Al Quds, 11/09/2015,lainformacion.com
Um Hasan asegura que acude cada mañana a la explanada de las Mezquitas para protegerla contra los sacrilegios. Pero, a partir de ahora, ni ella ni los otros "guardianes" musulmanes que blanden el Corán ante los visitantes judíos podrán entrar en el recinto sagrado.
A sus 60 años, vestida con una abaya y un velo islámico, Um Hasan es una "murabita", una "centinela" en árabe, que vigila la explanada donde se encuentra la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar sagrado del islam, en el casco antiguo de Jerusalén.
Para Israel son uno de los principales factores de tensión en un lugar que los musulmanes consideran como inviolable.
Después de que el ministerio israelí de Defensa prohibiera la acción de esos "centinelas" por motivos de seguridad, Um Hasan decidió trasladar su combate "sin armas, pero con el Corán y con Dios", a las puertas que conducen a la explanada.
Un grupo de judíos salen bailando de la explanada, unos musulmanes los esperan blandiendo su libro sagrado, y los numerosos policías presentes los mantienen a distancia, fingiendo que no se enteran de las provocaciones de unos y otros.
El espectáculo cotidiano dura cuatro horas, de las siete de la mañana hasta las once, el intervalo durante el que los turistas y los no musulmanes pueden visitar la explanada.
Hombres judíos, que llevan la kipá, y mujeres que se cubren el cabello con un velo o un pañuelo, avanzan con paso ligero entre una escolta policial, bajo los gritos de los musulmanes.
Un único rito judío puede poner en peligro el delicado equilibrio heredado del conflicto de 1967. Unas reglas tácitas permiten que los musulmanes entren todo el día en la explanada -el monte del Templo para los judíos-, y los judíos tienen derecho a penetrar unas horas en el recinto sin rezar en él.
La mayoría de los judíos rezan más abajo, en el Muro de las Lamentaciones. Pero algunos consideran que la explanada, en la que se erigía el segundo templo judío destruido en el 70 d.C. por los romanos, es aún más sagrada que el Muro, y sueñan con volver a construir el edificio en lugar de la mezquita Al Aqsa y de la Cúpula de la Roca.
La comunidad musulmana acusa a Israel de intentar cambiar el statu quo, algo que siempre negó el primer ministro Benjamin Netanyahu.
"Hay que defender Al Aqsa contra los colonos, Al Aqsa sólo es de los musulmanes", dice Um Hasan. Para los "guardianes" musulmanes de la explanada, los alborotadores son los judíos.
Prohibir el acceso a la explanada equivale a "prohibir la entrada a todo el mundo (...) porque todo musulmán que entra ahí o reza ahí es un murabit", afirma Jadiye Jweiss, que no tiene derecho a acercarse a la zona durante dos meses.
Al contrario, para la portavoz de la policía israelí Luba Samri, esos "centinelas" son los instrumentos del Movimiento Islámico -una organización que defiende el islam en Israel- que "los financia para lograr sus objetivos políticos con la excusa de la religión".
En la ciudad vieja de Jerusalén, muchos afirman que cobran dinero de ese movimiento, pero los "murabitun" lo niegan.
"El gobierno israelí considera a Raed Salah, un líder del Movimiento Islámico, como una amenaza mayúscula por culpa de su campaña 'Al Aqsa está en peligro' y lo acusa de "dar dinero procedente del Golfo a los murabitun", explica en un informe la ONG International Crisis Group (ICG).
El festival anual "Al Aqsa está en peligro" se celebrará precisamente este viernes por la tarde.
Según ICG, muchos de esos "guardianes" son árabes israelíes, "en su mayoría mujeres y hombres" bastante mayores. "Su nacionalidad israelí los protege mejor que a los palestinos de los Territorios Ocupados, y su sexo o su edad les dan ventajas prácticas porque la policía los trata mejor que a los hombres jóvenes", explica.
La prohibición de entrar a la explanada de las Mezquitas llega justo antes de las fiestas judías, cuando numerosos judíos podrían tener intención de ir al lugar sagrado.
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