūl Allāh), hacer la oración ritual (ṣalāt), pagar el tributo (ẓakāt), ayunar durante el mes de Ramaḍān (ṣiyām) y llevar a cabo la peregrinación (ḥaŷŷ) a la Casa, si se puede”. Es decir, los pilares del islam. En este sentido, islām equivale pues al nivel más práctico de la religión en el que la dimensión corporal del fiel está implicada.
En resumen, la voz islām es polisémica, por lo que es necesario ser consciente de qué acepción de esta voz se está considerando en una fuente textual. Además para una correcta comprensión del concepto que pretende vehicular la palabra islām, debe tenerse en cuenta que las connotaciones para un hablante árabe de la palabra islām son muy diferentes de las connotaciones de su traducción más habitual como ‘sumisión’ para un hablante de lengua castellana. Estas connotaciones se encuentran quizá mejor reflejadas en palabras castellanas como ‘armonización’ u ‘orientación’.
[1] Federico Corriente [1991], Diccionario Árabe-Español, 3ª ed., Ed. Herder, Barcelona, p. 369.
[2] ‘Musulmán’ proviene de la adición del sufijo de plural farsi +ān (muslim + ān). Del farsi pasó al francés y de ahí al castellano. Cf. Federico CORRIENTE, Diccionario de arabismos... p. 398, s.v. moslém.
[3] Edwar A. Roberts y Bárbara Pastor [1996], Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española, Alianza Editorial, Madrid, p. 164, s.v. sol-.
[4] Muslim, Ṣaḥīḥ, 1.
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