País Vasco, 2007-09-19, El País, E. A.,
El barómetro de Ikuspegi ofrece un dato contundente sobre la impresión de los vascos respecto al grado de integración de los distintos colectivos de extranjeros que residen en Euskadi. En una escala de puntuación del 0 (nada integrados) al 10 (totalmente integrados), los magrebíes salen los peor parados, con un 3,07. Esta impresión le duele a Moulay Driss Sariki (Errachidia, Marruecos, 1972), coordinador de la Comunidad Socio – Cultural Marroquí en Euskadi.
“Los que responden de esa manera es que nunca han convivido con un marroquí ni se han dado cuenta del esfuerzo que hace para integrarse en una sociedad que no es la suya”, resalta con firmeza.
Sariki destaca que el idioma supone una barrera fundamental a la que no tienen que hacer frente otros extranjeros, como los procedentes de Sudamérica.
“Los marroquíes hacen un gran esfuerzo por aprender el castellano. Cualquiera que se dedica a temas de inmigración sabe que los ciudadanos que más se esfuerzan son los procedentes del Magreb y del resto de África”. En su opinión, el problema también estriba en los prejuicios infundados que se han ido acumulando contra este colectivo. “El historial del Islam en España nos ha marcado en la mentalidad de muchos ciudadanos. Hay que conocer a la persona para después enjuiciarla”.
Sariki está de acuerdo en que los extranjeros deben respetar las costumbres y tradiciones locales y hacer todos los esfuerzos posibles por aprender el idioma, pero advierte de que no se debe confundir ese máximo respeto por lo autóctono con una asimilación completa, perdiendo las señas de identidad propias. “La asimilación no es integración. Desde luego que hay que respetar las tradiciones de la comunidad, pero no se puede perder la identidad. Lo que me molesta es que a veces parece que todos los inmigrantes son iguales y no es así. Hay de todo, como en la sociedad vasca”.
En cualquier caso, se muestra “muy escéptico” con este tipo de encuestas porque “no es lo mismo preguntar a una persona que vive en Getxo que a otra que vive en el barrio de San Francisco, en Bilbao. Hay que discriminar más pueblo a pueblo y ver en profundidad cómo es la integración de los inmigrantes, que tratan de hacer las cosas lo mejor posible, igual que los demás”.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
El barómetro de Ikuspegi ofrece un dato contundente sobre la impresión de los vascos respecto al grado de integración de los distintos colectivos de extranjeros que residen en Euskadi. En una escala de puntuación del 0 (nada integrados) al 10 (totalmente integrados), los magrebíes salen los peor parados, con un 3,07. Esta impresión le duele a Moulay Driss Sariki (Errachidia, Marruecos, 1972), coordinador de la Comunidad Socio – Cultural Marroquí en Euskadi.
“Los que responden de esa manera es que nunca han convivido con un marroquí ni se han dado cuenta del esfuerzo que hace para integrarse en una sociedad que no es la suya”, resalta con firmeza.
Sariki destaca que el idioma supone una barrera fundamental a la que no tienen que hacer frente otros extranjeros, como los procedentes de Sudamérica.
“Los marroquíes hacen un gran esfuerzo por aprender el castellano. Cualquiera que se dedica a temas de inmigración sabe que los ciudadanos que más se esfuerzan son los procedentes del Magreb y del resto de África”. En su opinión, el problema también estriba en los prejuicios infundados que se han ido acumulando contra este colectivo. “El historial del Islam en España nos ha marcado en la mentalidad de muchos ciudadanos. Hay que conocer a la persona para después enjuiciarla”.
Sariki está de acuerdo en que los extranjeros deben respetar las costumbres y tradiciones locales y hacer todos los esfuerzos posibles por aprender el idioma, pero advierte de que no se debe confundir ese máximo respeto por lo autóctono con una asimilación completa, perdiendo las señas de identidad propias. “La asimilación no es integración. Desde luego que hay que respetar las tradiciones de la comunidad, pero no se puede perder la identidad. Lo que me molesta es que a veces parece que todos los inmigrantes son iguales y no es así. Hay de todo, como en la sociedad vasca”.
En cualquier caso, se muestra “muy escéptico” con este tipo de encuestas porque “no es lo mismo preguntar a una persona que vive en Getxo que a otra que vive en el barrio de San Francisco, en Bilbao. Hay que discriminar más pueblo a pueblo y ver en profundidad cómo es la integración de los inmigrantes, que tratan de hacer las cosas lo mejor posible, igual que los demás”.
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