Perdió hace unos meses su puesto de trabajo en el sector de la pesca y desde entonces este senegalés ha alternado trabajos temporales
"Espero que Rajoy no piense que todo se va a solucionar por la vía milagrosa", apunta
"Menudo sirimiri más majo", afirma sonriente Ismael Fall mientras contempla el fuerte aguacero que ha desbordado varios riachuelos de la zona y ha provocado que la carretera hasta Ondarroa esté prácticamente intransitable. Esta 'bilbainada' -valentonada- podía ser más habitual de un oriundo, pero este trabajador del sector de la pesca nació en la región de Kaffrine (Senegal), a casi 6.000 kilómetros de la capital vizcaína. Tras diez años en el País Vasco, está claro que se le ha pegado algo del carácter local.
Desde un primer momento, este senegalés de 44 años parece sincero. Es un hombre de los que aprieta fuerte la mano cuando se presenta y que fija sus pequeños ojos en los de su interlocutor mientras conversa. Sólo hacen falta unos pocos minutos para que coja confianza con la gente que acaba de conocer y se suelte a hablar sin tapujos en un español casi perfecto.
A la entrada de la cofradía de pescadores de Ondarroa, en un corcho hay colgados varios currículum y anuncios de venta de barcos. "La cosa está muy jodida", lamenta Ismael. En su caso también lleva unos cuantos meses alejado del puerto y ha tenido que trabajar en una fundición de Durango y como operador de logística. Explica que desde que llegó a España había estado contratado por un mayorista que "vendía verdel a España y al extranjero", pero que en cuanto "notó la crisis", le despidió de forma fulminante y cambió de nombre a la sociedad para eludir su responsabilidad. "El próximo Gobierno tendría que sancionar este tipo de prácticas", reclama.
Pese a que en un primer momento dice no saber nada de la política española, sus conocimientos de la campaña electoral son amplios. Apuesta por un Gobierno de consenso para sacar a España de la crisis, porque "ningún partido tiene la razón absoluta". "Espero que Mariano Rajoy no piense que todo se va a solucionar por la vía milagrosa cuando llegue al poder", ironiza Fall. Tampoco aprecia en exceso a Alfredo Pérez Rubalcaba, ya que pertenecía al Ejecutivo "que nos ha traído a la situación actual". No comulga con ninguno de los principales candidatos para el 20-N, pero sí se 'moja' a la hora de hablar sobre su país y cree en el presidente actual, Abdoulaye Wade.
Ismael Fall también critica con dureza el papel de los bancos en la crisis y es firme partidario de la dación en pago, la entrega del piso para saldar las deudas hipotecarias con el banco. También considera necesario que las entidades financieras vuelvan a prestar dinero para que el consumo aumente.
Universitario
"Yo estudié (filología inglesa) en la universidad de Senegal, pero necesitaba viajar a Londres para acabar mi carrera y no podía costear esos gastos", asegura Ismael. Llegó un momento en el que estimó conveniente poner rumbo a Europa para costear las necesidades de sus tres hermanos menores y conseguir que ellos sí pudiesen completar sus estudios superiores.
Primero probó suerte en París, ya que allí vivía un pariente suyo, pero no hubo suerte en la capital gala y en cuanto oyó que la flota de Ondarroa necesitaba trabajadores, no se lo pensó dos veces. "Aquí aprecian mucho a los senegaleses, porque somos trabajadores y fuertes", apunta.
Desde que Fall aterrizó en Vizcaya, las cosas han cambiado mucho en España y sobre todo en los últimos cuatro años. Cuenta que entonces los inmigrantes senegaleses, peruanos y rumanos llegaban en masa, "había trabajo de sobra", aunque ahora "la mayoría está en el paro". Y es que, en su sector, a la crisis económica también se le han sumado las restricciones de pesca en los caladeros comunitarios e internacionales. "El único consuelo que nos queda es que el mar no se va a cerrar porque la gente sigue comiendo pescado", comenta y lamenta que un compatriota que le acompaña, Malang Cambayé, haya perdido su empleo hace unos pocos días.
¿Alguna vez ha pensado en volver a Senegal? "Me gustaría estar rodeado de mi familia, mis amigos, mi cultura y del calor de África. Pero allí no hay trabajo", contesta Ismael Fall. En todo momento, ha tratado de ser franco para evitar que ninguno de sus hermanos siguiese sus pasos y siempre les ha recalcado que "Europa es un sitio muy complicado".
Su único apoyo familiar en Ondarroa es su mujer, que llegó varios años después, y su hijo (Mohamed) que nació en el País Vasco y "va a ser el primero de la familia en hablar euskera". Ismael chapurrea unas pocas frases que aprendió cuando estuvo matriculado en un euskaltegi -academia de euskera- y se despide con un típico "Agur, bai, Agur" (Adiós, sí, Adiós).
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
"Espero que Rajoy no piense que todo se va a solucionar por la vía milagrosa", apunta
"Menudo sirimiri más majo", afirma sonriente Ismael Fall mientras contempla el fuerte aguacero que ha desbordado varios riachuelos de la zona y ha provocado que la carretera hasta Ondarroa esté prácticamente intransitable. Esta 'bilbainada' -valentonada- podía ser más habitual de un oriundo, pero este trabajador del sector de la pesca nació en la región de Kaffrine (Senegal), a casi 6.000 kilómetros de la capital vizcaína. Tras diez años en el País Vasco, está claro que se le ha pegado algo del carácter local.
Desde un primer momento, este senegalés de 44 años parece sincero. Es un hombre de los que aprieta fuerte la mano cuando se presenta y que fija sus pequeños ojos en los de su interlocutor mientras conversa. Sólo hacen falta unos pocos minutos para que coja confianza con la gente que acaba de conocer y se suelte a hablar sin tapujos en un español casi perfecto.
A la entrada de la cofradía de pescadores de Ondarroa, en un corcho hay colgados varios currículum y anuncios de venta de barcos. "La cosa está muy jodida", lamenta Ismael. En su caso también lleva unos cuantos meses alejado del puerto y ha tenido que trabajar en una fundición de Durango y como operador de logística. Explica que desde que llegó a España había estado contratado por un mayorista que "vendía verdel a España y al extranjero", pero que en cuanto "notó la crisis", le despidió de forma fulminante y cambió de nombre a la sociedad para eludir su responsabilidad. "El próximo Gobierno tendría que sancionar este tipo de prácticas", reclama.
Pese a que en un primer momento dice no saber nada de la política española, sus conocimientos de la campaña electoral son amplios. Apuesta por un Gobierno de consenso para sacar a España de la crisis, porque "ningún partido tiene la razón absoluta". "Espero que Mariano Rajoy no piense que todo se va a solucionar por la vía milagrosa cuando llegue al poder", ironiza Fall. Tampoco aprecia en exceso a Alfredo Pérez Rubalcaba, ya que pertenecía al Ejecutivo "que nos ha traído a la situación actual". No comulga con ninguno de los principales candidatos para el 20-N, pero sí se 'moja' a la hora de hablar sobre su país y cree en el presidente actual, Abdoulaye Wade.
Ismael Fall también critica con dureza el papel de los bancos en la crisis y es firme partidario de la dación en pago, la entrega del piso para saldar las deudas hipotecarias con el banco. También considera necesario que las entidades financieras vuelvan a prestar dinero para que el consumo aumente.
Universitario
"Yo estudié (filología inglesa) en la universidad de Senegal, pero necesitaba viajar a Londres para acabar mi carrera y no podía costear esos gastos", asegura Ismael. Llegó un momento en el que estimó conveniente poner rumbo a Europa para costear las necesidades de sus tres hermanos menores y conseguir que ellos sí pudiesen completar sus estudios superiores.
Primero probó suerte en París, ya que allí vivía un pariente suyo, pero no hubo suerte en la capital gala y en cuanto oyó que la flota de Ondarroa necesitaba trabajadores, no se lo pensó dos veces. "Aquí aprecian mucho a los senegaleses, porque somos trabajadores y fuertes", apunta.
Desde que Fall aterrizó en Vizcaya, las cosas han cambiado mucho en España y sobre todo en los últimos cuatro años. Cuenta que entonces los inmigrantes senegaleses, peruanos y rumanos llegaban en masa, "había trabajo de sobra", aunque ahora "la mayoría está en el paro". Y es que, en su sector, a la crisis económica también se le han sumado las restricciones de pesca en los caladeros comunitarios e internacionales. "El único consuelo que nos queda es que el mar no se va a cerrar porque la gente sigue comiendo pescado", comenta y lamenta que un compatriota que le acompaña, Malang Cambayé, haya perdido su empleo hace unos pocos días.
¿Alguna vez ha pensado en volver a Senegal? "Me gustaría estar rodeado de mi familia, mis amigos, mi cultura y del calor de África. Pero allí no hay trabajo", contesta Ismael Fall. En todo momento, ha tratado de ser franco para evitar que ninguno de sus hermanos siguiese sus pasos y siempre les ha recalcado que "Europa es un sitio muy complicado".
Su único apoyo familiar en Ondarroa es su mujer, que llegó varios años después, y su hijo (Mohamed) que nació en el País Vasco y "va a ser el primero de la familia en hablar euskera". Ismael chapurrea unas pocas frases que aprendió cuando estuvo matriculado en un euskaltegi -academia de euskera- y se despide con un típico "Agur, bai, Agur" (Adiós, sí, Adiós).
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