Vista desde el monte Buciero del centro penitenciario de El Dueso, con la playa de Berria y el Cantábrico al fondo. Celedonio
El penal cántabro es el único de España que permite a sus reclusos escoger entre dos primeros y dos segundos en los almuerzos. Eso sí, los platos se repiten todas las semanas.
Si no fuera un centro penitenciario, bien podría construirse un lujoso complejo hotelero en El Ya quisieran para sí los turistas, las vistas de las que disfruta el medio millar de reclusos de una infraestructura centenaria de más de 300.000 metros cuadrados, con 90.000 de patio y zonas verdes, construida a las faldas del monte Buciero y con la cristalina playa de Berria y el Cantábrico al fondo. Es la envidia de las cárceles españolas. Además, cuenta con otra particularidad. Es el único lugar del país donde los presos pueden elegir entre dos primeros y dos segundos para comer a la hora del almuerzo.
Que nadie se lleve a engaño. Los reclusos de El Dueso no tienen más privilegios que el resto. Instituciones Penitenciarias fija el mismo gasto para los 69 penales y los dos hospitales psiquiátricos que rige. Cada uno dispone para alimentación, como máximo, de 3,78 euros por interno y día. La única excepción se produce durante Nochebuena, Navidad, Nochevieja y el día de la Merced, patrona de las instituciones penitenciarias, cuando pueden duplicar el gasto. Así que los encargados de diseñar el rancho deben economizar y tirar de ingenio para ofrecer, como marca el régimen interno, un sustento «convenientemente preparado, que responda a criterios adecuados de nutrición».
Con la calculadora en la mano, en Santoña pueden gastar 2.000 euros diarios en comida. Y tienen que ofrecer tres servicios: desayuno, almuerzo y cena. La singularidad es que deja elegir a los internos el menú del mediodía, pero con algún pero. La cocina, en la que también trabajan reclusos, ofrece dos primeros y dos segundos seis días a la semana, de miércoles a lunes. Porque los martes siempre hay lo mismo: paella y cuartos traseros de pollo. En el servicio de cena solo se ofrece un entrante y un segundo. Ambos servicios se acompañan de pan, que hornean en el mismo penal, agua y postre, normalmente fruta.
En contrapartida, siempre se repite la misma carta todas las semanas. Para algunos es otra condena, pues desaparece el factor sorpresa a la hora de sentarse a la mesa, uno de los pocos placeres. Esta peculiaridad de El Dueso viene de hace varias décadas. «Hay un presupuesto mensual y se elabora el racionado en función del dinero. Y no te puedes exceder», explican fuentes del centro cántabro. «La administración lo reparte en base a tres categorías: internos sanos, enfermos y menores de tres años que acompañan a sus madres», recalcan. En otros lugares, en cambio, optan por una fórmula «menos tediosa» para evitar que el preso se aprenda de memoria el menú. Solo se sirve un primero y un segundo, pero pocas veces se repite. «Nuestra modalidad no sale más cara ni tampoco es como la de un restaurante. Si se acaba alguno de los primeros o los segundos, no se reponen», recalcan las mismas fuentes. El medio millar de internos disfrutó ayer de lentejas con verduras o patatas a la riojana (de primero), y de albóndigas en salsa o pollo asado, de segundo. Hoy tienen garbanzos o fideuá y bacalao o pollo al ajillo.
Ante esta rigidez, también hay excepciones. La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias permite que, si un preso está enfermo, pueda disfrutar de la dieta que más le convenga. Aunque es necesario que sea bajo prescripción médica. El Dueso también ofrece un menú especial para los vegetarianos e incluso para las personas que profesan el islam y no comen carne de cerdo. Durante el mes que dura el Ramadán -este año, del 23 de abril al 23 de mayo-, se sirve a los musulmanes que así lo solicitan la típica sopa 'harira' para romper el ayuno una vez que se ha puesto el sol. Esto obliga, en muchos casos, a llevar la comida a las celdas.
Pequeños trucos
Para evitar la monotonía de comer todas las semanas del año lo mismo, algunos internos intentan cambiar de dieta o pasarse a la vegetariana. «No son muchos», cuentan desde el centro cántabro. Lo que sí notan es que a algunos musulmanes les cuesta cumplir con el Ramadán, incluso se ven presionados por otros para no abandonar el ayuno y respetar con uno de los preceptos más sagrados de su religión.
Organizar el rancho para medio millar de presos exige de una logística calculada al milímetro. El módulo 1 de El Dueso es uno de los más grandes del país, junto con otro de Ocaña: 350 presos en cada uno. «Es una cifra excesiva para garantizar las condiciones de seguridad, habitabilidad, y funcionalidad regimental idóneas», se quejan desde Santoña. El Ministerio del Interior anunció a finales del año pasado una inversión en El Dueso de 8,1 millones de euros para la reforma integral del complejo. Una decisión, afirman los sindicatos, que se produjo tras las quejas que los representantes de los trabajadores interpusieron ante del Defensor del Pueblo.
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