Saida Benchallal Zaynoun 08/10/2007, EL PAÍS
Leyendo la carta de Marta Fernández-Cuartero Paramio, titulada El pañuelo o 'hiyab', me di por aludida y hasta hubo un momento en que me ofendí. La cuestión es que para esta señora el pañuelo o hiyab "tiene un carácter religioso irrelevante, se trata de un trozo de tela, un instrumento de humillación y sometimiento que se impone con mayor o menor violencia". Creo que estas palabras no sólo me ofendieron a mí, sino que a todo al colectivo de musulmanas que un día decidimos ponernos el hiyab para completar nuestra fe. Que defina al hiyab como un instrumento de humillación, hiere mi sensibilidad, porque al menos yo no me siento humillada ni sometida.
Tengo 19 años, estudio Derecho y tras meses de reflexión decidí ponerme el hiyab por mi propia voluntad. No me sentí sometida por nadie y mucho menos me lo impusieron con violencia, ni mayor ni menor. En mi casa no se utiliza la violencia, la violencia dejémosla para Irak, ese país que invadió la España moderna a la que usted, la autora de la carta citada, hace referencia.
Me gustaría que reflexionara y, si no fuera mucho pedir, rectificara y retirara la frasecita "el hiyab se impone con mayor o menor violencia", porque como musulmana que soy no consiento que alguien difame mi religión basándose en generalidades y tópicos.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
Leyendo la carta de Marta Fernández-Cuartero Paramio, titulada El pañuelo o 'hiyab', me di por aludida y hasta hubo un momento en que me ofendí. La cuestión es que para esta señora el pañuelo o hiyab "tiene un carácter religioso irrelevante, se trata de un trozo de tela, un instrumento de humillación y sometimiento que se impone con mayor o menor violencia". Creo que estas palabras no sólo me ofendieron a mí, sino que a todo al colectivo de musulmanas que un día decidimos ponernos el hiyab para completar nuestra fe. Que defina al hiyab como un instrumento de humillación, hiere mi sensibilidad, porque al menos yo no me siento humillada ni sometida.
Tengo 19 años, estudio Derecho y tras meses de reflexión decidí ponerme el hiyab por mi propia voluntad. No me sentí sometida por nadie y mucho menos me lo impusieron con violencia, ni mayor ni menor. En mi casa no se utiliza la violencia, la violencia dejémosla para Irak, ese país que invadió la España moderna a la que usted, la autora de la carta citada, hace referencia.
Me gustaría que reflexionara y, si no fuera mucho pedir, rectificara y retirara la frasecita "el hiyab se impone con mayor o menor violencia", porque como musulmana que soy no consiento que alguien difame mi religión basándose en generalidades y tópicos.
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