La comunidad musulmana de Lanzarote comienza la festividad religiosa más importante del Islam
Lanzarote, 13 de septiembre de 2007. Crónicas de Lanzarote por Alfonso Melero
Muchos musulmanes residentes en Lanzarote observaban ayer el cielo con especial detenimiento. Era visible el cuarto creciente después de la luna nueva que daba paso al noveno mes del calendario musulmán, una fecha muy significativa para esta comunidad, pues así comienza el Ramadán, uno de los cinco pilares básicos que ordena la religión islámica.
La palabra Ramadán suele entenderse en occidente como sinónimo de ayuno. No obstante, para los musulmanes significa mucho más que eso. “El Ramadán no es sólo una cuestión de abstinencia”, asegura un fiel a la entrada de la mezquita del barrio Altavista de Arrecife. “Fíjate en la gente del Sahara que con 45 grados a la sombra no bebe ni una gota de agua en todo el día”, comenta restándole importancia al hecho de no poder comer hasta que cae el sol.
Son casi las 14.00 horas y un buen número de fieles de diversas nacionalidades (Marruecos, Argelia, Egipto, Sahara, Guinea...) comienza a entrar en la mezquita de Altavista. Todos se saludan entre sí y se respira un ambiente de cordialidad. Y es que, durante el Ramadán, no sólo se prohíbe comer y beber, sino también tener relaciones sexuales, mentir, ofender o ser injusto. Las normas son tan estrictas que un fiel que se dispone a entrar en la mezquita tiende la mano a todos los presentes excepto a la fotógrafa de nuestra redacción. Sin embargo, se disculpa con un gesto con el que indica la imposibilidad de saludarla. El contacto con las mujeres está prohibido en Ramadán durante el día, aunque unos son más flexibles que otros a la hora de aplicar esta restricción.
Pureza del alma “Hay que estar como un ángel, limpio”, explica Adesalam, que tiene un comercio en la calle Real de Arrecife. Para los musulmanes, todo ha de estar impecable, pues el Ramadán es un mes dedicado a ‘el más grande’, a Allah. Un mes en el que se estrechan los lazos de unión de la comunidad musulmana y que está marcado por la espiritualidad. De ahí, la importancia de la oración, que se ha de practicar al menos cinco veces al día. El imán de la mezquita de Altavista, Mohamed Ould Mostapha (Mohamed, el hijo de Mostapha), es uno de los últimos en llegar. A veces, no puede asistir a la cita, explica uno de sus compañeros, puesto que los horarios laborales occidentales no siempre son compaginables con las exigencias que marca el Islam en Ramadán.
La mezquita es sencilla y austera y está dividida en dos partes: una para los hombres y la otra para las mujeres. A la entrada, todos los asistentes se descalzan y se limpian los pies y las manos meticulosamente. Va a comenzar la oración y el imán se sitúa delante de los demás fieles para conducir el ritual, que ha de estar orientado hacia la Meca, cuna del profeta Mahoma.
El Islam carece de clero, por lo que el imán puede ser, en principio, cualquiera que conozca bien el funcionamiento del rezo. “Para hacer una oración correctamente -explica Mohamed Ould Mostapha- lo más importante y lo más difícil es la concentración”. Para los musulmanes, es necesario dejar la mente en blanco y olvidarse de las preocupaciones del día a día (familia, dinero, problemas de cualquier índole...). Sólo así se entra en un correcto contacto con Allah.
Otro de los aspectos que refleja bien la esencia del Ramadán es el movimiento. “El rezo es un trabajo, un acto que empieza con ‘Dios, el más grande’ y termina con la paz (salam)”. Por ello, los fieles siempre miran hacia abajo. “Todo eso también ayuda a evitar que la persona sea orgullosa”, afirma el imán. “Todo aquel que se siente orgullo tiene un fallo”, matiza.
Un par de reivindicaciones A la celebración de este rezo han asistido alrededor de un centenar de fieles. No obstante, el imán asegura que la comunidad musulmana la conforman en Lanzarote unas 5.000 personas. Todos los adultos tienen que cumplir el Ramadán, excepto si tienen algún problema físico o metal y, pese a las relajaciones de la forma de vida occidental, el imán dice que casi todos lo cumplen. De ahí, que pretendan mejorar la mezquita de Altavista, que la mantienen los fieles con los donativos que realizan en función de su sueldo y cuyo mantenimiento cuesta 3.000 euros al año. Eso sí, sólo les da para cubrir lo mínimo. “Hemos hablado con el alcalde y nos ha dicho que nos va a facilitar las cosas”, manifiesta el imán.
El colectivo musulmán de Lanzarote considera que es muy importante que el Ayuntamiento capitalino les ayude a construir una mezquita, una reivindicación que llevan formulando hace algunos años y con la que (al igual que en otras muchas cuestiones) se hacen oídos sordos. Además, el imán asegura que la anterior alcaldesa de Arrecife (María Isabel Déniz) “nos dijo que nos iba a ayudar con el cementerio, porque transportar los cuerpos de nuestros difuntos a Marruecos es demasiado caro”.
Al finalizar el noveno mes del calendario musulmán, todos los fieles se reúnen para rezar fuera de la mezquita. Es el fin de la celebración, que acaba con una comida compartida. Para ello, precisan el permiso del Ayuntamiento, que debe asignarles un lugar para que puedan realizar esta última ofrenda de un mes dedicado enteramente a Allah, el más grande.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
Lanzarote, 13 de septiembre de 2007. Crónicas de Lanzarote por Alfonso Melero
Muchos musulmanes residentes en Lanzarote observaban ayer el cielo con especial detenimiento. Era visible el cuarto creciente después de la luna nueva que daba paso al noveno mes del calendario musulmán, una fecha muy significativa para esta comunidad, pues así comienza el Ramadán, uno de los cinco pilares básicos que ordena la religión islámica.
La palabra Ramadán suele entenderse en occidente como sinónimo de ayuno. No obstante, para los musulmanes significa mucho más que eso. “El Ramadán no es sólo una cuestión de abstinencia”, asegura un fiel a la entrada de la mezquita del barrio Altavista de Arrecife. “Fíjate en la gente del Sahara que con 45 grados a la sombra no bebe ni una gota de agua en todo el día”, comenta restándole importancia al hecho de no poder comer hasta que cae el sol.
Son casi las 14.00 horas y un buen número de fieles de diversas nacionalidades (Marruecos, Argelia, Egipto, Sahara, Guinea...) comienza a entrar en la mezquita de Altavista. Todos se saludan entre sí y se respira un ambiente de cordialidad. Y es que, durante el Ramadán, no sólo se prohíbe comer y beber, sino también tener relaciones sexuales, mentir, ofender o ser injusto. Las normas son tan estrictas que un fiel que se dispone a entrar en la mezquita tiende la mano a todos los presentes excepto a la fotógrafa de nuestra redacción. Sin embargo, se disculpa con un gesto con el que indica la imposibilidad de saludarla. El contacto con las mujeres está prohibido en Ramadán durante el día, aunque unos son más flexibles que otros a la hora de aplicar esta restricción.
Pureza del alma “Hay que estar como un ángel, limpio”, explica Adesalam, que tiene un comercio en la calle Real de Arrecife. Para los musulmanes, todo ha de estar impecable, pues el Ramadán es un mes dedicado a ‘el más grande’, a Allah. Un mes en el que se estrechan los lazos de unión de la comunidad musulmana y que está marcado por la espiritualidad. De ahí, la importancia de la oración, que se ha de practicar al menos cinco veces al día. El imán de la mezquita de Altavista, Mohamed Ould Mostapha (Mohamed, el hijo de Mostapha), es uno de los últimos en llegar. A veces, no puede asistir a la cita, explica uno de sus compañeros, puesto que los horarios laborales occidentales no siempre son compaginables con las exigencias que marca el Islam en Ramadán.
La mezquita es sencilla y austera y está dividida en dos partes: una para los hombres y la otra para las mujeres. A la entrada, todos los asistentes se descalzan y se limpian los pies y las manos meticulosamente. Va a comenzar la oración y el imán se sitúa delante de los demás fieles para conducir el ritual, que ha de estar orientado hacia la Meca, cuna del profeta Mahoma.
El Islam carece de clero, por lo que el imán puede ser, en principio, cualquiera que conozca bien el funcionamiento del rezo. “Para hacer una oración correctamente -explica Mohamed Ould Mostapha- lo más importante y lo más difícil es la concentración”. Para los musulmanes, es necesario dejar la mente en blanco y olvidarse de las preocupaciones del día a día (familia, dinero, problemas de cualquier índole...). Sólo así se entra en un correcto contacto con Allah.
Otro de los aspectos que refleja bien la esencia del Ramadán es el movimiento. “El rezo es un trabajo, un acto que empieza con ‘Dios, el más grande’ y termina con la paz (salam)”. Por ello, los fieles siempre miran hacia abajo. “Todo eso también ayuda a evitar que la persona sea orgullosa”, afirma el imán. “Todo aquel que se siente orgullo tiene un fallo”, matiza.
Un par de reivindicaciones A la celebración de este rezo han asistido alrededor de un centenar de fieles. No obstante, el imán asegura que la comunidad musulmana la conforman en Lanzarote unas 5.000 personas. Todos los adultos tienen que cumplir el Ramadán, excepto si tienen algún problema físico o metal y, pese a las relajaciones de la forma de vida occidental, el imán dice que casi todos lo cumplen. De ahí, que pretendan mejorar la mezquita de Altavista, que la mantienen los fieles con los donativos que realizan en función de su sueldo y cuyo mantenimiento cuesta 3.000 euros al año. Eso sí, sólo les da para cubrir lo mínimo. “Hemos hablado con el alcalde y nos ha dicho que nos va a facilitar las cosas”, manifiesta el imán.
El colectivo musulmán de Lanzarote considera que es muy importante que el Ayuntamiento capitalino les ayude a construir una mezquita, una reivindicación que llevan formulando hace algunos años y con la que (al igual que en otras muchas cuestiones) se hacen oídos sordos. Además, el imán asegura que la anterior alcaldesa de Arrecife (María Isabel Déniz) “nos dijo que nos iba a ayudar con el cementerio, porque transportar los cuerpos de nuestros difuntos a Marruecos es demasiado caro”.
Al finalizar el noveno mes del calendario musulmán, todos los fieles se reúnen para rezar fuera de la mezquita. Es el fin de la celebración, que acaba con una comida compartida. Para ello, precisan el permiso del Ayuntamiento, que debe asignarles un lugar para que puedan realizar esta última ofrenda de un mes dedicado enteramente a Allah, el más grande.
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