Bilbao, 2007-10-15, El Correo, MARC ESCUDÉ.
La comunidad musulmana de Vizcaya está de celebración. Tras la finalización del Ramadán el pasado jueves, la mezquita Assalam, situada en pleno corazón del barrio bilbaíno de Santutxu, organizó ayer una merienda para agradecer a los vecinos del distrito «su paciencia y actitud amable», después de que la afluencia de fieles al templo a lo largo de este pasado mes haya sido mayor de lo habitual. Los que acudieron disfrutaron de una taza de té a la hierbabuena y dulces típicos de Marruecos.
Debido al Puente de El Pilar, la asistencia no fue la esperada. Aun así, los que se acercaron estuvieron muy satisfechos con la invitación. «Me parece un detallazo», afirmó Idel, que vive desde hace seis meses justo enfrente de la mezquita. Su compañera de piso, Lucía, confirmó que «sí que se ha visto más gente este último mes, pero en absoluto han armado jaleo. A las diez de la noche ya no quedaba nadie». «Molestan menos que una iglesia», apostilló Idel.
Y es que durante treinta días, los «más de 10.000» musulmanes radicados en Vizcaya han cumplido con la obligación de ayunar desde el primer rayo de sol del día hasta el anochecer. Aunque para muchos este gesto pueda parecer un esfuerzo sobrenatural, el presidente de la comunidad islámica de Vizcaya y de la mezquita Assalam, Ahmed El Hanafy, asegura que «en absoluto es un sacrificio». «No tenemos por qué sufrir. Es totalmente psicológico. Por ejemplo, la gente piensa que si no comemos, no podemos trabajar. Todo lo contrario, durante el Ramadán yo me siento mucho más ligero en mi trabajo», explica El Hanafy.
Como el tiempo para comer es más reducido de lo normal, la buena organización es fundamental y, por eso, «la comida se elabora durante el día». «Tenemos la obligación de romper el ayuno justo a la hora en que se pone el sol, aunque sólo sea un vaso de agua o un tazón de ‘harira’ . Yo suelo comer dátiles con un vaso de leche», cuenta el presidente. Tras este primer contacto con los alimentos, llega uno de los cinco turnos de oración que deben cumplir cada día. Después, toman la cena. «No tenemos la tradición de comer unos alimentos en concreto. Cocinamos platos de todo tipo», aclara El Hanafy.
«Purificar el alma»
A la mezquita Assalam, abierta en Bilbao desde abril del 2006, recientemente ha llegado Mohamed Sharkawi, ‘chej’ islámico encargado de recitar la oración ante los fieles. Este erudito en la ley islámica explica que «el Ramadán es una manera de purificar el alma y de autocontrol». El Hanafy añade que esta práctica es «un acto social, ya que el dejar de comer sirve para acercarnos más a los pobres». Y para demostrar que no se trata de un castigo, el presidente hizo una analogía con un automóvil. «Al pasar hambre, el estómago descansa y deja de funcionar, como si se tratara del motor de un coche que lleva muchos kilómetros corriendo».
El pasado viernes, más de 3.000 musulmanes de Vizcaya de distintas nacionalidades se reunieron en La Casilla para celebrar el fin del Ramadán. En ese encuentro, escucharon el sermón del ‘chej’ Sharkawi para después felicitarse unos a otros. Los más pequeños pudieron disfrutar de hinchables y de un teatro de payasos.
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