Sector de los baños musulmanes excavados en la calle Rocha esquina con Muñoz Cobos.
El rey Alfonso XI se reservó en el repartimiento de la ciudad uno de los baños que hubo en al-Yazira al-Jadrá
Dos eran los alcázares que existieron en al-Yazira al-Jadrá: uno de ellos el viejo alcázar de la ciudad antigua, residencia del gobernador de la cora, y otro el alcázar que edificó el sultán meriní Abu Yusuf en su ciudad campamento y áulica de al-Binya entre 1279 y 1286.
De ambos alcázares conocemos sus plantas y dimensiones gracias a los planos que, entre 1721 y 1736, mandó levantar el ingeniero belga al servicio del rey Felipe V, Jorge Próspero de Verboom. El alcázar antiguo se hallaba ubicado en la cima de la colina que dominaba la ciudad, al Oeste del espacio urbano y a unos 39 metros sobre el nivel del mar (en torno a la actual plazoleta de San Isidro). Verboom, en el informe que elaboró para el marqués de Castelar para promover la repoblación y fortificar la arruinada ciudad, dice de este alcázar que sus vestigios eran “los de un castillo antiguo”. En otro pasaje de su informe refiere que “el recinto de la ciudad grande comprende entre sus muros un fuerte castillo en un alto”.
Este edificio presentaba una planta rectangular. Sus muros estaban reforzados con dos torres cuadradas en la fachada principal que se orientaba al sureste y otras torres menores en el flanco noroeste. La puerta se abría hacia el sureste y debió estar defendida por una antepuerta o barbacana. Sus dimensiones aproximadas, según el dibujo en planta que nos dejó Verboom, eran 54 metros en su eje mayor, por 31 en el menor. El Poema de Alfonso XI lo menciona en dos ocasiones. En uno de sus versos dice de él: “alcázar muy real, fermoso como rubí...” y, más adelante, en otro, lo describe diciendo: “la villa vio fermosa, el alcázar bien labrado...”.
La Crónica del citado rey refiere que cuando entró vencedor en Algeciras el 28 de marzo de 1344 “fue a posar al alcázar”. En 1705, según el padre Labat, estaba habitado y servido por 25 o 30 hombres de armas al mando de los cuales se hallaba un capitán o gobernador. Cuando el viajero Francis Carter visitó Algeciras en 1772, el alcázar se hallaba en estado ruinoso. Dice Carter que “los muros del castillo, aunque ahora casi todos en el suelo, estaban en pie y daban la apariencia de una fortaleza hasta hace muy poco”.
En el ángulo suroeste del recinto defensivo de la ciudad fundada por el sultán Abu Yusuf al sur del río de la Miel, a caballo de la muralla, mandó edificar un alcázar para su residencia cuando pasaba a al-Andalus para hacer la Guerra Santa. Las obras debieron comenzar en el año 1279, poco después de que los castellanos levantaran el sitio que habían puesto a la ciudad. Según el Qirtás (siglo XIV), en octubre de 1285 “encontró (el emir de los musulmanes) que el alcázar que construía en la Villa Nueva, la sala de audiencias y la mezquita se habían terminado por completo. Ocupó el nuevo alcázar y paso en él el mes de Ramadán”.
En otro capítulo dice que “la escuadra musulmana victoriosa llegó hasta la corte del emir de los musulmanes en Algeciras y evolucionó en su presencia en el puerto. Él estaba sentado en su tribuna del alcázar en la ciudad nueva...”.
Gracias a los citados planos levantados por Jorge Próspero de Verboom sabemos que la planta de este edificio medía 100 metros en su eje mayor por 53 en el menor, ocupando una superficie de unos 5.300 metros cuadrados. Estaba reforzado por siete torres de flanqueo, cuatro de ellas compartidas con la muralla que era de tapial y las otras tres hacia el interior de la ciudad-campamento. Verboom, en su informe, refiere que “el recinto de la ciudad pequeña estaba guarnecido de torreones capaces y de un castillo en la parte alta”. De ambos alcázares no se ha conservado ningún elemento emergente y, hasta el momento, la arqueología no ha podido exhumar vestigio alguno de los mismos.
En lo que se refiere a los baños existentes en la ciudad, al-Himyarí (siglo XIV) dice que en al-Yazira al-Jadrá había tres baños. En los meses de agosto de 1997 (1ª fase) y julio de 1998 (2ª fase) se intervinieron arqueológicamente los restos de uno de estos baños en la calle Rocha, esquina con calle Muñoz Cobos.
En el transcurso de las excavaciones se logró exhumar una parte del edificio (la esquina nordeste del mismo, muy arrasada, pero con la red de canalizaciones para el desalojo de aguas residuales aún visible, así como un pozo de noria que debió ser utilizado para abastecer de agua dichos baños). La estructura más destacada de la zona excavada fue un potente muro de mampostería trabada con argamasa muy rica en cal apoyado sobre una ancha zapata que se identificó como los cimientos del muro perimetral del edificio. Éste se hallaba rematado por varias hiladas de ladrillos unidos con argamasa, resto del alzado latericio que constituyó el citado muro. Se localizaron los fondos de tres canalizaciones que convergían en otra más ancha que aún conservaba la cubierta abovedada de ladrillos y que, atravesando el tramo norte del muro, iba a desaguar en la cloaca que bajaba desde la cumbre de la colina y desembocaba en el mar a la altura del actual aparcamiento de La Escalinata.
En un sondeo posterior, realizado en el ángulo sudoeste, debajo de los niveles contemporáneos, se exhumaron dos muros de mampostería de los siglos XIII y XIV, así como dos niveles formado, el superior, por un depósito de cenizas y materiales de desecho de los baños, y el inferior constituido por materiales de derribo (mampuestos, ladrillos, tejas, restos de argamasa, etcétera).
En el depósito de cenizas, que debieron ser arrojadas en aquel vertedero situado extramuros del edificio en los años de uso del mismo, se recogieron materiales cerámicos islámicos (ataifores de borde quebrado y decoración en manganeso bajo vedrío melado, jarritas esgrafiadas y con decoración “a la cuerda seca”, fragmentos de bacines con la misma técnica decorativa, jofainas decoradas en azul sobre blanco, así como cazuelas, marmitas, tapaderas, anafres, cangilones, tinajas estampilladas, jarras, candiles, etc...) y cristianos (platos y escudillas gótico-mudéjares valencianas del centro productor de Paterna de mediados del siglo XIV).
También se exhumaron fragmentos de recipientes de vidrio, clavos, agujas, pinzas de cobre para depilar, objetos de hueso tallado y un fragmento de raspador de piedra pómez. Una vez analizados los resultados de las dos fases de excavación, se pudo afirmar que entre las calles Rocha y Muñoz Cobos de Algeciras, se hallaron los restos de un hammam (baños de épocas musulmana) que estuvo situado en la ladera de la colina, cerca de la zona áulica de la ciudad.
En uno de los planos levantados por Jorge Próspero de Verboom, este ingeniero militar identifica los restos de un edificio ubicado en ese lugar como “las cererías o baños”. Según se relata en los “Miráculos Romaçados” (finales del siglo XIII), a uno de los cautivos cristianos de Algeciras “hacianle cada día calentar un horno para baño”. En el repartimiento de la ciudad, cuando el rey Alfonso XI concedió uno de los alcázares de la ciudad a su Almirante Mayor, don Egidio Bocanegra, dice el privilegio de donación, que “lindaba con los nuestros baños”, de lo que se deduce que el rey se había reservado en el repartimiento de la ciudad uno de los baños que hubo en al-Yazira al-Jadrá.
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