martes, 13 de octubre de 2015

Islam y cultura de paz

La Garriga, 02-10-2015, islamedia,Mohamed El Ghaidouni


En el marco de las jornadas culturales organizadas por la Asociación Cultural ASILAH-LA Garriga, bajo el lema "Arte y cultura de Paz" que tuvo logar del 01 al 03 de octubre de 2015 en la Garriga, el presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Cataluña (UCIDCAT) tuvo una intervención el día 02 de octubre de 2015 bajo el titulo "Islám y Cultura de Paz".

Entendemos que la paz, en su sentido más amplio, puede abarcar múltiples aspectos de la realidad y de la historia de un pueblo. Así, podemos referirnos a una paz formal regulada institucionalmente; a una paz social, que en cierto modo deriva de la anterior pero que también está mediatizada por un conjunto de percepciones y comportamientos interiorizados por los individuos y grupos y que va más allá de lo estipulado por las instituciones, abarcando prácticas y usos que hacen referencia al plano de lo simbólico y mítico, o al imaginario de un pueblo.

Podemos hablar también de una paz ética o de una paz espiritual , en conexión con lo religioso, con los comportamientos del individuo y sus relaciones con lo transpersonal; o referirnos al ámbito de las relaciones externas; o de las manifestaciones culturales, donde cabe un conjunto de prácticas, acciones y experiencias que reflejan el deseo, por parte de los diversos actores, de regular pacíficamente los conflictos; dichas acciones pueden ir desde manifestaciones religiosas hasta artísticas, literarias, lingüísticas o tecnológicas. Podemos incluso hablar de paz intercultural, si atendemos a las constantes relaciones que toda comunidad humana establece históricamente con otros pueblos y culturas. No cabe duda de que todas estas formas o manifestaciones de la paz podemos encontrarlas, en mayor o menor grado, en la historia de la civilización islámica. Establecer paz significa generar una dinámica transformadora que ayude a pensar y a construir un porvenir más justo y pacífico para esas sociedades. 

No podemos olvidar, por otra parte, la importancia de la religión, de cualquier religión, como un hecho histórico y social que contiene unos objetivos, no sólo espirituales sino también temporales, como puede ser cubrir una serie de necesidades y/o alcanzar ciertos logros sociales y materiales de los individuos. Si el islam, como religión, suministra unos valores espirituales de concordia y solidaridad -que juegan como elemento convergente dentro del mundo árabe-, como civilización también posee unos valores y dimensiones profanos y universales.

El islam -de acuerdo con las circunstancias históricas y sociales en las que surgió- estaba actuando como regulador de las relaciones entre individuos y grupos, como elemento de cohesión entre los miembros de la naciente comunidad. Para lograr una convivencia más o menos aceptable que garantizase la supervivencia y la continuidad de la nueva religión, había que procurar regular del modo más armonioso y pacífico posible las relaciones entre los componentes del grupo, y ello se consigue promoviendo una serie de actitudes y valores como la solidaridad, la honradez, la bondad, el amor, la compasión, el perdón, la generosidad, la justicia, etc. Todos estos conceptos se hallan presentes en el texto coránico -fuente primera y principal de todos los preceptos religiosos y sociales del musulmán- donde se plantean como valores y virtudes ligados a las pautas de comportamiento de los creyentes, y sin duda el seguimiento, por parte de estos creyentes, de unas determinadas pautas de conducta aseguraría en buena medida la armonía y concordia dentro de la comunidad. Sin duda, el «hecho coránico» plantea las bases esenciales de lo que será el islam a lo largo de su historia, pues va a marcar, no sólo la norma religiosa de los creyentes, o sus concepciones teológicas, sino también su pensamiento, sus modos de actuación y, en suma, buena parte de las características culturales, sociales, intelectuales o políticas de toda la sociedad. 

Si el texto coránico es la fuente fundamental para cualquier aspecto de la vida, individual o social, del musulmán, también lo es para el acercamiento a la idea de paz en el islam. En efecto, podemos comprobar cómo en él quedan reflejadas dos concepciones básicas sobre la paz: una paz interna, ligada a lo religioso, que implica un estado de seguridad y bienestar asociado a situaciones de armonía y prosperidad, y, en segundo lugar, una noción de paz activa que atañe a la actitud ante otros grupos y que -mediante el establecimiento de determinados pactos y acuerdos-refleja una voluntad de regular las relaciones con esos grupos de forma pacífica. 

Si -como hemos dicho- el Corán trata de potenciar unos valores de solidaridad, armonía, concordia, etc. (seguramente con el objeto de lograr una integración y una convivencia lo más pacífica posible entre los miembros de la comunidad), cabe preguntarse hasta qué punto esas actitudes religiosas traspasan el ámbito espiritual e individual para convertirse en valores sociales. Aunque sin duda se trata de virtudes y valores que tienen, en primera instancia, un significado y unas connotaciones religiosas, de paz interior, es posible además encontrar en ellas una dimensión que sobrepasa la pura espiritualidad para asentarse en lo tem¬poral, en el ámbito de lo social y lo material, ya que -aparte de propiciar la tranquilidad de ánimo en el individuo- se convierten en normas que regulan las relaciones internas del grupo y el proceso de satisfacción de necesidades humanas. Esto resulta más claro adoptando la posibilidad de interpretar estos conceptos religiosos y morales en términos sociológicos modernos. 

Por ejemplo, cuando en el Corán se habla de concordia como deseo de armonía interior, de paz religiosa, puede interpretarse como un deseo de armonía social, incluso de paz política, derivado de la pluralidad; la prosperidad como perfeccionamiento espiritual, puede ser igual a bienestar económico, lo que implicaría satisfacción de necesidades básicas (o también hacerse rico a costa de otro, lo que significaría violencia) el paraíso , que se menciona constantemente como la recompensa espiritual por excelencia, podría también entenderse como el símbolo de la promesa de una recompensa material encaminada a cubrir ciertas necesidades básicas; la honradez como virtud moral que implica honestidad, rectitud, integridad, podría significar ser justo en la realización de operaciones comerciales por ejemplo; la generosidad que en el islam se refiere fundamentalmente al precepto religioso de dar limosna, podría significar sin más una buena utilización de los bienes materiales que redundaría en una mayor justicia social. De este modo, estableciendo una relación entre estos conceptos, arraigados en el origen de la religión islámica, y la base social y cultural que los sustenta podemos llegar a la comprensión de construcciones posteriores que en el mundo árabe islámico serán representativas de las dinámicas que intervienen, en variadas circunstancias y épocas, como estrategias de regulación de conflictos. 

El islam establece también desde el inicio los principios de libertad e igualdad política y social, las cuales, a falta de una organización sobre el derecho público, se convierten en nociones jurídicas, tal fue el espíritu del «Pacto constitucional o Estatuto de Medina» mediante el cual el Profeta Muhammad, integrando a las tribus judías y árabes en una especie de confederación cuyos miembros se deben protección mutua, plantea históricamente la coexistencia pacífica entre diversos grupos de creyentes y no creyentes; se establecía así el primer estado, dirigido por el profeta Muhammad, basado en la tolerancia y en la unión entre todos los miembros de la comunidad. Más tarde, cuando esta comunidad se va ampliando, surgirá la necesidad de organizar también la justicia con el fin de poder seguir manteniendo la concordia. 

Dicho esto, puedo afirmar que, el Islam es una religión de paz en todo el sentido de la palabra. El Corán llama a este camino; pues, dice el Corán (¡Creyentes! Entrad en la Paz del todo y no sigáis los pasos del Shaytán, él es un claro enemigo para vosotros.) [2:208]. De igual manera, el Corán nos informa que Dios Aborrece cualquier disturbio de la paz (Y cuando se alejan de ti se dedican a corromper las cosas en la tierra y a destruir las cosechas y todo animal de cría. Dios no ama la corrupción.)[Corán 2:205]. Haciendo una lectura del Corán, se puede evidenciar que muchas de sus aleyas (y también el Hadiz) están basados en la paz y la bondad, ya sea directa o indirectamente. La sociedad ideal, de acuerdo con el Corán, es Dar As-Salam, es decir, la casa de paz (Y DIOS invita a la Morada de la Paz y guía a quien quiere al camino recto) [Corán 10:25]. De acuerdo con el Islam, la paz no es simplemente la ausencia de guerra. La paz abre las puertas a toda clase de oportunidades que están presentes en una situación determinada. 

Es sólo en una situación de paz que las actividades planeadas son posibles. Es por esta razón que DIOS Dice {Y si llegan a un acuerdo es lo mejor} [Corán 4:128]. Igualmente, el Profeta Muhammad (P.B), afirmó: “DIOS Concede a la gentileza (Rifq) lo que no concede a la violencia” (‘Ünf)” (Abu Dawud). No es de extrañarse que el Profeta Muhammad (P.B), solía implorar a su Señor muy sinceramente en sus oraciones diarias diciendo: “Oh DIOS, Tú Eres la fuente original de paz; de Ti proviene toda paz y a Ti retorna toda paz. Por eso, Haznos vivir con paz; y Permítenos entrar en el Paraíso: la Casa de Paz. Bendito Seas, Señor nuestro, a Quien pertenece toda la Majestad y el Honor”.

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