Los seguidores de Ennahda celebran la victoria en las elecciones tunecinas del 23 de octubre de 2011.
La persistente polarización entre laicos e islamistas oculta los problemas reales que vive el mundo árabe. Es lo que sostiene el intelectual musulmán Tariq Ramadan, autor del libro ‘El Islam y el despertar árabe’ y profesor de Estudios Islámicos Contemporáneos en Oxford.
El intelectual suizo de origen egipcio presentó hace unos días en Ginebra su visión crítica sobre las revueltas populares en el norte de África y Oriente Medio, tema de su último libro. Tariq Ramadan se muestra cauto y prefiere no hablar de revolución hasta que de los regímenes derrocados en Túnez, Egipto y Libia emerjan alternativas reales.
“Prefiero el término insurrección al de revolución. Y no veo en ello signo alguno de una primavera árabe”, sostuvo delante del Club Suizo de la Prensa. Sus declaraciones se producen tras conocerse los resultados finales de las elecciones del 23 de octubre en Túnez, que confirman la victoria del partido islamista Ennahda. Los comicios se celebraron nueve meses después de que el presidente Zine Ben Ali, quien gobernó el país con mano de hierro durante 23 años, fuera derrocado.
Ennahda, partido prohibido durante la era Ben Ali, ganó 89 de los 217 escaños en la nueva Asamblea encargada de redactar la Constitución de esta democracia naciente y designar a un gobierno provisional hasta las elecciones previstas para 2012. Los representantes de los partidos laicos tunecinos han expresado su preocupación por la llegada al poder del partido islamista. Las recientes declaraciones del que se perfila como futuro primer ministro, Hamadi Jebali, en torno al “sexto califato” han enredado las tratativas para la formación de un nuevo gobierno.
Un antagonismo obsoleto
Ante esas tensiones, Tariq Ramadan aboga por que se ponga fin a la polarización superficial entre laicos e islamistas. En su opinión, se trata de “una de las mayores trampas para el mundo árabe actual”. Los laicos se presentan como los defensores de la democracia con una visión liberal de la religión, pero muchos provienen de una élite adinerada, desconectada de la realidad y a menudo vinculada a las dictaduras”, precisa el profesor. Por otra parte, los movimientos islamistas afirman tener una legitimidad religiosa basada en el contacto diario con la población, lo cual no siempre es verdad.
“Lo que me molesta es que ambas partes utilizan esta polarización para legitimarse sin ningún tipo de autocrítica”, recalca Tariq Ramadan. En su opinión, “habrá que juzgar a los nuevos regímenes sobre los programas económicos y sociales que pondrán en marcha”.
“Por el momento, Ennahda dice sí a todo: al sufragio femenino, el Estado de derecho, la colaboración con el Fondo Monetario Internacional. Es lo que deja perplejo a Occidente: debemos ser cautelosos”, sostiene.
Comicios en Egipto
En Egipto y Libia –donde los movimientos islamistas, hasta ahora excluidos de la vida política, están ganando influencia tras las revueltas que derrocaron a los dirigentes– se siguen atentamente las acciones de Ennahda.
Egipto celebra elecciones legislativas este 28 de noviembre y Tariq Ramadan teme que los militares distorsionen el proceso electoral. “El país sigue bajo el control del Ejército. Los blogueros son detenidos, los tribunales militares siguen activos y las tentativas de llevar a los antiguos miembros del régimen ante la justicia se han aplazado”. Y el intelectual agrega que se le ha desaconsejado viajar Egipto.
¿Fin del régimen sirio?
Si Libia, con sus reservas de petróleo y su posición estratégica en el norte de África, constituye un caso aparte, la situación en Siria es completamente diferente. “Las cosas no han avanzado debido a la complejidad de la situación: la división entre chiíes y sunitas, las relaciones con Irán y el antagonismo entre los bloques Rusia-China y Estados Unidos-Unión Europea”.
Recientemente, Turquía y los miembros de la Liga Árabe hicieron un llamamiento para que se adopten medidas urgentes con el fin de proteger a los civiles sirios de la brutal represión del régimen. En este contexto de tensión se inscribe también el atentado a una base militar cerca de Damasco por parte de desertores del ejército.
“El régimen de Bachar al Assad puede llegar a su fin, pero esto no significa necesariamente el inicio de un proceso democrático”, sostiene Tariq Ramadan. “Creo que Bachar al Assad va a caer, ¿pero cómo y quién le relevará? Nadie confía en la actual oposición siria”.
Influencias externas
En su libro, presentado en Ginebra, analiza también el nacimiento de los movimientos de protesta en Túnez, Egipto y otros países árabes, así como el papel de las grandes potencias y sus cambios de estrategia. Desde 2004, señala el profesor, los activistas y blogueros se han formado en acciones no violentas con el apoyo económico del Departamento de Estado norteamericano.
“En enero, cuando Egipto decidió bloquear Internet, Google apoyó a los blogueros gracias a los satélites, pero en Siria se negó a hacerlo”. Según Tariq Ramadan, Estados Unidos y Europa se han visto obligados a revisar su estrategia frente a los viejos regímenes dictatoriales que se estaban dirigiendo cada vez más a países emergentes como China, India, Sudáfrica, Rusia y Turquía.
“No seamos ingenuos. Rechazo categóricamente la interpretación idealista de que se trata de un movimiento nacido de la simple voluntad de revuelta de un grupo de jóvenes”.
Simon Bradley, swissinfo.ch
(Traducción: Belén Couceiro)
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