Un año después de renunciar a un local mayor por la presión vecinal, la comunidad busca un lugar para festejar su día grande
El Día del Cordero ya no lo podrán celebrar en el mercado municipal, que acaba de ser derribado
La comunidad musulmana de Torrent, que hace justo un año descartó trasladarse a un bajo de mayores dimensiones por la presión vecinal, sigue pasando serias estrecheces en su local. Cada viernes a mediodía, una veintena de feligreses tiene que salir a la acera, esterilla en mano, para poder realizar sus rezos.
Pero la situación se va a complicar aún más dentro de unas semanas cuando, a principios de noviembre, se celebre la tradicional Fiesta del Cordero, una de las citas más multitudinarias del calendario islámico, junto al final del Ramadán. Hace dos años, la falta de espacio de la actual mezquita obligó a más de un centenar de fieles a utilizar la vía pública para cumplir con sus preceptos. El año pasado la celebración se pudo trasladar a la primera planta del mercado municipal, gracias a la cesión del Ayuntamiento.
Sin embargo, para esta ocasión ya no hay mercado municipal porque acaba de ser derribado por completo para iniciar las obras de reconstrucción del inmueble.
«En el recinto del mercado estuvimos en una zona cubierta, que disponía de servicios y era lugar muy amplio pero este año no sabemos dónde podremos celebrar este día tan importante para nosotros, sin tener que molestar a nadie», explica Zine El Albidine, presidente del centro islámico de la localidad.
Apenas una veintena de personas caben en el pequeño local que sirve de mezquita en la calle Nicolás Andreu de Torrent. La comunidad musulmana lleva una década en estas exiguas instalaciones, de unos 100 metros cuadrados aproximadamente, aunque hace ya unos cinco años que decidieron buscar otra ubicación para solventar la falta de espacio, sin éxito.
En el Día del Cordero se reúnen casi 400 fieles. Una alternativa es el Parc Central «pero es una zona al descubierto. Si hace buen día, estupendo, pero si llueve o hace frío, sería un desastre», detalla el representante islámico.
La comunidad cree que acudir a un pabellón deportivo cubierto «podría ser la mejor opción pero, de momento, no nos han dicho nada».
Para los miembros de la comunidad rezar en plena calle «no es plato de buen gusto. Hay vecinos que nos miran mal, hay quien protesta y, al fin y al cabo, tenemos que convivir todos juntos. Nosotros no queremos molestar a nadie y nos sentimos mal por esta situación que ya llevamos arrastrando desde hace tanto tiempo».
Consenso con los residentes
Hace varios meses, el Ayuntamiento se prestó como mediador entre la comunidad religiosa y los vecinos para buscar una solución que contentara a todos pero la alternativa se ha ido aplazando. Todo comenzó cuando el colectivo religioso localizó una nave en la calle San Ernesto, a escasos metros de donde ahora tiene la mezquita. Fue entonces cuando los vecinos se negaron en redondo a aceptar el traslado, argumentando que la zona se colapsaría ante la existencia de varios centros educativos y las escasas plazas de aparcamiento.
La mediación logró abrir un proceso de negociación e, incluso, los vecinos llegaron a ofrecer una nave alejada del casco urbano, que el colectivo rechazó porque carecían de medios para poder llegar hasta esa zona.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
El Día del Cordero ya no lo podrán celebrar en el mercado municipal, que acaba de ser derribado
La comunidad musulmana de Torrent, que hace justo un año descartó trasladarse a un bajo de mayores dimensiones por la presión vecinal, sigue pasando serias estrecheces en su local. Cada viernes a mediodía, una veintena de feligreses tiene que salir a la acera, esterilla en mano, para poder realizar sus rezos.
Pero la situación se va a complicar aún más dentro de unas semanas cuando, a principios de noviembre, se celebre la tradicional Fiesta del Cordero, una de las citas más multitudinarias del calendario islámico, junto al final del Ramadán. Hace dos años, la falta de espacio de la actual mezquita obligó a más de un centenar de fieles a utilizar la vía pública para cumplir con sus preceptos. El año pasado la celebración se pudo trasladar a la primera planta del mercado municipal, gracias a la cesión del Ayuntamiento.
Sin embargo, para esta ocasión ya no hay mercado municipal porque acaba de ser derribado por completo para iniciar las obras de reconstrucción del inmueble.
«En el recinto del mercado estuvimos en una zona cubierta, que disponía de servicios y era lugar muy amplio pero este año no sabemos dónde podremos celebrar este día tan importante para nosotros, sin tener que molestar a nadie», explica Zine El Albidine, presidente del centro islámico de la localidad.
Apenas una veintena de personas caben en el pequeño local que sirve de mezquita en la calle Nicolás Andreu de Torrent. La comunidad musulmana lleva una década en estas exiguas instalaciones, de unos 100 metros cuadrados aproximadamente, aunque hace ya unos cinco años que decidieron buscar otra ubicación para solventar la falta de espacio, sin éxito.
En el Día del Cordero se reúnen casi 400 fieles. Una alternativa es el Parc Central «pero es una zona al descubierto. Si hace buen día, estupendo, pero si llueve o hace frío, sería un desastre», detalla el representante islámico.
La comunidad cree que acudir a un pabellón deportivo cubierto «podría ser la mejor opción pero, de momento, no nos han dicho nada».
Para los miembros de la comunidad rezar en plena calle «no es plato de buen gusto. Hay vecinos que nos miran mal, hay quien protesta y, al fin y al cabo, tenemos que convivir todos juntos. Nosotros no queremos molestar a nadie y nos sentimos mal por esta situación que ya llevamos arrastrando desde hace tanto tiempo».
Consenso con los residentes
Hace varios meses, el Ayuntamiento se prestó como mediador entre la comunidad religiosa y los vecinos para buscar una solución que contentara a todos pero la alternativa se ha ido aplazando. Todo comenzó cuando el colectivo religioso localizó una nave en la calle San Ernesto, a escasos metros de donde ahora tiene la mezquita. Fue entonces cuando los vecinos se negaron en redondo a aceptar el traslado, argumentando que la zona se colapsaría ante la existencia de varios centros educativos y las escasas plazas de aparcamiento.
La mediación logró abrir un proceso de negociación e, incluso, los vecinos llegaron a ofrecer una nave alejada del casco urbano, que el colectivo rechazó porque carecían de medios para poder llegar hasta esa zona.
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