VALLADOLID,21.11.10,nortecastilla.es,T. LAPUERTA
Ahmed Benfaraj sirve el té según el ritual musulmán. :: A. Q.
Los musulmanes de Valladolid celebran estos días la 'Eid al Adha', una de las fiestas grandes del islam
La 'Eid al Adha', conocida también como la Fiesta Grande o la Fiesta del Cordero, es una de las principales celebraciones del islam. Tiene lugar el décimo día del mes de 'Zil-Hajj' y está incorporada al ritual de la gran peregrinación a La Meca que todos los musulmanes deben hacer, como mínimo, una vez en la vida. Creyentes de todo el mundo han celebrado entre el martes y el viernes su 'Eid al Adha' con la ofrenda de un sacrificio animal (normalmente un cordero) como acción de gracias hacia Dios por salvar la vida de Ismael (Isaac para los católicos), hijo del profeta Abraham.
Fatima Saiddat y Anuari Chagraoui son dos marroquíes que viven en la capital y, para ellos, como para gran parte de sus conciudadanos, la distancia no solo no está siendo el olvido, sino que ha conseguido amplificar el sentido y la intensidad de sus creencias y tradiciones.
Son las 8.30 de la tarde del jueves y el matrimonio se dispone a celebrar su 'Eid al Adha'. Para ello, han sacrificado un cordero a la manera 'halal' que ahora repartirán entre los invitados que ya comienzan a llegar a su residencia de Pajarillos: sus hermanos Sanaa Saiddat y Ahmed Benfaraj, y un grupo de amigos de la Red Incola, en la que Fatima hace años que colabora como mediadora intercultural.
La anfitriona ha cocinado el animal durante varios días para que los convidados lo degusten en forma de callos, pinchos morunos o cocinado a la manera 'tajin'. Como complementos: un sabroso pan de trigo casero, un postre de arroz y canela y el dulce y exquisito té marroquí, escanciado desde la tetera a la manera de la sidra asturiana. El Corán prohíbe las bebidas alcohólicas, pero no los refrescos, ni la sugerente música folclórica y también religiosa que amenizará toda la jornada.
«Oramos en silencio y para nosotros, porque la mayoría de nuestros invitados son españoles y católicos, pero nos encanta compartir con ellos nuestra comida y nuestras tradiciones». Fatima aterrizó en Valladolid en 2001 y, después de trabajar varios años en el sector textil, reagrupó a su marido para juntos crear el hogar en el que más tarde nacerían Maddhi, de cinco años, y Sara, de tres. Ahora él, abogado en su país, trabaja de albañil y ella regenta un 'cose todo'.
Alberto Ares fue uno de los invitados que más disfrutó con los manjares pero, sobre todo, se mostró satisfecho de comprobar una vez más que compartir «mesa y mantel» es una de las mejores maneras de saborear la riqueza y el potencial de aquellos que viven con nosotros pero vienen de fuera. «Conocer los hábitos de alimentación, de vestido y de consumo es una herramienta muy útil para acercarse a otras culturas y representa una guía para plantear una convivencia ciudadana con futuro», asegura el jesuita en su informe.
Para Ares, el estudio demuestra también que la gastronomía marroquí es potencialmente más saludable que la española, a la que los cambios en los hábitos de alimentación están alejando de la tradicional dieta mediterránea. «Por otro lado -comentó mientras señalaba el comedor de la casa de Pajarillos- ellos dan una importancia a la comida y a compartir la mesa en familia que nosotros estamos perdiendo».
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