BEIRUT. 14 de septiembre de 2007 (AFP).
<--Una mujer llora ante cuerpos de víctimas de las masacres en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, en septiembre de 1982
Hace 25 años, el mundo se horrorizó con las imágenes de centenares de cadáveres de niños, mujeres y ancianos asesinados y mutilados en Sabra y Chatila, en la periferia sur de la capital de Líbano, donde hoy sigue vivo el recuerdo de aquella masacre.
La protección de los campos de refugiados palestinos, donde el ejército libanés se abstiene de entrar, sigue siendo un problema actual.
Así lo demostraron los hechos de Nahr al Bared (norte del Líbano), donde se atrincheró el grupo islamista Fatah al Islam, que el 2 de septiembre fue destruido por las tropas de Beirut tras cuatro meses de enfrentamientos.
El primer ministro, Fuad Siniora, anunció que Nah al Bared pasará bajo la exclusiva autoridad libanesa, en un gesto preconizador de que Líbano tiene intención de hacerse cargo de la seguridad en los campos de refugiados palestinos.
En cuanto a Sabra y Chatila, el desencadenante fue el asesinato el 14 de septiembre de 1982 del presidente libanés, Béchir Gemayel, ex jefe de las Fuerzas Libanesas (FL), la milicia cristiana de derecha.
Gemayel había sido elegido jefe del Estado en agosto por presión de Israel, que invadió Líbano dos meses antes, y fue asesinado en un atentado con bomba reivindicado por un partido prosirio.
Amparándose en ese asesinato el ejército israelí entró en Beirut oeste, contrariamente al acuerdo sobre la evacuación de los combatientes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yaser Arafat, firmado a finales de agosto bajo mediación estadounidense.
Israel afirmó querer "impedir un baño de sangre" y luchar contra "2.000 terroristas" escondidos en esa zona.
El 16 de septiembre por la noche las milicias cristianas proisraelíes, ayudadas por el ejército israelí, entraron en Sabra y Chatila.
Durante tres días en la más total impunidad perpetraron una masacre sin que intervinieran las tropas israelíes desplegadas alrededor de ambos campos, donde vivían unos 8.000 refugiados palestinos.
El 19 de septiembre la opinión pública mundial descubrió horrorizada las imágenes de una matanza que se cobró entre 800 y 2.000 muertos civiles.
Con el paso de los años Sabra se ha convertido en un barrio popular donde viven miles de obreros extranjeros y libaneses chiitas. En Chatila siguen viviendo unos 8.300 refugiados, según la agencia de la ONU para la ayuda a los refugiados palestinos (Unrwa).
Desde hace varios años Chatila conmemora el aniversario de la masacre en presencia de decenas de militantes internacionales pro-derechos humanos.
La comisión de investigación oficial israelí, presidida por el juez Kahan, atribuyó en 1983 a Ariel Sharon, por aquel entonces ministro de Defensa, la "responsabilidad personal" aunque "indirecta" de la matanza, afirmando que ni la previó, ni la impidió.
Sharon se vio obligado así a dimitir en febrero de 1983, aunque volvió al gobierno como ministro sin cartera.
La comisión atribuyó la responsabilidad directa a Elie Hobeika, jefe de los servicios secretos de las FL, que fue asesinado el 24 de enero de 2002.
Numerosos sobrevivientes de la matanza señalaron la participación del Ejército de Líbano Libre, una milicia creada por Israel en el sur de Líbano.
En junio de 2001, 23 sobrevivientes palestinos demandaron en Bélgica a Sharon, entonces primer ministro, por crímenes de guerra, contra la humanidad y genocidio, según una ley que daba a los tribunales de ese país "competencia universal" en esos delitos.
La denuncia fue abandonada tras la abrogación de la ley, en 2003. Sharon está en coma profundo tras un ataque cerebral desde enero de 2006.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
<--Una mujer llora ante cuerpos de víctimas de las masacres en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, en septiembre de 1982
Hace 25 años, el mundo se horrorizó con las imágenes de centenares de cadáveres de niños, mujeres y ancianos asesinados y mutilados en Sabra y Chatila, en la periferia sur de la capital de Líbano, donde hoy sigue vivo el recuerdo de aquella masacre.
La protección de los campos de refugiados palestinos, donde el ejército libanés se abstiene de entrar, sigue siendo un problema actual.
Así lo demostraron los hechos de Nahr al Bared (norte del Líbano), donde se atrincheró el grupo islamista Fatah al Islam, que el 2 de septiembre fue destruido por las tropas de Beirut tras cuatro meses de enfrentamientos.
El primer ministro, Fuad Siniora, anunció que Nah al Bared pasará bajo la exclusiva autoridad libanesa, en un gesto preconizador de que Líbano tiene intención de hacerse cargo de la seguridad en los campos de refugiados palestinos.
En cuanto a Sabra y Chatila, el desencadenante fue el asesinato el 14 de septiembre de 1982 del presidente libanés, Béchir Gemayel, ex jefe de las Fuerzas Libanesas (FL), la milicia cristiana de derecha.
Gemayel había sido elegido jefe del Estado en agosto por presión de Israel, que invadió Líbano dos meses antes, y fue asesinado en un atentado con bomba reivindicado por un partido prosirio.
Amparándose en ese asesinato el ejército israelí entró en Beirut oeste, contrariamente al acuerdo sobre la evacuación de los combatientes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yaser Arafat, firmado a finales de agosto bajo mediación estadounidense.
Israel afirmó querer "impedir un baño de sangre" y luchar contra "2.000 terroristas" escondidos en esa zona.
El 16 de septiembre por la noche las milicias cristianas proisraelíes, ayudadas por el ejército israelí, entraron en Sabra y Chatila.
Durante tres días en la más total impunidad perpetraron una masacre sin que intervinieran las tropas israelíes desplegadas alrededor de ambos campos, donde vivían unos 8.000 refugiados palestinos.
El 19 de septiembre la opinión pública mundial descubrió horrorizada las imágenes de una matanza que se cobró entre 800 y 2.000 muertos civiles.
Con el paso de los años Sabra se ha convertido en un barrio popular donde viven miles de obreros extranjeros y libaneses chiitas. En Chatila siguen viviendo unos 8.300 refugiados, según la agencia de la ONU para la ayuda a los refugiados palestinos (Unrwa).
Desde hace varios años Chatila conmemora el aniversario de la masacre en presencia de decenas de militantes internacionales pro-derechos humanos.
La comisión de investigación oficial israelí, presidida por el juez Kahan, atribuyó en 1983 a Ariel Sharon, por aquel entonces ministro de Defensa, la "responsabilidad personal" aunque "indirecta" de la matanza, afirmando que ni la previó, ni la impidió.
Sharon se vio obligado así a dimitir en febrero de 1983, aunque volvió al gobierno como ministro sin cartera.
La comisión atribuyó la responsabilidad directa a Elie Hobeika, jefe de los servicios secretos de las FL, que fue asesinado el 24 de enero de 2002.
Numerosos sobrevivientes de la matanza señalaron la participación del Ejército de Líbano Libre, una milicia creada por Israel en el sur de Líbano.
En junio de 2001, 23 sobrevivientes palestinos demandaron en Bélgica a Sharon, entonces primer ministro, por crímenes de guerra, contra la humanidad y genocidio, según una ley que daba a los tribunales de ese país "competencia universal" en esos delitos.
La denuncia fue abandonada tras la abrogación de la ley, en 2003. Sharon está en coma profundo tras un ataque cerebral desde enero de 2006.
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