India,23-12-2019,Infobae
Qué hay detrás de la nueva política oficial y cuáles son sus principales riesgos.
Las elecciones generales celebradas entre el 11 de abril y el 19 de mayo fueron un punto de inflexión en la historia moderna de India. Tras 72 años de apostar al proyecto de una república laica y democrática, empezó a recorrer el camino del nacionalismo religioso y el autoritarismo político.
El Bharatiya Janata Party (Partido del Pueblo Indio, BJP) consolidó una mayoría parlamentaria que le permitirá a Narendra Modi, primer ministro desde 2014, permanecer en el cargo por otros cinco años. La ratificación de su gobierno y la dura derrota que sufrió el Congreso Nacional Indio del clan Gandhi le permitió avanzar a Modi a fondo con la plataforma fundacional de su partido, que sueña con una India puramente hinduista.
Apenas dos meses después de haber vuelto a jurar como primer ministro, sacudió a la región con la decisión de quitarle la autonomía a Jammu y Cachemira, único estado de mayoría musulmana en el país, y escenario de una larga disputa territorial con Pakistán. Lo degradó a través de un decreto a territorio dependiente del gobierno central y luego el Parlamento aprobó su partición en dos zonas que quedarán bajo control directo de Nueva Delhi: Jammu y Cachemira en el oeste y Ladakh en el este.
Desde agosto, la región vive bajo un régimen de excepción. Las ciudades están militarizadas, muchas mezquitas fueron cerradas y las comunicaciones están cortadas la mayor parte del tiempo. El objetivo declarado del gobierno es combatir a los grupos terroristas y separatistas que durante muchos años actuaron allí. Pero el alcance de la intervención parece buscar algo más profundo: diluir la influencia del islam.
“La derogación del estatus especial de Cachemira era algo largamente buscado por los nacionalistas hindúes, que creen que India debe ser una nación hinduista. Por lo tanto, se sentían ofendidos por lo que veían como privilegios especiales concedidos por el Estado a los musulmanes, y deseaban eliminarlos”, dijo a Infobae John Harriss, profesor emérito de estudios internacionales en la Universidad Simon Fraser.
Modi dio un paso mucho más decidido en esa dirección con la reforma de la Ley de Ciudadanía, aprobada el 11 de diciembre por el Parlamento. La modificación facilitó el acceso a la nacionalidad india de refugiados provenientes de Pakistán, Bangladesh y Afganistán, pero excluyendo a los musulmanes. Nunca antes la religión había sido un criterio a la hora de definir quién es indio y quién no.
“La ley marcó un profundo cambio en la concepción de la ciudadanía india: de una basada en el lugar de nacimiento a otra derivada de la identidad religiosa y étnica —continuó Harriss—. No es un secreto que el Gobierno tiene la intención de marginar a los musulmanes. Que las acciones de grupos irregulares que han asesinado musulmanes hayan sido aplaudidas incluso por ministros nacionales proporciona una prueba más de la intención de convertirlos en ciudadanos de segunda clase, que es lo que son ahora”.
La explicación oficial es que no son perseguidos en esos tres países, donde el islam es la religión dominante. Un argumento que no convenció a nadie. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos se sumó a las críticas de decenas de organizaciones civiles y sostuvo que la reforma es “esencialmente discriminatoria”.
“Desde su época como ministro jefe de Gujarat, Modi ha aplicado políticas para beneficiar a la derecha hinduista y marginar a los musulmanes. A pesar de tener una de las poblaciones musulmanas más grandes del mundo, como primer ministro sigue defendiendo el nacionalismo hindú. Es importante reconocer que la Ley de Ciudadanía y la situación en Cachemira no son eventos aislados. Son solo los últimos pasos en un esfuerzo de décadas de la derecha hindú para alejar a la India del secularismo y llevarla hacia una identidad hindú musculosa. La ira por estas medidas ha llevado a protestas generalizadas”, explicó Reece Jones, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Hawai, consultado por Infobae.
Las manifestaciones estallaron de inmediato y terminaron de evidenciar el giro autoritario del BJP tras las elecciones. La represión está siendo brutal. Este sábado llegó a 21 el número de muertos, muchos de ellos por heridas de bala. Las imágenes de la Policía asediando universidades y bibliotecas a las que asisten muchos estudiantes musulmanes impactaron incluso a los ciudadanos más moderados y motivaron a muchos más a salir a protestar en respuesta.
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