La mezquita de Cáceres cumple su primer aniversario coincidiendo con el Ramadán, el periodo de ayuno y máxima espiritualidad de los musulmanes
CÁCERES, 24 de septiembre de 2007, Hoy , CRISTINA NÚÑEZ
Los ojos de Mohamed Aboufaris se prenden como llamas en medio de la calle Caleros. Si enmarcamos su cara, sus rasgos bronce en el fondo de paredes blancas y candiles podríamos imaginarle fácilmente en cualquier punto de Marruecos. Ciudades serpenteantes, el misterio de calles encaladas de esquinas redondas. Mohamed fuma y se le llena la mirada de humo. Está en la puerta de la mezquita de Cáceres junto a Otman, un joven compatriota casi recién llegado, que mira magnético y silente, sentado en el bordillo de la acera. Son cerca de las diez de la noche y hace menos de dos ha terminado el periodo de ayuno de la quinta jornada del Ramadán, el mes sagrado del Islam en el que, asegura Mohamed Aboufaris, «todo es para Dios».
La mezquita de Cáceres cumple su primer año y vive su segundo Ramadán. A ojos de cualquiera que no profese esta religión puede resultar incomprensible este ayuno continuado durante 30 días sucesivos, solamente interrumpido por la noche, pero para ellos supone una importante prueba de resistencia y una purificación corporal. «La máquina no para, todo el rato trabajando, conviene purificar el cuerpo de vez en cuando».
A partir de los 18 años, o «desde que una persona empieza a ser fuerte y adulta» existe la obligación de practicar el Ramadán como uno de los pilares básicos del islamismo. Un puñado de reglas calibran cómo ha de ser su práctica. Lo rige el ciclo lunar, que gobierna su calendario.
El Ramadán se celebra en el el mes noveno, cada año quince días antes. Éste, el 1428 para el mundo islámico, comenzó el día 13 de septiembre de nuestro calendario. Durante cada uno de los días el lapso en el que ha de hacerse el ayuno varía uno o dos minutos, en función del avance de la luna. Con el paso de los días crece la hora de inicio del ayuno -de las 6:33 del primer día a las 7:04 del día 30- y va disminuyendo la hora de finalización del mismo -de las 20,39 a las 19,52-.
En total son cerca de catorce horas en las que no se puede comer, beber, fumar o mantener relaciones sexuales durante el día y que concluyen con cenas en abundancia, habitualmente en familia o en las mezquitas.
En la de Cáceres llevan viandas que suelen preparar las mujeres, no muy visibles en este recinto, por cierto. «Es un periodo en el que estamos abiertos mucho más a la gente. Por aquí vienen muchos jóvenes subsaharianos que tienen poco dinero y con ellos compartimos nuestra comida», señala. En la mesa hay de todo, especialidades árabes, fruta, té. Dulces de su tierra, que les mandan sus familiares semanas antes del Ramadán.
Después de que se abra el periodo de «legalidad» en el que está permitido comer, la mezquita es un ir y venir de gente. Aparece un pequeño grupo que guía a un joven argelino que se quedó ciego hace un par de años. «Le han operado hace poco en Barcelona, pero la operación no ha salido bien», comentan con cara de angustia y le arropan. «El Ramadán se vive mucho mejor cuando estás en tu tierra», comenta Mohamed, que ya lleva 25 años en España y que ha formado aquí su familia. Todo lo contrario a la situación de Otman Sakouk, desempleado y solo en la ciudad, quien encuentra su mayor guarida y su mejor compañía en la mezquita de Cáceres. «Ellos son mi familia, la única gente que tengo», indica.
Tiene el Ramadán una importante parte festiva que llega cuando cae la noche y que, en los países islámicos se traduce en un ambiente muy particular. También aumenta la religiosidad y la espiritualidad. En este mes dedicado a Alá de lleno se piden todo tipo de bienes y de gracias y se vive con mucha más generosidad.
Salam Alikoom
«Salam Alikoom», se van saludando los que entran y los que salen. Llega la vecina que vive en la parte superior de la mezquita y entabla charla con Mohamed. Que si los niños duermen, que si qué tal el día. El año de funcionamiento de la mezquita de Cáceres ha estado exento de todo tipo de conflictos. Se abrió sin mucho ruido y así ha continuado durante todos estos meses. En otros puntos geográficos -algunos no demasiado lejanos- la presencia de mezquitas generó reacciones airadas por parte de la mayoría no musulmana. Aquí no. No hay una cifra exacta de los musulmanes que viven en la ciudad, aunque son alrededor de 50 los que financian el local de la mezquita, cuyo alquiler cuesta en torno a los 700 euros.
La primera noche tiene un toque especial, algo más festivo, pero el momento de mayor celebración es 'La noche de Al Qadar', del día 26 al 27 de su calendario. Es cuando se abre el cielo, la que conmemora la revelación del Corán a través del ángel Gabriel al profeta Mahoma en los pueblos del islam.
La jornada
«La jornada es dura, se hace difícil», describe Mohamed. Él regenta un bazar en la calle Pintores. «No estoy igual que el resto de los días del año, las energías se van terminando». Él es fumador y el sacrificio se le hace mucho más cuesta arriba. «La gente sana lo lleva mucho mejor que los fumadores». La ansiedad de la falta de tabaco no se puede suplir con alimentos, y la bola de irritación aumenta. En todo caso, él se siente afortunado. Hay gente que lo vive peor, fundamentalmente los que hacen trabajos físicos, como los albañiles, que han de aguantar el tirón del ayuno.
Los únicos que se 'libran' de practicar el Ramadán son los enfermos y los ancianos. Los demás, como los musulmanes cacereños, se funden sin ambages en el rito.
EL RAMADÁN
Qué es: Un periodo de purificación basado en el ayuno y la abstinencia diurna que celebran los musulmanes como un pilar básico de su religión.
Cuánto dura: Treinta días, en el mes noveno de su calendario lunar. Cada año se adelanta quince días el inicio de esta celebración.
En qué consiste: No se puede comer, beber, fumar o mantener relaciones sexuales durante las horas del día.
Día grande: La fecha grande es el día 27. Se llama 'La noche de Al Qadar'. Es cuando se abre el cielo y conmemora la revelación del Corán a través del ángel Gabriel al profeta Mahoma en el Islam.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
CÁCERES, 24 de septiembre de 2007, Hoy , CRISTINA NÚÑEZ
Los ojos de Mohamed Aboufaris se prenden como llamas en medio de la calle Caleros. Si enmarcamos su cara, sus rasgos bronce en el fondo de paredes blancas y candiles podríamos imaginarle fácilmente en cualquier punto de Marruecos. Ciudades serpenteantes, el misterio de calles encaladas de esquinas redondas. Mohamed fuma y se le llena la mirada de humo. Está en la puerta de la mezquita de Cáceres junto a Otman, un joven compatriota casi recién llegado, que mira magnético y silente, sentado en el bordillo de la acera. Son cerca de las diez de la noche y hace menos de dos ha terminado el periodo de ayuno de la quinta jornada del Ramadán, el mes sagrado del Islam en el que, asegura Mohamed Aboufaris, «todo es para Dios».
La mezquita de Cáceres cumple su primer año y vive su segundo Ramadán. A ojos de cualquiera que no profese esta religión puede resultar incomprensible este ayuno continuado durante 30 días sucesivos, solamente interrumpido por la noche, pero para ellos supone una importante prueba de resistencia y una purificación corporal. «La máquina no para, todo el rato trabajando, conviene purificar el cuerpo de vez en cuando».
A partir de los 18 años, o «desde que una persona empieza a ser fuerte y adulta» existe la obligación de practicar el Ramadán como uno de los pilares básicos del islamismo. Un puñado de reglas calibran cómo ha de ser su práctica. Lo rige el ciclo lunar, que gobierna su calendario.
El Ramadán se celebra en el el mes noveno, cada año quince días antes. Éste, el 1428 para el mundo islámico, comenzó el día 13 de septiembre de nuestro calendario. Durante cada uno de los días el lapso en el que ha de hacerse el ayuno varía uno o dos minutos, en función del avance de la luna. Con el paso de los días crece la hora de inicio del ayuno -de las 6:33 del primer día a las 7:04 del día 30- y va disminuyendo la hora de finalización del mismo -de las 20,39 a las 19,52-.
En total son cerca de catorce horas en las que no se puede comer, beber, fumar o mantener relaciones sexuales durante el día y que concluyen con cenas en abundancia, habitualmente en familia o en las mezquitas.
En la de Cáceres llevan viandas que suelen preparar las mujeres, no muy visibles en este recinto, por cierto. «Es un periodo en el que estamos abiertos mucho más a la gente. Por aquí vienen muchos jóvenes subsaharianos que tienen poco dinero y con ellos compartimos nuestra comida», señala. En la mesa hay de todo, especialidades árabes, fruta, té. Dulces de su tierra, que les mandan sus familiares semanas antes del Ramadán.
Después de que se abra el periodo de «legalidad» en el que está permitido comer, la mezquita es un ir y venir de gente. Aparece un pequeño grupo que guía a un joven argelino que se quedó ciego hace un par de años. «Le han operado hace poco en Barcelona, pero la operación no ha salido bien», comentan con cara de angustia y le arropan. «El Ramadán se vive mucho mejor cuando estás en tu tierra», comenta Mohamed, que ya lleva 25 años en España y que ha formado aquí su familia. Todo lo contrario a la situación de Otman Sakouk, desempleado y solo en la ciudad, quien encuentra su mayor guarida y su mejor compañía en la mezquita de Cáceres. «Ellos son mi familia, la única gente que tengo», indica.
Tiene el Ramadán una importante parte festiva que llega cuando cae la noche y que, en los países islámicos se traduce en un ambiente muy particular. También aumenta la religiosidad y la espiritualidad. En este mes dedicado a Alá de lleno se piden todo tipo de bienes y de gracias y se vive con mucha más generosidad.
Salam Alikoom
«Salam Alikoom», se van saludando los que entran y los que salen. Llega la vecina que vive en la parte superior de la mezquita y entabla charla con Mohamed. Que si los niños duermen, que si qué tal el día. El año de funcionamiento de la mezquita de Cáceres ha estado exento de todo tipo de conflictos. Se abrió sin mucho ruido y así ha continuado durante todos estos meses. En otros puntos geográficos -algunos no demasiado lejanos- la presencia de mezquitas generó reacciones airadas por parte de la mayoría no musulmana. Aquí no. No hay una cifra exacta de los musulmanes que viven en la ciudad, aunque son alrededor de 50 los que financian el local de la mezquita, cuyo alquiler cuesta en torno a los 700 euros.
La primera noche tiene un toque especial, algo más festivo, pero el momento de mayor celebración es 'La noche de Al Qadar', del día 26 al 27 de su calendario. Es cuando se abre el cielo, la que conmemora la revelación del Corán a través del ángel Gabriel al profeta Mahoma en los pueblos del islam.
La jornada
«La jornada es dura, se hace difícil», describe Mohamed. Él regenta un bazar en la calle Pintores. «No estoy igual que el resto de los días del año, las energías se van terminando». Él es fumador y el sacrificio se le hace mucho más cuesta arriba. «La gente sana lo lleva mucho mejor que los fumadores». La ansiedad de la falta de tabaco no se puede suplir con alimentos, y la bola de irritación aumenta. En todo caso, él se siente afortunado. Hay gente que lo vive peor, fundamentalmente los que hacen trabajos físicos, como los albañiles, que han de aguantar el tirón del ayuno.
Los únicos que se 'libran' de practicar el Ramadán son los enfermos y los ancianos. Los demás, como los musulmanes cacereños, se funden sin ambages en el rito.
EL RAMADÁN
Qué es: Un periodo de purificación basado en el ayuno y la abstinencia diurna que celebran los musulmanes como un pilar básico de su religión.
Cuánto dura: Treinta días, en el mes noveno de su calendario lunar. Cada año se adelanta quince días el inicio de esta celebración.
En qué consiste: No se puede comer, beber, fumar o mantener relaciones sexuales durante las horas del día.
Día grande: La fecha grande es el día 27. Se llama 'La noche de Al Qadar'. Es cuando se abre el cielo y conmemora la revelación del Corán a través del ángel Gabriel al profeta Mahoma en el Islam.
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