Aumentar el gasto metabólico basal puede suponer una pérdida de masa grasa de hasta cinco kilos al año
Científicos de la Universidad de Granada y especialistas del hospital Virgen de las Nieves comprueban con frío, última tecnología y sentadillas si el ejercicio permite activar la grasa parda, el tejido adiposo "bueno" que podría prevenir y combatir la obesidad y ciertos tipos de diabetes.
Una habitación a 20 grados, un chaleco con agua helada para bajar la temperatura corporal y una revisión rápida a las constantes son el pistoletazo de salida de esta carrera diseñada para saber más sobre la grasa parda, un tejido adiposo que podría esconder las claves para combatir la obesidad o la diabetes y mejorar la salud cardiovascular.
Los chavales que tiritan sometidos al frío son jóvenes de entre 18 y 25 años, con vida sedentaria, peso normal o con obesidad, que servirán para comprobar si el ejercicio, metabólico o de fuerza, y a una alta o media intensidad, sirve para activar la grasa parda.
La comunidad científica descubrió en 2009 los efectos beneficiosos del tejido adiposo pardo, la grasa "buena" que ayuda a controlar la glucemia, lo que permite prevenir la diabetes y enfermedades como la obesidad e incrementa el gasto metabólico basal de la persona, el consumo básico de calorías que se necesita para vivir.
El estudio está liderado por investigadores de las facultades de Ciencias del Deporte y de Farmacia y el Centro Andaluz de Medicina del Deporte, así como un equipo del Servicio de Medicina Nuclear del Hospital Universitario Virgen de las Nieves y un equipo del Servicio de Cirugía del Hospital Universitario San Cecilio de Granada.
"La investigación pretende poner en evidencia la grasa parda que tiene cada participante, al que se le inyecta glucosa marcada después de someterlo a enfriamiento para activar las mitocondrias, que capten la glucosa, y ver la grasa parda con la radiación", ha explicado a Efe el doctor José Manuel Llamas, de Medicina Nuclear.
Después, la mitad de los voluntarios se somete a un programa de entrenamiento físico para comprobar cómo evoluciona la grasa parda, que frente a la "normal", la blanca que muchos pelean por eliminar, representa una "garantía" de salud cardiovascular.
El equipo de investigación multidisciplinar cambia el hospital por el Instituto Mixto Universitario Deporte y Salud (iMUDS), unas instalaciones para poner a prueba la capacidad de hacer sentadillas, flexiones y cargar peso y más peso para que el cuerpo pierda kilos.
"Si tengo mi grasa parda más activa gastaré más energía sin hacer nada. El ejercicio puede activar esta grasa y ofrecer estos beneficios, como una regulación del metabolismo de la glucosa, que podría prevenir o incluso paliar síntomas de la diabetes tipo 2, con mucha prevalencia", ha explicado Guillermo Sánchez Delgado, uno de los investigadores.
Este investigador ha detallado que la función principal de la grasa parda es la termorregulación y que al activarla, lo que pretenden lograr con un entrenamiento de seis meses, se incrementa el gasto metabólico basal.
Aumentar el gasto metabólico basal puede suponer una pérdida de masa grasa de hasta cinco kilos al año, ya que se queman así el doble de calorías al hacer la digestión que sin activar esta grasa. Con el objetivo de usar la grasa buena para reducir la mala, entrenan el metabolismo hasta que lleguen los resultados científicos, un estudio dispuesto a liarla parda.
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